Tess Hache: “Muchos adolescentes pasan veranos sin ir a la playa por vergüenza”

Tess Hache fotografiada a las Ramblas de Barcelona
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Es una realidad cruel que vale la pena recordar estos días de verano: hay adolescentes que pasan años sin ir a la playa porque la sociedad en la que vivimos ha conseguido que se avergüencen de su propio cuerpo. Así de duro. “Primero empiezas escondiendo la barriga”, arranca la maresmenca Tess Hache, que ha crecido a pocos metros del mar, “después aprendes a tensar el cuerpo para disimular ciertas partes que no te gustan, adoptas posturas estudiadas... y un día te sientes tan poco a gusto, ir a la playa te genera tantíssima angustia, que no vuelves”. Historias como la suya, avisa Tess Hache, son más habituales de lo que nos pensamos. 

Detrás, está la presión de un mundo que reproduce un canon de belleza que discrimina todos los cuerpos que se salen de la norma, pero a menudo también años de gordofobia directa de su entorno: aquellas niñas que se rieron de Tess en los vestuarios de la piscina cuando tenía 9 años, aquel grupito del bus que no sabía que llevaba los cascos en silencio –“¿Te imaginas a esa tía en bikini?”–, los dos jóvenes de aquella moto que aflojaron para gritarle “¡Gorda!” mientras huían, cobardes, riendo. “¿Cómo puede ser que no exista todavía una ley contra la gordofobia y la violencia estética que sensibilice a la población y evite este maltrato social que sufrimos tantas personas desde la infancia?”, se pregunta Tess Hache, que es (pese a las múltiples veces que Instagram le ha censurado la cuenta) una de las voces más activas del activismo contra la gordofobia un nuestro país. 

Basta con hacer un par de scrolls en el perfil @tesshache_ para comprobar que mostrar su cuerpo ante la cámara es una de las armas que usa esta joven de Mataró (junto con textos en primera persona) para hacer activismo: “Si ves a gente gorda que quiere a su cuerpo, tú generarás un vínculo más sano con el tuyo”. Un vínculo con el propio cuerpo al cual, por cierto, todo el mundo tendría que dedicar un rato, independientemente de lo que pese. “La lucha contra la gordofobia y la violencia estética beneficia a todo el mundo, porque nuestros cuerpos son mutables y cambian mucho a lo largo de la vida: cuando crecemos, en épocas de estrés, si tenemos hijos biológicos, cuando envejecemos... Nunca sabes cuando agradecerás que esta lucha trabaje por el fin de estas discriminaciones”, señala la activista, que recuerda que hay muchos factores detrás del sobrepeso y la obesidad, como la genética o la salud mental, y que, en cualquier caso, las personas gordas –"tan visibles y a la vez tan invisibles"– se merecen la misma "dignidad" y "respeto" que el resto del mundo.

Además, más allá de los cambios naturales que pueden experimentar nuestros cuerpos, Tess Hache también recuerda que el miedo a engordarse que tienen muchas personas ya es, por sí mismo, una muestra de gordofobia interiorizada. “¡Imagínate tu vida sin esta angustia añadida! ¡Seríamos mucho más felices!”, exclama. Y añade un último apunte: "Intenta eliminar el típico comentario del estilo «Ay, ¿te has adelgazado? ¡Qué guapa!» Nunca un comentario había hecho tanto daño".

Un ejercicio para hacer este verano

Mientras la legislación no aborda la cuestión y siguen siendo violentas para tantas personas acciones tan normales como ir a comprar ropa –“¿Para cuándo un acuerdo para regular las tallas de la ropa? ¡Es horrible!”–, hacer educación física en el instituto, que el muslo te sobrepase un asiento de avión, ir al médico –“¡La ginecóloga me insistía que el dolor de ovarios era por el peso y lo que realmente tengo son ovarios poliquísticos!”– o buscar trabajo –"¿Qué quiere decir tener buena presencia? Que sepa ir limpia y bien vestida"–, Tess Hache invita a hacer un ejercicio para empezar la transformación desde casa. Solo hace falta una cámara (puede ser el móvil), estar solo y tener un rato libre. 

El primer paso consiste en mirarse al espejo y tocarse el cuerpo “siempre desde la ternura”, incluidas también aquellas partes que no nos gustan tanto. El segundo paso consiste en hacerse fotografías, ya sea con una camisa, en ropa interior o una muda cómoda. Se puede hacer ante el espejo, si se prefiere; y en ningún caso hay que colgarlas en las redes. Finalmente: ¡a jugar! “Hazte fotos en la cama, en partes específicas del cuerpo, algunas que te gusten y otras que no tanto... Yo recomiendo hacerlo en un día en que se esté bien de autoestima, observando las fotografías pero sin obsesionarte y sobre todo preguntándote, al final, «¿Por qué no me gusta esta parte de mí?» y reflexionando”. 

Tess Hache estuvo casi cuatro años sin ir a la playa, sin atravesar la arena y zambullirse en el agua fresca del mar. El día que lo hizo lo recuerda como uno de los mejores de su vida: iba con dos de sus mejores amigos, sentía que tenía apoyo y llevaba un biquini con el que se sentía cómoda. "La lucha contra la gordofobia es colectiva, tener una red segura es muy importante para liberarte de todos los castigos que has sufrido a lo largo de la vida", apunta. Aquel día se pasó casi todo el rato dentro del agua, nadando, mirando peces, pensando: "¿Qué habría pasado si aquellas niñas no se hubieran reído de mí cuando tenía 9 años?".

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