Sucesos

La historia del asesinato del joven francés enamorado de una prostituta que se ha resuelto 20 años después

Los Mossos detienen en Catalunya a los dos autores de un asesinato en Nancy en el 2003

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BarcelonaHabían logrado una nueva vida a base de mentiras y ocultar el pasado manchado de sangre. Tenían una mujer que no sabía quién era en realidad su marido. Y unos hijos que desconocían los antecedentes de su padre. Esta historia comienza en 2003 en Nancy (Francia) y acaba este año en Cataluña. Y el inicio es el de una historia de amor con un final trágico: un chico de 29 años se enamoró de una prostituta de Nancy e intentó que ella y una amiga dejaran el prostíbulo para escapar juntos. Cuando los controladores del burdel, un tío y un sobrino, lo supieron, cogieron al chico y lo apalearon hasta matarlo con unos bates de béisbol. Los asesinos se cebaron hasta tal punto con la víctima que el forense dio por hecho que los orificios en la cabeza que presentaba el cuerpo podían ser de un disparo. El cadáver del chico le transportaron en coche hasta una zona boscosa de Grondeville, donde le dejaron abandonado.

La policía francesa consiguió vincular al tío y al sobrino, de origen rumano, con el crimen, pero no había rastro de ellos ni del coche. En el 2011 les condenaron (sin estar ellos en el juicio) a 30 y 26 años de cárcel. La justicia francesa emitió dos órdenes de detención europeas. Si las hubieran emitido un poco antes, el crimen del chico se habría resuelto en el 2004, cuando uno de los hombres secuestró tres días a una prostituta en Barcelona y la agredió sexualmente. O en el 2008, cuando el propio hombre le detuvieron por ir bebido. Entonces, los Mossos d'Esquadra ya le cogieron las huellas y revisaron su documento de identidad, pero no dieron resultado sospechoso alguno.

El documento de identidad, de hecho, era falso. Sobre el papel, era un hombre de nacionalidad croata sin antecedentes en Cataluña. En realidad, era uno de los autores del crimen de Grondeville. Concretamente, el tío. Los Mossos no supieron nada más hasta el pasado año, cuando la Unidad Central de Homicidios de la División de Investigación Criminal de los Mossos empezó a investigar el asesinato de una prostituta en Catalunya que había pasado hacía años y no se había logrado resolver. Muy cerca de la escena del crimen identificaron a este hombre supuestamente croata que en su día nadie investigó y que ahora los Mossos consideraron sospechoso. Pidieron sus antecedentes a varias policías europeas. "Tenía antecedentes en Rumanía por falsificación de identidad y homicidio imprudente. Y en Bélgica por robos", explica el subinspector Manel Novoa, jefe de la Unidad Central de Homicidios. La respuesta que fue realmente reveladora fue la de la policía francesa: tenía las mismas huellas que un hombre con una orden de detención activa desde 2011 por el asesinato de Grondeville del año 2003.

Con los meses, los Mossos descartaron que este hombre tuviera nada que ver con el asesinato de la prostituta en Catalunya, pero empezaron a investigarlo por el crimen en Francia. El coche con el que transportaron el cadáver del chico fue el que condujo a los Mossos al segundo autor del asesinato, el sobrino. La policía descubrió que ese coche había pasado varias veces de manos a base de comprarlo y recomprarlo. Sobre todo, los intercambios fueron entre la mujer del tío y otro hombre de origen croata que en realidad era el sobrino. Tenerlos en ambos situados permitió a la policía reconstruir sus vidas desde el asesinato de Grondeville.

Denuncias cruzadas

"Cuando llegaron después del asesinato se dedicaron a la misma actividad: la prostitución", explicó Novoa. Hicieron de controladores de varios burdeles. Uno de los locales, precisamente, es donde mataron a la prostituta. Con los años vieron que sus caras salían en los medios de comunicación franceses y con el juicio cerca decidieron pasar al anonimato. De hecho, llegaron a pelear entre ellos: en el 2010 se denunciaron mutuamente por una deuda económica. Esto significó la rotura entre los dos y se dejaron de ver.

Cada uno construyó su propia vida. Uno en Segur de Calafell y el otro en El Prat de Llobregat. Conocieron a dos mujeres, una española y la otra rumana, y tuvieron hijos. Pero cada uno lo llevaba a su modo. El sobrino, el más joven, aprovechó que sabía varios idiomas para conseguir trabajos de conserje en hoteles. Ahora, de hecho, trabajaba en un establecimiento de lujo en Barcelona. No dijo absolutamente nada a la familia, que pensaba que era un inmigrante croata que había logrado ganarse la vida en Catalunya. El tío, en cambio, no trabajaba y salía poco de casa. Cuando lo hacía, llevaba la cara tapada y siempre vigilaba que no le siguieran. De hecho, tenía cámaras en las ventanas de casa y un móvil pegado a la mirilla para grabar todo el rato el pasillo. Cuando salía de casa, grababa con el móvil las matrículas de todos los coches aparcados para controlar quién pasaba por su barrio. De hecho, había tenido más de un enfrentamiento violento con algún vecino.

Violencia y arrepentimiento

Su mujer era consciente de que su marido hacía cosas raras, pero él le había explicado que tenía algunos antecedentes y por eso vigilaba tanto. Sin embargo, no le había confesado que era un asesino. Costó confirmar que era él porque iba siempre tapado, pero finalmente a principios de agosto los Mossos le detuvieron. Aprovecharon que salía de casa en bicicleta y el Grupo Especial de Intervención (GEI) le interceptó. Fueron los GEI porque la policía sospechaba que iría armado, y así fue: llevaba una navaja de 23 centímetros. La detención de su sobrino fue completamente distinta. No se resistió e incluso dijo: "Por fin podré dormir tranquilo después de tantos años". Estaba arrepentido de un crimen que cometió cuando tenía solo 19 años. Explicó que no podía aguantar más tiempo escondiendo su pasado a su familia.

En el coche de su tío los Mossos encontraron una sorpresa: debajo de una lona protegida con varias trampas estaba el mismo vehículo con el que habían transportado al joven francés que se enamoró de una prostituta. Lo había guardado todo ese tiempo, protegido para que nadie levantara la lona. Ahora, tío y sobrino ya están en una cárcel francesa. Pero la historia no termina aquí. La Unidad Central de Homicidios, que se dedica a investigar los crímenes más complejos que no se han logrado resolver, aún intenta averiguar quién mató a aquella prostituta que condujo a la resolución del crimen en Francia.

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