El análisis de Antoni Bassas: 'El Supremo, contra el Constitucional'
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Anoche volvimos de la región de la Apulia, en Italia, en el talón de la bota, de un viaje de seis días con una treintena de suscriptores del ARA.
Ha sido una experiencia muy agradable, primero porque Italia no falla nunca, por geografía, por historia, por gastronomía, y porque, sin ánimo de querer quedar bien, el contacto con los lectores del diario confirma aquello que sabemos: son gente leída, preparada, informada, exigente, con una visión del mundo desde Cataluña y en catalán, y esta visión homogénea de la realidad Quiri y Ester al frente.
Mientras estábamos en Italia, claro, el mundo no se ha detenido, y cada día, a la hora del desayuno, en el hotel, las noticias de la mañana en televisión sólo hablaban de los aranceles de Trump y de cómo Giorgia Meloni, amiga de Musk y simpatizante de Trump, negociará condiciones más favorables para el mercado, pero también y los zapatos.
Hay algo claro: Trump está incomodando a todo el mundo. Está haciendo perder miles de millones a las empresas en capitalización bursátil, creando una incertidumbre absoluta sobre el futuro a corto, medio y largo plazo, que es el peor escenario para las empresas y para los fondos de inversión y de pensiones que dependen. Trump era visto como el hombre de negocios que quería bajar impuestos y que haría ganar dinero en bolsa, pero esta visión es antigua, está superada. Trump es un narcisista patológico, nacionalista, un actor que negocia desde su amenaza. Total, que no hay brújula ni GPS para ese viaje incierto para la economía general, porque no se descarta una recesión, lo que significa más paro y más pobreza.
Ante la magnitud mundial de los efectos de los aranceles, cualquier cosa parece pequeña, pero eso no significa que no nos afecte. A veces para bien. Hoy el Gobierno aprueba el fin de las restricciones de agua.
Y ayer supimos que el Tribunal Constitucional se da hasta San Juan para resolver el recurso del PP contra la ley de amnistía.
Lo confirmó ayer el presidente del TC, Conde Pumpido, quien recordó que sólo sobre la amnistía tienen 30 expedientes sobre la mesa para resolver, entre recursos, preguntas del Supremo y ocho peticiones de amparo de personas a las que no se les ha aplicado la amnistía. Dio a entender que el TC aceptará alguna de las impugnaciones del PP, pero todo el mundo da por sentado que será favorable a la ley. ¿Y entonces qué pasará? No se lo pierdan: la principal hipótesis es que los magistrados Manuel Marchena y Pablo Llarena sigan negándose a amnistiar a los líderes del Proceso y acudan al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Sí, lo han oído bien, un tribunal español llevará a un tribunal europeo una sentencia del más alto tribunal español. Sería un conflicto inédito en el ámbito judicial, porque aparte de discrepar del máximo intérprete de la Constitución y de llevarlo a Luxemburgo, el Supremo conseguiría que aún tardara más en aplicarse la amnistía. O sea, resistencia a aplicar la ley e internacionalización del conflicto de parte de los españoles muy españoles.
Aparte de la cuestión personal de Marchena y Llarena, el sustrato político de tanta resistencia lo explica el presidente del PP en Catalunya, Alejandro Fernández, que ahora ha escrito un libro crítico con Feijóo y que ayer dijo que el PP y la derecha española en general están cometiendo "el error estructural" de obviar el hecho de que existe un Proceso que ya no es estrictamente catalán y que, si el PP no lucha por evitarlo, podría culminar en "la autodeterminación a través de una república confederal plurinacional". Una vez más, lo viejo de "la patria está en peligro".
Buenos días.