Sucesos

Una estafa amorosa: la hipótesis principal en el crimen contra tres hermanos en Morata

Las víctimas mortales, dos mujeres y un hombre, tenían entre 70 y 80 años

ARA
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Un vehículo de la guardia civil

BarcelonaHacía semanas que ningún habitante de Morata de Tajuña (Madrid) sabía nada de los hermanos Pepe, Amelia y Ángela. Era raro en ellos: los tres participaban activamente en las actividades culturales del pueblo. Sin embargo, este 2024 habían desaparecido. Fruto de su popularidad, cuando ayer por la mañana la Guardia Civil encontró los tres cadáveres quemados, apilados y con restos de sangre, los vecinos no dudaron en señalar qué les había podido ocurrir: se trataría de una deuda por una estafa amorosa. Las víctimas de esta estafa serían Amelia y Ángela.

Según relató a Efe Enrique Velilla, amigo de la familia, tanto Amelia como Ángela contactaron hace años con dos militares estadounidenses que aseguraban estar destinados en Afganistán a través de Facebook. Las hermanas y ellos iniciaron una relación. Un buen día, sin embargo, uno de ellos, que aseguraba llamarse Edward, informó a las hermanas de que el otro militar había muerto y que, para poder cobrar su herencia, necesitaba que le enviaran dinero de forma periódica.

Las hermanas accedieron y empezaron a invertir buena parte de la pensión en "ayudar" a Edward. Al poco tiempo, las hermanas quedaron en la ruina y empezaron a pedir dinero, convencidas de que tarde o temprano llegaría la herencia prometida y podrían devolverlo.

La hipótesis principal de la policía es que fueron precisamente algunas de las deudas que contrajeron lo que acabó con su vida, y que el asesinato sería una venganza porque la herencia no llegaba y se habrían cansado.

El propio amigo de la familia, Enrique Velilla, asegura que las advirtió que aquello podía ser una estafa, pero que ellas estaban convencidas de su historia de amor, desoyeron las alertas y rompieron su relación con él.

Mientras que a Enrique le pidieron cerca de 18.000 euros, a otra vecina con la que apenas tenían trato, Mari, le solicitaron 15.000. Desesperadas, las hermanas incluso probaron suerte con el cura del pueblo, Pascual, según explicó él mismo a Efe. A ninguno les consta que nadie accediera a sus peticiones.

Las persianas verdes

Pero, ¿cómo puede ser que nadie avisara antes de la desaparición de los hermanos? Hacía semanas que las persianas verdes de su chalet de dos plantas estaban bajadas y ninguno contestaba a las llamadas. Los vecinos pensaban que los hermanos habrían ido a pasar las fiestas a alguna otra de sus viviendas. Sin embargo, con el paso del tiempo, cada vez se volvía más extraño. Hasta que un fuerte olor empezó a salir de la vivienda.

De hecho, una vecina que vive en la casa de al lado dijo que llevaba días avisando a la Policía Local del hedor, pero que no lo revisaron hasta ahora. En el momento que llegaron, los cuerpos ya estaban en estado de descomposición.

Los tres hermanos estaban solteros y siempre habían vivido juntos. Iban en comitiva a todas partes: Pepe tenía una discapacidad, y Amelia, la más joven y "espabilada" –como muchos la definen–, se encargaba de cuidarlo.

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