Sucesos

Zapatillas Gucci y joyas o dormir entre cartones: el esclavismo de los narcos albaneses en Tarragona

El líder de la banda tenía una vida llena de excesos, mientras que los cuidadores de las plantaciones malvivían encerrados

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Barcelona"Es la operación más importante del año de la Guardia Civil en Cataluña en la lucha contra el tráfico de marihuana", resume el capitán Héctor, jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Tarragona. La operación Kapilar conseguió desarticular esta semana a un grupo criminal albanés que tenía decenas de plantaciones de marihuana por la costa catalana, desde El Masnou hasta Miami Platja. Se saldó con 21 detenidos, entre ellos los líderes de la organización y sus miembros más rasos. Kapilar fue nombre escogido por los investigadores para intentar plasmar una estructura en el que existía un abismo entre la calidad de vida de los líderes y de los secuaces. Como si fuera el sistema circulatorio, empezaron investigando los capilares (los vasos sanguíneos más pequeños) y llegaron "a las arterias y al corazón de la organización".

El corazón de la banda era un hombre de nacionalidad albanesa que llevaba años viviendo en un apartamento de alto standing en Salou. "No sabía qué hacer con el dinero", apunta el capitán de la Guardia Civil. Cuando la Guardia Civil entró en su casa, un agente comentó, sorprendido, un hallazgo: el hombre tenía, junto a la cama, unas zapatillas Gucci originales de andar por casa. No descienden de los 500 euros. Cuando abrieron su armario, vieron que tenía decenas de prendas de marcas caras aún con la etiqueta puesta. No se las había puesto. Su joyero estaba lleno de relojes de lujo y cadenas, y el de su pareja, lleno de joyas. En el garaje, había varios vehículos de alta gama, todos de matrícula extranjera. Además, prácticamente cada día almorzaba y cenaba fuera, y solía terminar la jornada tomando unas cuantas copas en un local de ocio nocturno.

Los dineros en efectivo de la marihuana le "salían por las orejas" y no podía gastarlos con propiedades, ya que hoy en día cuesta mucho pagarlas en efectivo. Sin embargo, de alguna manera tenía que blanquearlos.

Sin salir a la calle

Sus excesos contrastaban con la vida prácticamente de esclavos que tenían a los cuidadores de las 14 plantaciones repartidas por el territorio. "A algunos no les hemos llegado a ver nunca, pese a las horas y horas de vigilancia frente a las casas. Sabíamos, sin embargo, que estaban allí", apunta el investigador de Guardia Civil. Se pasaban meses y meses encerrados dentro de la nave o el chalet donde estaba la plantación. No podían salir siquiera para ir a buscar comida. Había un miembro de la banda encargado de llevarles provisiones. Los investigadores sabían que había gente porque las luces se encendían y se cerraban, pero los cuidadores no veían la luz del día. "Malvivien", continúa el capitán. Algunos sin agua potable, ni sistema de calefacción, ni siquiera ducha. Dormían en una cama donde los somieres eran cartones, en pequeñas estancias porque cualquier rincón de la casa debía aprovecharse para cultivar marihuana.

En el fondo, eran temporeros. Fuentes de la investigación explican que la mayoría eran albaneses que viajaban a Catalunya con el encargo de cuidar de las plantaciones. Era un trabajo que duraba medio año y después volvían a su país a pasar la otra mitad del año. Seis meses después, volvían a venir y cogían el relevo del grupo de albaneses que ya les habían sustituido. "Medio año encerrados en una casa y medio año con la familia", resume el guardia civil. Cuando los investigadores descubrieron la primera plantación, en Miami Platja, rápidamente dedujeron que aquello no era la obra de un traficante local, sino de un grupo criminal. "Cuando hay cuidadores casi esclavizados, estamos frente a una banda organizada y con recursos", explica el capitán.

Una de las plantaciones de la banda albanesa afincada en Cataluña.

Unos recursos que utilizaban para protegerse y no ser detectados. Por ejemplo, alquilaban los inmuebles, no los ocupaban. "Si no, cantarían demasiado", dice el guardia civil. Buscaban espacios escondidos, pero no lejos de carreteras y tomaban muchas medidas de seguridad: cámaras de vigilancia por todas partes (dentro y fuera) y detectores de movimiento. El capitán explica que todo iba más destinado a evitar robos o asaltos de otras bandas que a frenar la intervención policial. La banda albanesa estaba en Cataluña sólo para producir kilos y kilos de marihuana (durante el operativo requisaron 6.600 plantas y 100 kg de cogollos). Después, toda la droga la sacaban por carretera hacia Europa, normalmente en camiones.

Catalunya, explica el capitán de la Guardia Civil, es un lugar estratégico por varios motivos. Uno es la "proximidad con la frontera francesa", pero también entra en juego tener dos puertos importantes (Barcelona y Tarragona) cerca y que haya una carretera como la AP-7 que conecta fácilmente estas tres ubicaciones. Y un elemento más: ahora la AP-7 ya no tiene peajes y eso permite a los traficantes realizar viajes más rápidos y más baratos. Este mismo jueves, los Mossos d'Esquadra estrenaron un escáner de camiones en el antiguo peaje de Martorell para descubrir droga oculta en las cargas.

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