Salud

Récord de donaciones de cuerpos en las universidades

La UAB no acepta más, la UVic ha aprobado más de 600 carnets y la UPF se prepara para abrir el servicio

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Estudiantes practican en una clase de anatomía con cuerpos dados en la facultad de medicina de la UVic.

Vic / BarcelonaLa Universidad de Barcelona recibe entre veinte y treinta peticiones cada semana de personas que desean dar su cuerpo a la ciencia. La de Vic-Universitat Central de Catalunya ya ha expedido más de 600 carnets desde 2018. Y la Pompeu Fabra ultima la inauguración de su nuevo servicio este mismo curso. La Autónoma de Barcelona lleva cerca de cinco años sin aceptar más solicitudes de donantes: tiene unos 5.000 en su base de datos y ni el espacio ni las necesidades formativas de los futuros médicos pueden absorber más. La donación de cadáveres vive un momento álgido: cada vez más personas eligen dejar sus restos en el mundo académico para ayudar a mejorar la enseñanza de los estudiantes y potenciar la investigación.

La cesión del cuerpo a la ciencia es una decisión personal –sólo puede tomarla el interesado y debe constar administrativamente–, voluntaria y altruista –está prohibido compensarlo económicamente–. En Cataluña, cada facultad de medicina decide quién puede ser donante y la mayoría tienen los mismos criterios de selección: cualquier mayor de edad en plenas facultades mentales puede serlo. Las excepciones son las personas con enfermedades infecciosas como la hepatitis B y C o VIH; las que han muerto repentinamente o en circunstancias criminales –y, por tanto, hay que realizarles una autopsia– y las que han dado los órganos. Desde 2020, algunas facultades también rechazan a los donantes que dieron positivo de cóvido cuando murieron.

Las facultades también deciden en qué condiciones y con qué procedimiento se hacen las donaciones. Por ejemplo, si los trámites deben realizarse por vía telemática, presencial o híbrida. "En nuestro caso, siempre es presencial", afirma la directora del servicio de donación del cuerpo a la ciencia de la UVic-UCC, Laia Nogué. El interesado debe ir a la facultad acompañado de un testigo y, tras comprobar que cumple los criterios, recibe un carnet que le acredita como donante autorizado “por la UVic”, puntualiza Nogué. Cada facultad tiene su registro de donantes exclusivo. Las Universidades no comparten donantes.

La directora del servicio de donación del cuerpo a la ciencia de la UVic-UCC, Laia Nogué, en el laboratorio.

Miles de personas han dado ya su cuerpo a la ciencia en Catalunya, pero no hay ninguna estadística oficial. Además de la expedición de los carnés, cada facultad se hace cargo de los registros y gastos, sea con presupuestos propios del servicio o de la universidad. "La sala de disección debe mantenerse y las funerarias hacen facturas que hay que pagar", dice el responsable de las donaciones de cuerpo de la UAB, Alfonso Rodríguez. Algunas facultades también pagan el traslado de los difuntos, independientemente de dónde hayan muerto, pero otras, como la Universidad Rovira i Virgili, sólo lo hacen si han fallecido en la provincia de Tarragona.

Altruismo y cambio de mentalidad

La UAB detuvo las expediciones de nuevos carnets en 2018. “Tenemos donaciones comprometidas desde hace años y no podemos asumir más y llegar a los 10.000 donantes. Ahora llegan unos 60 cuerpos al año, si fueran 200 nos colapsaríamos”, dice Rodríguez. Tampoco tiene sentido que todo el mundo que quiere dar el cuerpo deba trasladarse a Bellaterra; se saturaría el servicio y la facultad receptora asumiría un gasto desmedido. "Ya hay otras facultades más cerca de donde viven que también necesitan cuerpos para sus estudiantes", justifica el catedrático de anatomía humana. Hasta hace cinco años, la gente de la zona de la Cataluña Central que quería dar su cuerpo a la ciencia tenía que ir a facultades del área metropolitana (en la UAB, justamente), en Girona o en Lleida. Ahora también pueden ir a la UVic ya Manresa.

El interés por la donación de cadáveres crece sin cesar. “Es una cuestión de mentalidad: la población es cada vez más sensible. En muchos casos ellos mismos o algún familiar han enfermado y quieren ayudar a hacer avanzar a la ciencia”, asegura Rodríguez. Desde 2008, coincidiendo con la crisis económica, se ha hablado mucho sobre si detrás de este aumento podría haber una motivación económica; es decir, de si es posible que alguien elija esta opción para no tener que pagar los gastos de la funeraria y del entierro. Aunque puede haber casos, Nogué descarta que sea generalizado: “En Catalunya somos muy solidarios. Lo vemos con los órganos y ahora también está ocurriendo con los cadáveres para la ciencia. Forma parte de nuestra cultura”.

Para ser donante de cuerpo los trámites deben realizarse en vida. "Con las voluntades anticipadas debería bastar, pero si no se acredita que se han hecho los trámites administrativos en la facultad receptora, quizás el deseo no se cumple", dice el presidente de la Fundación de Estudios Superiores en Ciencias de la Salud de la UVIC-UCC, Josep Arimany. La familia tampoco puede decidir por el difunto, a diferencia de la donación de órganos. De hecho, la donación de cuerpos a la ciencia carece de un marco jurídico propio. Existen referencias genéricas al reglamento de policía sanitaria mortuoria, a la normativa de trasplantes ya la de investigación biomédica, así como la de autonomía del paciente habla del capítulo del consentimiento informado.

Una estudiante aprendiendo a diseccionar la pierna de un donante de cuerpo en la Universidad de Vic.
Estudiantes practicando anatomía con cuerpos dados en la UVic.

Sin embargo, todavía hay mucha población fuera de las grandes ciudades y los municipios medios sin acceso a la información sobre la donación de cuerpos. La muerte y lo que ocurre con los cuerpos de los difuntos siguen siendo temas tabúes y hay personas en contra de dar el cuerpo –o que un familiar lo dé– porque les preocupa la integridad del cadáver. “Algunos son más reacios a pensar que van a remover su cuerpo”, dice Nogué. Añade que también ha tenido estudiantes que no se sentían del todo cómodos. “Hay que explicarles que estas personas han llegado a la facultad porque saben muy bien lo que hacemos y su última voluntad fue hacer avanzar la ciencia y la docencia”, afirma la forense.

Un lugar de homenaje

Nogué también es la directora del Laboratorio de Anatomía de la UVic-UCC y abre las puertas de esta instalación al ARA. En el interior de cinco neveras y tres congeladores se conservan los órganos, como el cerebro, el tracto digestivo o los genitales, y piezas del esqueleto. Dos estudiantes aprenden a quitar la piel y desengrasar una pierna. Diseccionan la extremidad con unas pinzas para dejarla completamente limpia y poder observar sus músculos, vasos y nervios tal y como son. Pueden tardar semanas en terminar el trabajo. Una vez terminadas las piezas, los estudiantes de grado, los que realizan prácticas de disección y los médicos internos residentes (MIR) podrán utilizarlas. También son útiles para cirujanos en activo, como traumatólogos y podólogos, que quieren prepararse para realizar operaciones complejas, investigar el comportamiento de las enfermedades o crear dispositivos.

Y, después, ¿qué pasa con los restos? La mayoría se vierten en una fosa común o un columbario en los cementerios, con restos de personas que no son donantes. La UVic-UCC es la primera en disponer de un espacio propio para las cenizas de los donantes. El cementerio de Vic ha cedido un espacio con elementos decorativos, como márgenes de la Plana de Vic, piedra de Folgueroles y una fuente de agua –ahora inoperativa por la sequía–, para homenajear a los donantes y ofrecer un lugar de luto y homenaje a familias.

“El donante ya es donde quiere estar. Es un espacio para que sus restos tengan un destino final y para agradecerles el gesto”, explica Nogué. La idea surgió cuando, en la recepción de la universidad, Nogué se encontraba a personas con un rosario en la mano rezando por los familiares que habían dado su cuerpo a la facultad: “Querían encontrar consuelo, pero no era el sitio. Este nicho permite a su familia, si así lo desea, tener un espacio físico para despedirse o llevar flores cuando quieran”. De momento, ya descansan los restos de 60 donantes.

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