El pasado verano se cerró con 17 personas ahogadas en las playas catalanas, cinco de ellas en la Costa Daurada. Entre todas las personas ahogadas, 12 tenían más de 65 años, tres tenían edades comprendidas entre los 50 y los 65 años y dos personas tenían entre 18 y 50 años. Un dato a tener muy en cuenta es que ocho de las personas que murieron ahogadas se estaban bañando en playas no vigiladas o fuera del horario de vigilancia, mientras que cuatro fallecieron en playas vigiladas, pero mientras ondeaba la bandera amarilla. Cabe recordar que la bandera amarilla implica que hay que bañarse con mucha precaución, porque puede haber fuertes olas o intensas corrientes marinas. Cuando hay bandera roja directamente queda prohibido el baño.
Las playas de Tarragona, listas para la temporada de verano
Tensión entre los pocos municipios que han necesitado un refuerzo de arena
TarragonaLos temporales de este año no han sido tan agresivos y han respetado un poco más las playas de la Costa Daurada, algunas de las cuales, además, ya cuentan con planes de protección específicos. (FEE por sus siglas en inglés) ha vuelto a premiar la demarcación de Tarragona otorgando hasta 34 banderas azules por el estado de sus playas. el año pasado), mientras que la demarcación de Girona tiene 27 y la de Barcelona, 24.
La buena nota que pone esta fundación en las playas tarraconenses coincide con la percepción que los visitantes tienen. Turismo de la Diputación de Tarragona Los visitantes que más valoran este territorio son el público familiar, que también llega atraído por los servicios que ofrece el territorio, ya sea el parque de atracciones de Port Aventura, que este año celebra su 30 aniversario, como la oferta de alojamiento, la restauración o todas las actividades que se pueden llevar a cabo en "La playa es la puerta" mundo, también se le ofrecen "otros alicientes turísticos". Uno de ellos está en el interior de la demarcación, donde hay atractivos para un perfil de turista que valora más la oferta cultural y la naturaleza.
Tensión por la arena
Esta primavera no ha sido necesario reponer mucha arena que las tormentas se llevan casi cada año. Las playas de Tarragona ciudad, por ejemplo, que el año pasado necesitaron una aportación de arena, este año se le han podido ahorrar. Ahora bien, las que han necesitado han tenido problemas. La de Altafulla, que hace dos años vio cómo el agua llegaba a la puerta de los restaurantes de primera línea de mar, este año sólo necesitaba un pequeño refuerzo de entre 1.500 y 2.000 metros cúbicos, según explica a la ARA la coalcaldesa y concejala de Medio Ambiente del municipio, Alba Muntadas: "La gestión que hemos hecho para consolidar las que se habían realizado anteriormente, de 20.000 o 40.000 metros cúbicos". Sin embargo, aún no ha podido hacerlo.
El Puerto de Torredembarra está obligado a compensar cada año las playas que hay más al sur, porque su infraestructura impide que la arena que se llevan los temporales pueda devolver a las playas de forma natural. El Ayuntamiento de Altafulla ya pidió en octubre que se preparara una aportación de arena, pero la decisión, que además del Ayuntamiento de Torredembarra también implica al Estado y la Generalitat, se ha ido retrasando. La reunión clave se celebró el lunes y según fuentes del departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, finalmente se ha autorizado la extracción de 1.500 metros cúbicos de arena, bajo supervisión del grupo ecologista GEPEC. La Generalitat está tratando de encontrar "el consenso entre ambos ayuntamientos", según fuentes del Govern. "Parece que ha habido algún interés por parte de alguno de los agentes por alargar el plazo hasta llegar a un punto de que el Ayuntamiento de Torredembarra, que inicialmente estaba a favor, ahora se opone frontalmente", lamentaba Muntadas. El plan B del Ayuntamiento de Altafulla, si falla el acuerdo con Torredembarra, es trasladar la arena de los extremos de su propia playa para ponerla en la zona central, que es la que ha quedado más afectada durante este año.
Otra playa que también ha necesitado el traspaso de arena es la de Calafell. En este caso, los 20.000 metros cúbicos que se necesitan se extraen del puerto de Coma-ruga, en El Vendrell. También en ese caso, ha habido tensión. En los últimos años, los camiones que trasladan la arena de Coma-ruga hasta Calafell lo hacían por la arena, pero, este año, el Ayuntamiento de El Vendrell pidió que se hiciera por carretera, porque a estas alturas ya hay bañistas y también para evitar que el paso de los camiones por la arena pueda afectar a la biodiversidad. Medio Ambiente dio la razón a El Vendrell, y los camiones, que tendrán que hacer unos 1.200 trayectos para transportar la arena, tendrán que circular por la carretera. El alcalde de Calafell, Ramon Ferré, en declaraciones a Calafell TV, se mostró muy molesto por este cambio, asegurando que implicará un sobrecoste de cerca de 50.000 euros. El traslado de arena, además, tuvo que suspenderse temporalmente después de que unos desconocidos sabotearan los camiones echándoles arena dentro del depósito de combustible.
Todavía hay otra playa que también ha necesitado la reposición de arena, que es la de la Pineda, en Vila-seca. En 2003, a raíz de la prolongación del dique de Levante, el Puerto de Tarragona se comprometió a llevar a cabo esta "medida ambiental compensatoria" durante 20 años, plazo previsto para construir el contradique de Poniente, que debería poner fin a la pérdida de arena. A raíz de este acuerdo, el Puerto de Tarragona repone cada año 100.000 metros cúbicos de arena en la Pineda. Este año, la reposición se hizo el pasado mes de abril y sin tensión alguna entre las dos partes.
Renaturalizar
Además de la tregua de las tormentas, la arena también se ha mantenido gracias a las medidas específicas de protección que están impulsando algunos ayuntamientos. Algunos ya han empezado a poner manos a la obra, como Altafulla o Calafell, y otros que lo tienen previsto y que empiezan a darle vueltas, como la Pineda o Salou. Detrás de muchos de estos proyectos se encuentra Francesc Xavier Roig, doctor en geografía y geología, que trabaja como técnico de playas en Cataluña, las Islas Baleares y también en el Caribe. "Muchas playas de la Costa Daurada tenían unas dunas naturales que funcionaban como reservorio y evitaban que se marchara la arena", explica Roig. Sin embargo, estas barreras naturales se sacaron para ensanchar paseos marítimos y construir hoteles y chalés en primera línea de mar y ahora, cuando llegan las tormentas, no encuentran nada que frene las olas. "Las playas no tienen mecanismos de defensa", dice Roig. A partir de esa alteración que hizo el hombre, es muy difícil garantizar que se puedan mantener las playas tal y como las conocemos. "Hay que aceptar que es un ámbito dinámico", insiste el geógrafo. Según explica, "la solución pasa por hacer una radiografía de cada playa", para determinar cómo actuar. En algunos casos, por ejemplo, se han vuelto a instalar dunas en la arena, ahora artificiales, y por el momento está funcionando. Lo que tiene muy claro Roig es que en lugar de echar toneladas y toneladas de arena para ganar terreno al mar, hay que hacer justo lo contrario. "Tenemos que darle más espacio al mar", explica. Roig denuncia que algunos paseos marítimos están sobredimensionados y que deberían hacerse más pequeños y cederle espacio al mar. El técnico recuerda también que hace cuatro años se retiraron los espigones semisumergidos de Cunit y Calafell "y la playa no se ha erosionado". Según reivindica, esto demuestra que la política de construir espigones para evitar que se marche la arena "es un fracaso".