Balcells ha anunciado que el próximo año el departamento elaborará un nuevo protocolo de atención a las mujeres que sufren violencias sexuales, que pondrá "la mujer en el centro, más allá del propio acto en sí de violencia", y dentro del cual se priorizará la detección precoz en la atención primaria. "Debemos poner el foco en las violencias machistas y el sistema de salud puede suponer una buena oportunidad para la detección", ha afirmado.
Más violaciones que nunca en Barcelona: se disparan un 51%
El hospital confirma dos agresiones vinculadas al fenómeno de los pinchazos en las discotecas pero no que se inyectara droga a las mujeres
BarcelonaEl terror sexual no deja de crecer. El balance anual que realiza el Hospital Clínic con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres es uno de los principales termómetros de esta plaga en la ciudad de Barcelona, junto con la información policial, y los datos de este año son preocupantes. Siguiendo la tendencia al alza de las denuncias –en Cataluña ya se denuncia una violación cada 12 horas–, entre el 1 de enero y el 31 de octubre las urgencias de este centro han recibido a 556 personas que habían sufrido una agresión sexual, la mayoría (502) de las cuales son mujeres. Respecto al mismo periodo del pasado año, es un aumento de pacientes del 51% y, de hecho, es el año con más casos registrados desde 2018, cuando se empezó a recoger datos.
"Es una cifra realmente impactante, nunca habíamos tenido este incremento", afirma Lluïsa García Esteve, psiquiatra y presidenta de la Comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género del centro. En 2019, el año con el pico más elevado hasta ahora, se atendieron a 503 pacientes. Este año, ya falta de que se añadan los datos de noviembre y diciembre, ya ha habido una cincuentena de casos más. En 2020, coincidiendo con el primer año de pandemia y el confinamiento, la cifra de cuidados se redujo, pero la violencia sexual no desapareció (297 pacientes), y desde entonces la cifra de agredidas ha ido escalando hasta al máximo histórico de 2022.
El Hospital Clínic, centro de referencia para la atención de víctimas de agresiones sexuales en Barcelona, ha atendido hasta ahora a 5.000 víctimas de violencia sexual, y el 11% han llegado a las consultas sólo este año. "Son datos estremecedores que demuestran que tenemos un grave problema. La sociedad está enferma, es machista y, además, es violenta. Es dramático que en el siglo XXI, en una ciudad como Barcelona, tengamos estas cifras de agresiones sexuales, que están perpetuadas todas por hombres", ha denunciado el director general del centro sanitario, Josep Maria Campistol.
García Esteve cree que este incremento inédito de víctimas atendidas en urgencias no se puede atribuir únicamente a que "aumenten las violaciones", sino que también se ha ido generando más conciencia entre las mujeres de la necesidad de dirigirse a un servicio sanitario después de un ataque de este tipo y de hacerlo con menos "miedo y vergüenza". Un buen ejemplo es el tiempo que tardan las víctimas en pedir ayuda: hasta un 65% llegan antes de que pasen 24 horas desde la agresión –el año pasado este porcentaje era del 51,6%–, y el 81%, antes de 72 horas.
Con todo, sólo la mitad de las víctimas han denunciado o tienen intención de hacerlo cuando llegan al hospital y hasta un tercio aplazan la decisión alegando que "no pueden pensarlo en ese momento" o tienen dudas al respecto. El 13,5% de las mujeres y el 9,2% de los hombres directamente verbalizan que no van a denunciar los hechos. "La pregunta que me hago es: ¿hay más agresores? No sé, pero hay que saber qué está pasando", ha dicho la psiquiatra.
El alcohol, principal droga
Gran parte de las víctimas (65%) explican a las enfermeras que antes de la agresión habían salido de fiesta. Su domicilio, el del agresor o el de otro es el espacio donde se produce el mayor grosor de los ataques (44,6%), pero los locales de ocio nocturno ya representan el 17% de las agresiones , sobre todo los lavabos de las discotecas o bares. "Este año, por primera vez, estamos registrando las circunstancias del ataque y es muy frecuente que nos expliquen que la agresión ha ocurrido en estos espacios", ha destacado la enfermera del Clínic, Teresa Echeverría. El 13,7% de las violaciones pasaron a la calle, entre ellas ocho mujeres sin hogar, y el resto en coches, transportes públicos, hoteles o en el trabajo.
Según las profesionales, a menudo los autores aprovechan que las víctimas consumen voluntariamente alcohol para agredirlas, lo que se conoce como sumisión oportunista. "Se habla mucho de otras drogas, pero a menudo no hacen falta, porque el alcohol es el principal facilitador y puede utilizarse de forma perversa cuando la víctima ya no puede consentir", ha advertido García Esteve, quien ha detallado que el 61 % de las víctimas verbalizan que habían consumido al menos seis horas antes del ataque. Los violadores se han valido de ese estado de embriaguez o de cualquier otro consumo de sustancias (cocaína, cannabis o anfetaminas) en tres de cada cinco casos. Mediante analíticas de sangre y orina, se confirmó que de las 136 víctimas que sospechaban haber sido drogadas, 23 presentaban concentraciones tóxicas en la sangre y habían sufrido sumisión química.
El terror sexual de los pinchazos
Este verano decenas de mujeres empezaron a denunciar públicamente que las habían pinchado con una jeringa mientras bailaban en la discoteca. No sabían quién lo hacía ni por qué, ni siquiera si les inyectaban ninguna sustancia. En pocas semanas los casos se multiplicaron en varios puntos del país, sobre todo en Barcelona y Girona, generando una alarma entre las jóvenes, preocupadas y enfadadas porque aparecía una nueva amenaza machista en los espacios de ocio nocturno. Desde entonces, los Mossos d'Esquadra han recibido 206 denuncias, pero hasta ahora no han podido comprobar que hubiera un vínculo entre esta práctica y la comisión de un delito sexual. Por lo menos no en el ámbito policial. El Clínic ha atendido a 72 chicas por posibles pinchazos y en dos casos ha quedado demostrado que habían sufrido una agresión sexual y, además, había una marca en la piel.
"Es un fenómeno que nos ha ocupado y preocupado todo el verano. En estos dos casos, las víctimas llegan al centro porque han sido agredidas y en la exploración física se aprecia un pinchazo, pero no se detecta ninguna sustancia en sangre ni orina", admite García Esteve. Desde que empezó este fenómeno, se temió que los pinchazos fueran una herramienta de sumisión para facilitar el abuso, pero hasta el momento sólo se ha podido constatar que dos mujeres que habían sido violadas también habían recibido un pinchazo. "Pero que en setenta casos no se pueda vincular el pinchazo a una agresión sexual o que no haya sustancias tóxicas en ninguna de ellas significa que no sean violencia machista. Lo son, porque los pinchazos son otra herramienta para atemorizar a las mujeres ", afirma.
Víctimas cada vez más jóvenes
La demanda es permanente durante todo el año. Las víctimas tienen entre 16 y 82 años, pero las chicas jóvenes sufren los mayores niveles de violencia: el 53% de las víctimas atendidas tienen menos de 26 años. En todos los casos, el agresor es un hombre, y en un 10% hay más de uno. Este año, se han registrado una cincuentena de violaciones grupales, prácticamente una cada semana, y, de nuevo, la mayoría (60%) son menores de 25 años. En una de ellas, la víctima señaló a siete autores. Aunque la tendencia es la misma, el porcentaje de casos ha descendido respecto a 2021 (15%) porque el volumen de casos total es superior.
En el 44,8% de los casos el autor del ataque es una persona conocida, como amigos o compañeros de trabajo, y en el 5% es la pareja o la expareja. Las pacientes también explican que el 40% de los agresores son desconocidos y hay algo más de un 10% que no saben identificarlos ni relacionarlos con nadie porque en el momento de los hechos estaban "muy intoxicadas" o hacía poco que los habían conocido, según Echevarría. De hecho, señalan también como agresores a taxistas, a sanitarios oa hombres que han conocido en las redes o en un local de ocio nocturno –y del que no pueden dar ningún detalle o referencia–. "La violencia sexual genera secuelas psíquicas. Llevo muchos años trabajando con estas mujeres y no hay ninguna que salga ilesa", afirma García Esteve.
El consejero de Salud, Manel Balcells, ha detallado que el Sistema de Emergencias Médicas (SEM) ha atendido 385 casos de violencia sexual, especialmente en verano, y ha destacado los efectos negativos de estas agresiones en la salud de las víctimas, no sólo en el ámbito sexual y reproductivo en lo que se refiere a los embarazos no deseados, las infecciones de transmisión sexual o las disfunciones sexuales que se pueden derivar. "También en la salud mental, porque estas experiencias se relacionan con episodios depresivos, intentos de suicidio o consumo de tóxicos ahora y en un futuro", ha ejemplificado.