Las actividades son otro de los puntos fuertes del Vinseum. Hasta el 17 de noviembre en el Penedès –y del 27 de noviembre al 1 de diciembre en el Priorat– se celebra el 13º Most Festival Internacional de Cine del Vino. Además, con motivo de la reapertura del museo se ha ampliado el ya de por sí intenso programa de catas que acoge. Se ha creado el nuevo ciclo mensual Cata de Estrella, que permite descubrir el vino catalán a través de sumilleres de primera fila, como Ferran Centelles –que estrenó el ciclo en octubre–, Roger Viusà –que toma el relevo el 20 de noviembre– y el Master of Wine Álvaro Ribalta –11 de diciembre–. También se ha puesto en marcha un ciclo para degustar una DO catalana al mes a partir de enero. El jefe del área de vinos del Vinseum, Enric Santisteban, dice que se pretende "dar valor al vino que se hace en nuestro país".
Los 2.700 años del vino en Cataluña como nunca te los explicaron
El nuevo Vinseum de Vilafranca del Penedès exhibe 2.500 piezas, permite sentarse con el sumiller Josep Roca para hacerle preguntas y rematar la visita con una copa
Vilafranca del PenedèsUna bebida con tanta tradición como el vino, que en Catalunya se remonta al menos 2.700 años atrás, tiene ahora un museo que lo cuenta en clave moderna. El Museo de las Culturas del Vino de Cataluña, el Vinseum, acaba de estrenar en Vilafranca del Penedès su renovación al completo. Tras dos décadas de vicisitudes para adaptarlo al siglo XXI, ha renacido con una ambiciosa exhibición de unas 2.500 de las 20.000 piezas que atesora. Se amenizan con unos sesenta audiovisuales, como un detallado time-lapse sobre la formación de la uva, recreaciones de cómo funcionan varias prensas históricas de uva o los vídeos que invitan a sentarse en una taberna centenaria por conversar con personajes como el sumiller Josep Roca, de El Celler de Can Roca. Este fin de semana el museo realiza puertas abiertas ya partir del martes abre con normalidad, con una entrada que incluye audioguía y una copa de vino o mosto al final de la visita.
En el nuevo Vinseum se han invertido 8,8 millones de euros. Ahora tiene casi 5.000 metros cuadrados gracias a un nuevo edificio de seis plantas, obra del arquitecto Santiago Vives, y la museografía ha corrido a cargo de Varis Arquitectes, con Dani Freixes al frente. En la planta baja hay un espacio de acceso libre presidido por una prensa de viga monumental de 1831 y un vistoso mural creado en 1960 por Pau Boada. Aquí parte nuestro recorrido por el museo con el director, Xavier Fornos, que clava los ojos en la prensa y dice: "¡Si fuéramos un museo de ciencias naturales tendríamos un mamut!" Este espacio, que ya abrió en mayo, explica que Catalunya es un país de vinos y 12 denominaciones de origen. Sin embargo, el grosor de la muestra hay que buscarlo en las otras cuatro plantas para las que se abona la entrada. A juicio de Fornos, con la renovación se ha producido "un pequeño milagro" y es que una ciudad de 40.000 habitantes como Vilafranca tiene ahora un museo que "quiere jugar en la liga en clave nacional y establecerse como un museo de referencia" ".
El recibimiento lo hace un sirenio
Al Vinseum, que le gustaría ser reconocido como "la casa del vino catalán", se puede encontrar un fiel reflejo del papel primordial que ha tenido el vino en la sociedad catalana, desde la viña hasta el servicio de mesa, y de cómo la su influencia se ha extendido por la historia, la ciencia o el arte. "El vino es de los productos agroalimentarios con mayor valor añadido y ha legado un patrimonio inalcanzable", reivindica Fornos. Sus orígenes como museo local también le han convertido en un buen lugar para conocer la historia del Penedès. De ahí que en el sótano, donde comienza la muestra de pago, nos dé la bienvenida la recreación de un sirenio. Los restos fósiles del mioceno de uno de estos mamíferos marinos, localizados en el siglo XIX en Olèrdola, se exponen en el museo, al que el visitante puede tener que dedicar dos o más horas si quiere verlo con detenimiento.
Aún en el sótano, se abordan varios episodios históricos que retroceden hasta el sirenio del mioceno, como la historia del villafranquino Manuel Barba (1752-1824), conocido como el Doctor Patata porque recomendó el consumo de este tubérculo, o la proclamación de la República, que se acompaña de un retrato rasgado del rey Alfonso XIII. De la primera a la tercera planta es donde se puede descubrir el vino en sus múltiples facetas, empezando por los orígenes: se exponen restos arqueológicos de hasta 2.700 años, como procedentes del yacimiento de Sant Jaume de Alcanar o del Penedès Font de la Caña. Revelan los primeros contactos del territorio que hoy en día es Cataluña con el vino, el cual debieron llevar a los fenicios y adoptaron los íberos.
Viticultura, mujeres del vino y arte
Allí donde se mire del Vinseum puede haber algo que atrape la mirada: las uvas pintadas por Josep Mirabent a finales del siglo XIX; un audiovisual sobre el avance de la plaga de la filoxera que arrasó el viñedo en Cataluña y Europa; todo tipo de utensilios para trabajar el viñedo, elaborar el vino y servirlo –entre los más singulares, un cañón granífugo ideado para luchar contra las granizadas, prensas históricas y una botella de vidrio inglesa de 1813–; un homenaje a la mujer viticultora, que a menudo ha quedado relegada a un segundo plano, o una recreación de una catedral del vino como las de Cèsar Martinell. Hay también múltiples dioramas –como el de las cavas Codorníu de 1957–, carteles, anuncios televisivos, una notable selección del fondo de 150.000 etiquetas del museo, y pinturas y esculturas protagonizadas por el vino (de Albert Ràfols-Casamada, Josep Guinovart, Joan Brossa, Manolo Hugué, Eulalia Valldosera...), así como fragmentos de películas, que pueden verse en un minicine de dos butacas.
El nuevo Vinseum también muestra cómo grandes personalidades se han relacionado con el vino u otros alcoholes: puede ser un bálsamo para el alma, un trampolín para la creatividad o un inductor al alcoholismo. Entre las frases que se reproducen las hay de la novelista francesa Marguerite Duras, que contrapone "beber hasta la insensibilidad" con "quedarse a las puertas de la felicidad". Además, la barra histórica del casino de Vilafranca, de 1900, preside la recreación de una taberna donde se puede jugar a hacer preguntas a seis personajes catalanes, que responden a través de grandes pantallas como si estuvieran sentados frente al visitante: en Josep Roca puede plantearse de qué vinos guarda un mejor recuerdo o qué significa que un vino tiene alma. Le acompañan el también sumiller Ferran Centelles, la cocinera Carme Ruscalleda, el investigador en IA Ramon López de Mántaras (CSIC) y los periodistas Empar Moliner y Xavier Grasset. A continuación se puede degustar la copa de vino o mosto que incluye la entrada general (10 euros). Si se abona un precio superior, se pueden degustar más vinos, y también existe la opción de ir a la Taberna del Vinseum y escoger entre su extensa carta a copas.
Un museo del vino pionero
El Vinseum acaba de ser galardonado como el Mejor Museo del Vino de Europa, espera atraer a 50.000 visitantes anuales, cinco veces más que ahora, y aspira a que la Generalitat lo declare como Museo de Interés Nacional. En 2025 se cumplirán 90 años desde su génesis, un museo local villafranquino creado en plena República para evitar que se perdiera el patrimonio local. En los años cuarenta se estableció una colección sobre vino, que alcanzó su protagonismo. El museo se hizo muy popular, hasta que en los años noventa se debatió entre renovarse o morir. Su puesta al día ha sido un largo proceso de más de dos décadas que se ha culminado ahora. Fornos subraya que en 1947 el Vinseum se convirtió en el primer museo del vino fundado en España, es uno de los pioneros de Europa y al menos que a él le conste también "es el museo del vino más antiguo del mundo en activo". Como asignatura pendiente, falta darle un destino a la cuarta planta del nuevo edificio, en el que se había previsto habilitar un espacio enogastronómico.