Sucesos

Supermercados y farmacias a oscuras: "No podemos vender"

La inquietud en las calles es generalizada: la gente no puede comprar con tarjeta y los negocios cierran

Supermercado del Raval barcelonés sin luz

BarcelonaAnna no se mueve de la puerta de la farmacia Nadal, en la Rambla de Barcelona. El local está a oscuras y no permite la entrada de clientes debido a el apagón general del suministro eléctrico que está afectando a toda Cataluña, España y Portugal. Sin luz e internet, muchas farmacias no pueden vender medicamentos con receta, ya que el sistema se ha caído. Anna no puede cobrar si no es en efectivo y dice que ha sacado algo de dinero de la caja por si alguien entra a comprar. "Pero por lo general no puedo vender", reconoce. Además, algunos productos necesitan refrigeración, y si se rompe la cadena del frío el medicamento se estropea. "Ha pasado de repente. No entiendo nada", admite.

En las calles la desazón es generalizada. "Es desesperante porque no se puede pagar nada, ni cargar el móvil, ni hacer nada", dice Miquel Garcia, estudiante de negocios internacionales en una escuela del Eixample. Vive en Sant Boi y se plantea ir andando hasta casa, porque el transporte público tampoco funciona. De hecho, donde hay un cajero automático, hay colas para sacar dinero. Por ejemplo, el de Portal del Ángel. Allí los comercios han bajado las persianas mientras esperan recibir indicaciones sobre lo que deben hacer. Sin embargo, se ve algún negocio con actividad, como el establecimiento de lotería en frente de El Corte Inglés, donde un par de personas aprovechan para comprar un décimo.

Un repartidor que va con la carreta llena de paquetes para entregar está parado en plena calle en el centro de Barcelona. "Sin luz no podemos trabajar", se queja. Como él, todos los trabajadores de la multinacional para la que trabaja dependen de las órdenes que les llegan a través de Internet. "No puedo ver la dirección en la que tengo que hacer las entregas", remacha.

Unos metros más abajo, un vigilante de seguridad niega la entrada a todo el mundo que intenta acceder al Carrefour de la Rambla. "No se puede, lo siento, no tenemos luz", explica. Lo hace en catalán, castellano y también en inglés. Dice tener un generador que permite la refrigeración de los productos. También permitiría seguir vendiendo, pero no se fían y han decidido cerrar sus puertas al público. Muchos comerciantes temen que les entren a robar aprovechando el desenfreno, sobre todo los que tienen puertas eléctricas y han quedado abiertas de par en par.

Colas en un cajero automático

Mientras tanto, agentes de la Guardia Urbana intentan controlar el paso de vehículos y peatones que quieren atravesar la confluencia entre la Rambla, la calle Pelayo y la plaza Catalunya. Los semáforos no funcionan, tampoco el metro, y varias personas se acercan a las estaciones, que están acordonadas, buscando respuestas. "¡No se puede entrar, no se puede entrar!", se limita a decir un vigilante de metro. De hecho, Protecció Civil pide a la ciudadanía que reduzca al mínimo la movilidad y que sólo se mueva cuando sea estrictamente necesario.

El personal de seguridad de los Ferrocarriles de la Generalitat (FGC) asegura que no puede contactar con sus responsables y que no saben lo que ha pasado, pero insisten en que no se puede acceder a las instalaciones. Ningún transporte funciona. De hecho, hay pasajeros que se desplazaban cuando se ha producido el apagón y han quedado atrapados en el interior de los convoyes. Los Mossos han enviado a todas las unidades ARRO y Brimo a evacuar a los usuarios que estén atrapados en ascensores y túneles.

Los que estaban en la parada de Urquinaona, como Ana Fernández, han quedado parados cerca de 20 minutos completamente a oscuras, hasta que les han dejado salir por el andén. Explica que les han informado en todo momento de una avería generalizada y que han salido por la cabina del conductor.

Mossos evacan a los pasajeros del Metro

"Se ha marchado la electricidad a toda España", replica una usuaria que se ha convertido en portavoz oficiosa para las personas que se acercan a la salida del metro de Catalunya. "Hoy no sé qué comeré", apunta otra, con frustración. "¿Ahora qué hacemos?", insiste su acompañante. Varias personas intentan tomar uno de los pocos taxis libres que se mueven por el centro de la ciudad. Un hombre cargado con maletas consigue detener a uno.

Las gasolineras también están viviendo colas inusuales. Por ejemplo, en la gasolinera de la calle Roger de Flor con Diputació se puede ver una larga cola de motoristas para llenar el depósito y de personas que quieren llenar garrafas de gasolina. Hay que tener en cuenta que muchos generadores funcionan con gasoil y, ante la ausencia o escasez de electricidad, se están multiplicando los peatones que van en busca de este combustible.

Escuelas y casales de ancianos

En el casal de las personas mayores del Raval el apagón les ha cogido mientras almorzaban. "Por suerte, hemos podido calentar la comida antes de que se marchara la luz", dice Judit, monitora del centro. En la puerta está Ramona con su madre, que va en silla de ruedas, y la lleva a casa para poder subirla. "Tenemos una plataforma con batería, pero temo que, si tardamos mucho, no pueda subir a casa", dice. "¿Por casualidad alguien tiene una radio analógica?", grita alguien.

La directora de un geriátrico del barrio explica que, de momento, todo funciona bien. Tienen comida y productos higiénicos para pasar un par de días sin problemas y han puesto en marcha los generadores para manejar los ascensores. Tienen un centenar de residentes que han podido almorzar tranquilos y ahora descansan en las habitaciones. Hay personal que no ha podido llegar a la residencia por problemas de transporte.

Algunos padres, preocupados, también han ido a buscar a sus hijos a la escuela, como es el caso de Ilda. A ella el apagón lo cogió en el metro en Passeig de Gràcia, pero pudo salir porque cuando se marchó la luz las puertas estaban abiertas. A Eva Tomàs, maestra de la escuela Milà i Fontanals, la ha cogido cuando estaba a media clase con los niños: "Primero he pensado que se había ido la luz a la escuela, no ha sido hasta que he salido de clase que hemos visto que era generalizado", dice.

En las guarderías no ha habido mucha afectación. "El apagón nos ha cogido en plena hora de la siesta, así que hemos puesto a los pequeños a dormir y no lo han notado", explica Monica Luque, de la guardería Tic-Tac, en el Eixample. Los pequeños suelen dormir de 13 ha 15 hy, de hecho, hasta esta hora no se ha pedido a los familiares que vinieran a buscarlos.

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