Geriatría

¿Son posibles los geriátricos sin correas?

Pese al protocolo, la consejería de Drets Socials no controla las contenciones mecánicas a los residentes

Una anciana sentada en la cama de su geriátrico

BarcelonaSi bien el Parlamento aprobó, en octubre del 2016, la elaboración de un protocolo para justificar y regular las sujeciones mecánicas en las residencias geriátricas, lo cierto es que casi siete años después cada centro hace la suya porque no hay una orden concreta sobre cómo actuar. Además, en el acuerdo de acreditación y calidad de las residencias, el ministerio de Derechos Sociales y las comunidades consensuaron que en 2025 se llegue a la "supresión total" de las sujeciones, salvo cuando la seguridad del residente o de los profesionales esté en riesgo. De momento, la consejería de Drets Socials no tiene ningún registro oficial de cuándo y por qué se hacen contenciones mecánicas.

El debate sobre si deben hacerse o no contenciones es antiguo y en los centros tiene muchas más voces a favor que en contra de ligar residentes a sillas y camas "para evitarles males mayores", sobre todo caídas. Al menos los datos así lo corroboran, aunque no existe ningún registro oficial de cuántas sujeciones se hacen ni cuál es el motivo. De los más de 9.000 geriátricos que existen en España, menos de 200 se declaran libres de sujeciones, una veintena en Catalunya.

Desde hace 20 años, el doctor madrileño Antonio Burgueño impulsa el programa Desatar de la Confederación Española de Organizaciones de Personas Mayores (Ceoma), una alianza de entidades que defiende la autonomía de los más viejos. El plan, como indica su nombre, tiene como objetivo "desligar a los ancianos" partiendo de la base de que las sujeciones (cinturones y correas) "no salen gratis y las carga el diablo", dice Burgueño, en referencia a los efectos que ocasionan: llagas por la presión, infecciones, pérdida del tono muscular, lesiones isquémicas y traumas psicológicos, enumera.

Burgueño fue el invitado en una jornada sobre sujeciones organizada por la Asociación Catalana de directores de Centros de Atención a la Dependencia Gerontológica (Ascad). En su intervención indicó que España es de los países europeos que más utiliza las correas, aunque admite que progresivamente su uso queda restringido para residentes con demencia o que no se pueden mantener de pie. Los cambios sociales y demográficos han convertido a las residencias en centros para grandes dependientes, con demencias muy avanzadas (60% de los usuarios). Y es una tendencia que aumenta. Según los datos del profesional, un 67% de estos usuarios tienen antipsicóticos prescritos –un porcentaje que casi dobla la media mundial–, un 41% tienen sujeciones físicas y otro 21% están encerrados en unidades restringidas en los propios centros. "Las contenciones farmacológicas y mecánicas van del brazo", afirma.

Evitar las caídas

Imma Prim se convenció de los beneficios de desatar a las personas mayores cuando la residencia que dirigía se adhirió a Desatar. "Es el modelo del respeto" hacia los residentes, porque son sus necesidades "y no las de los profesionales" las que se sitúan en el centro de todo el debate. Al final, apunta, "hay que promover el bienestar" de los usuarios.

Prim es ahora la delegada en Lleida del grupo ABD y se dedica a formar las plantillas de geriátricos para el programa Desatar. Subraya que prescindir de las correas es un proceso lento, que puede durar meses o años, en función del compromiso y la habilidad de los profesionales de cada residencia. "Si quieren, se quitarán las sujeciones, es cuestión de actitud", asegura y, afirma que "si el ratio de personal es el que exige la normativa no habrá que contratar más" si se eliminan las correas.

Trabajadoras de residencias explican que no dan abasto con la complejidad de los pacientes y que las correas pueden ser una herramienta "temporal" para, por ejemplo, hacer estar en la cama a un residente el tiempo necesario para acabar de atender al resto de usuarios y evitar así que se caiga o se lesione. Las caídas son el quid de la cuestión. Pero para los contrarios a las sujeciones no pueden ser la excusa para practicar lo que Burgueño califica de un "exceso médico, un maltrato a detener". En esta línea, Prim y Castaño dicen que la sobremedicación con tranquilizantes "aumenta el riesgo de caídas". ¿Cuál es la alternativa?

Cambio de mirada

"Si lo que queremos es que los residentes no se muevan, no los hay", responde el doctor, quien apunta que la mitad de las personas inmovilizadas mueren en un año. Para Fina Castaño, otra formadora de ABD, la alternativa implica hacer de pasillos, salas y comedores espacios adaptados y sin obstáculos, para que los residentes, que van en silla o andador, puedan ir libremente sin peligro de caer. Son remedios sencillos, razona a Castaño, como tener más personal pendiente de los residentes, colocar sensores de movimiento en las habitaciones para poder atenderles cuando despiertan. "Debemos interpretar conductas, observando a los residentes", dice la formadora.

Pero en la jornada no todo fueron testigos de fe ciega en el programa Desatar. El gerontólogo vasco Iñaki Antón defiende que las contenciones físicas son "actos médicos que deben realizarse siguiendo un protocolo, con restricciones o indicaciones, como todos los tratamientos". Profesionales de residencia advierten que no siempre es fácil trabajar sin correas porque, en muchos casos, las familias exigen.

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