Sobrevivir a cuatro tumores antes de los 50: "Cada año procuro subir un 3.000 con las amigas"
Los pacientes que reciben inmunoterapia destacan que el tratamiento es menos agresivo que otras alternativas contra el cáncer
BarcelonaLo primero que pensó Carla Borrell cuando le diagnosticaron un cáncer fue en su familia. Dice que, junto a amigos y médicos, fueron el motor para no rendirse cuando le dijeron que tenía un tumor en el pulmón, uno de los que tiene peor pronóstico. Su única alternativa era pasar por el quirófano para que le extirparan la mitad del pulmón derecho, que tenía muy dañada. La operación la dejó tocada, con más de 120 puntos y casi un mes de hospitalización para drenar todo el líquido acumulado en el aparato respiratorio, pero el tumor desapareció y los primeros controles mostraban una evolución favorable. Ahora bien, con el paso de las semanas le detectaron metástasis en la cabeza y tuvo que operarse de nuevo.
"Me sacaron un balón de tenis", recuerda bromeando Carla, quien explica que este optimismo y ánimo le ha acompañado en todo el proceso y ha sido clave en su recuperación. Tampoco la perdió cuando le anunciaron una segunda y tercera metástasis, ambas también en la cabeza, en los numerosos controles que realizó tras la segunda operación. Los últimos dos tumores los trató con quimioterapia y radioterapia y de nuevo todo salió bien. Esta vez, sin embargo, los oncólogos del Hospital Vall d'Hebron le propusieron que hiciera un tratamiento de inmunoterapia para intentar frenar el avance del cáncer, ya que con los tratamientos tradicionales no era suficiente y recaía.
Ante el riesgo de que hubiera más metástasis que hicieran peligrar su vida, Carla optó por realizar el tratamiento que le ofrecieron, que consiste en entrenar a las defensas para que ataquen las células cancerosas y evitar, así, su propagación. Estuvo dos años recibiendo el fármaco en cuestión, entre 2020 y 2022, y hasta ahora el cáncer no ha vuelto a aparecer. Con 54 años, mantiene la actitud vitalista y las ganas de hacer cosas, sobre todo deporte, que es una de sus grandes pasiones, casi siempre con amigas, a las que considera "personas vitamina". "Como tenía el pulmón afectado pensaba que no podría volver a correr y ahora cada vez que termino una carrera le envío una foto a mi oncóloga. Cada año procuro subir un 3.000 con las amigas", explica orgullosa.
Ya lleva cinco años libre de la enfermedad gracias a la inmunoterapia, por lo que no duda en recomendarla a todos los pacientes que se encuentren en una situación similar y puedan optar a un fármaco como éste. "Me ha cambiado la vida; la recomiendo sin dudarlo", asegura Carla, quien explica que durante los dos años de tratamiento no tuvo prácticamente ningún efecto secundario, mientras que con la quimioterapia y la radioterapia sí. "Tuve una afectación muy leve en la piel, pero nada que ver con los efectos de la quimioterapia, que me quitó el apetito, me cansaba, me provocaba mareos y me hicieron comprar pelucas por la caída del cabello", recuerda. La inmunoterapia, dice, ha sido fundamental para su recuperación, así como el apoyo incondicional de sus seres queridos y los profesionales que le han acompañado.
Ser padre gracias a un nuevo tratamiento
Cuando a José Perales le diagnosticaron cáncer de colon estaba "más muerte que vive". Con sólo 33 años, le había hecho metástasis en distintas partes del cuerpo, el tumor estaba en el estadio más avanzado posible y los profesionales no le daban ninguna esperanza; los pronósticos eran muy malos. Realizó 14 sesiones de quimioterapia que le dejaron muy débil (perdió más de 20 kilos) y no quería tomarse fotografías ni mirarse al espejo porque no se reconocía. Le dijeron que no se podía operar, que la intervención era demasiado compleja, pero pidió una segunda opinión en Vall d'Hebron –el buque insignia del sistema sanitario catalán– y allí sí le dieron garantías, y le dijeron que podía pasar por quirófano.
Los cirujanos le extirparon la mitad del colon y del páncreas, el duodeno y más de 70 ganglios de la parte posterior del abdomen. "Me han rehecho el aparato digestivo de arriba abajo", asegura el paciente tres años después. Operado, lo incluyeron en un ensayo clínico que evaluaba una inmunoterapia experimental y, contrariamente a los males pronósticos que tenía de entrada debido a su corta edad, ha podido rehacer su vida. Hace un año, de hecho, que es padre de Vega, un sueño que pensaba que nunca podría cumplir. "Es mi luz, una persona que ya había asumido que nunca llegaría", explica emocionado.
Dice que, en comparación con la quimioterapia, el tratamiento que hizo de inmunoterapia era como "beber agua"; no ha tenido efectos secundarios y tres años después del diagnóstico la sigue siguiendo para asegurar que no tiene una recaída. Cree que su caso da "esperanza a muchas personas que están en la misma situación". Porque antes un diagnóstico de cáncer era casi una sentencia de muerte, mientras que ahora el avance de la medicina ha permitido que pacientes como él, que tenían muy pocas perspectivas de futuro, puedan reengancharse a la vida. Ha recuperado el peso perdido y vive "prácticamente como antes", aunque es cierto que la operación y la quimioterapia le han dejado secuelas de por vida. Una vida en la que podrá ver crecer a su hija.
Detectar el cáncer a tiempo
Sin embargo, esta terapia también es efectiva en casos menos complejos. Mercè Freixa es paciente oncológica desde hace pocos meses y explica que no se ha encontrado mal en ningún momento del proceso. En febrero hizo un pipí de un color algo raro; pensaba que tenía una infección de orina y fue al médico para que le recetasen algún antibiótico. Sin embargo, en urgencias descartaron la infección y, como tenía un poco de sangre y había sido fumadora, le recomendaron que se hiciera una ecografía por si detectaban alguna lesión cancerosa. La prueba confirmó que tenía un tumor en la vejiga urinaria, pero, por suerte, estaba ubicado en una zona con buen pronóstico y no era demasiado grande. Le detectaron a tiempo.
La operaron en el Hospital de Bellvitge y, tras comprobar que las paredes de la vejiga no estaban afectadas, y que no había rastro de células tumorales, empezó un tratamiento con inmunoterapia para evitar recaídas. Durante un mes y medio acudió cada semana al hospital para recibir el fármaco, que le aplicaban directamente en la zona afectada por el tumor y, de momento, en ninguna de las pruebas posteriores le han encontrado ningún rastro de cáncer. Ahora en septiembre quieren hacer otras tres sesiones de recordatorio para asegurar que la evolución sigue siendo favorable, y si todo sale bien le irán espaciando las visitas.
En todo este tiempo prácticamente no ha tenido efectos secundarios, sólo un ligero dolor de cabeza y algo de mareo, y se siente muy afortunada de haber detectado a tiempo la enfermedad. "Por desgracia, el cáncer no avisa, pero me operaron muy bien y en todo el tratamiento no me he encontrado mal", explica Mercè, que recuerda que a su padre le encontraron el mismo tumor y, como no existían estos fármacos, tuvo que hacer quimioterapia para tratarse.