Abusos

El caso del Institut del Teatre hizo aflorar 11 denuncias por abuso de poder y acoso en el Esmuc

Los estudiantes del sector musical salen a la calle después de un caso de abusos en el Conservatori del Liceu

Núria Sempere en un aula de percusión del Esmuc.
20/06/2025
3 min

BarcelonaEl sector musical está removido. Decenas de alumnos han salido a la calle para pedir que acabe la impunidad en relación al abuso de poder que ejercen algunos docentes. Ha sido el turno de un profesor de guitarra apartado del Conservatorio del Liceu tras la denuncia por tocamientos de una alumna, un caso que avanzó El Periódico.Durante los últimos años, el mundo de la cultura ha vivido un cambio a la hora de establecer las relaciones entre alumnos y profesores, especialmente después de que estallara el caso del Institut del Teatre. Ahora es el caso de la Escuela Superior de Música de Catalunya (Esmuc). Cuando el ARA hizo público el reportaje sobre el Institut del Teatre, la directora, Núria Sempere, escribió cerca de 2.500 titulados del centro para saber si habían vivido situaciones similares. "En ese momento 11 personas nos escribieron y nos relataron lo que habían sufrido. Situaciones de abuso de poder y situaciones que podrían calificarse de acoso. Quien te diga que no hay casos, miente", explica Sempere desde París.

El Esmuc inició la instrucción de los casos denunciados, pero no todos salieron adelante porque algunos alumnos prefirieron que no se iniciara el procedimiento. Al final, no hubo despido alguno porque, o bien los casos habían prescrito, o se trataba de personas que no tenían contrato indefinido y que ya no estaban en el centro, o eran profesores que estaban fuera de la escuela y que no regresaron. Sin embargo, sí hubo "sanciones por actitudes contrarias al código ético y al protocolo de acoso".

Hace siete años, justo cuando Sempere entró en la dirección de la institución, y cuatro años antes del caso del Institut del Teatre, la nueva dirección convocó al colectivo feminista y ya surgieron "actitudes inadecuadas de cuatro profesores". Se trataba de situaciones inapropiadas para la enseñanza superior, pero que no podían calificarse de acoso o de abuso sexual, sino simplemente modos de hablar y hacer totalmente fuera de lugar, "inaceptables". Un ejemplo era que, para explicar el diafragma, el docente "tocaba directamente" el diafragma del alumno, cuando había otras formas de hacer las explicaciones sin ser tan invasivos. "Si tocas a alguien, pide permiso, porque es muy violento que te toquen el diafragma directamente sin avisar", relata la directora. A raíz de estas situaciones y del despliegue de los protocolos y códigos éticos pertinentes, el claustro empezó a reflexionar sobre cómo se ejercía el poder. "Pero el gran tema no es el acoso, que nos violenta mucho y nos incomoda, y es horroroso. Para que se produzca este acoso debe haber un clima de poder que permite a quien lo tiene abusar de él. Por tanto, desde nuestro punto de vista, lo que hay que atacar son las relaciones de poder entre el alumnado y el profesorado; delito", relata Sempere.

Al tratarse de formación musical, cuando son clases de instrumentos, el alumno está solo con el profesor. Esto comporta una singularidad que no existe en otros ámbitos académicos. A raíz de esto, se realizaron cambios para que todos los despachos tuvieran ventanas para poder ofrecer el máximo de transparencia en los encuentros entre el alumnado y los docentes. Otra de las transformaciones que se ha impulsado, y que entrará en vigor próximamente, es cómo debe ser la evaluación. Según Sempere, si la evaluación "es opaca" el estudiante "no tiene ningún arma para enfrentarse a un abuso de poder del profesor".

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