¿Por qué se vulnera el derecho a la elección universitaria?
Estos días arranca el nuevo curso, también en el conjunto de las universidades. Pero nos encontramos con que la información sobre la oferta formativa existente facilitada por la administración visibiliza de forma casi exclusiva a los centros públicos. La razón es probablemente ideológica, pero priva a los estudiantes y las familias de conocer el conjunto de las opciones existentes. Y los medios, probablemente sin mala intención, se hacen eco de las notas de corte obtenidas en la selectividad como única opción para acceder a determinados estudios a los que también se podría acceder en universidades de iniciativa social con otras condiciones.
La dicotomía entre universidades públicas y privadas de iniciativa social o de iniciativa mercantil admite numerosas consideraciones. Incluso el argumento económico para la opción no es siempre válido. Por ejemplo, hay centros de iniciativa social como la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-Universitat Ramon Llull, sin ánimo de lucro, que revierten a sus remanentes en causas solidarias y que ofrecen propuestas de calidad con la misma oferta de grados que centros públicos. En cuanto al precio, se dan situaciones como las de familias barcelonesas que realizan el esfuerzo económico de pagar el alojamiento o los desplazamientos diarios de los hijos e hijas a otras ciudades catalanas (Vic, Lleida, Tarragona, Girona) desconociendo que en Barcelona podrían cursar los estudios deseados con un gasto, incluido transporte, alojamiento y comidas fuera de casa, globalmente inferior. Y además estudiarían en los centros mejor puntuados en los rankings que evalúan la solvencia de las universidades. Además, muchos de estos centros ofrecen programas de becas que se suman a las ayudas públicas.
Dificultar el conocimiento a las familias y estudiantes de todas las opciones existentes a la hora de elegir un centro universitario por una opción ideológica es un hecho lamentable que conculca el derecho a la información. Y, sobre todo, obstaculizar el acceso a ese conocimiento a quienes tienen menos medios para estar informados, con el objetivo de que sólo opten por los centros públicos, es una verdadera injusticia.
JOSEP ORIOL PUJOL HUMET
DIRECTOR GENERAL DE LA FUNDACIÓN PERE TARRES
La odisea del bus
Llegar a la capital no es fácil, especialmente desde las zonas rurales, desde donde ir a Barcelona es toda una odisea. Cada domingo miles de estudiantes van hacia la ciudad después del fin de semana en casa. Se forma el caos media hora antes de la salida, cruzando los dedos para tener un asiento, porque el bus viene ya medio lleno del Pirineo. Muchos tienen una tarjeta de diez viajes que se puede cargar dentro, pero sólo en efectivo: en el siglo XXI no aceptan tarjetas y muchas veces no aceptan ni billetes de cincuenta por pagar cuarenta y cinco euros que vale el abono.
Si no eres de la capital de provincia, sólo hay dos buses por día, sabiendo que el domingo la demanda se triplica. Pero da igual, porque sea cual sea la ciudad, suelen ser mínimo dos o tres horas de viaje. Y me pregunto: ¿por qué en Cataluña el sistema de transporte se quedó hace treinta años? Se lucha por reivindicar las zonas rurales, pero la realidad es que los servicios básicos siempre están atrasados.
ANNA PUIGPELAT GINÉ
BALAGUER
Pedir perdón
El horror de Oriente Próximo no tiene límites. Los países occidentales deberían reflexionar sobre su responsabilidad histórica del colonialismo en esa zona y actuar en consecuencia. ¿No exigimos a España que pida perdón por lo que hizo en América? Pues en este caso aún más, porque las metrópolis hemos sembrado el conflicto en esa región.
CARMEN SÁNCHEZ
EL HOSPITALET DE LLOBREGAT