La elección del Amparo

Brisa y luna: esto es el Lunario, un brisa

Hacemos que el camarero de vinos (no el sumiller) nos lleve un brisa (no un 'orange') a nosotros, que somos unos amantes del vino (no unos 'winelovers')

2 min
Una botella de Lunario.
  • Variedad: garnacha blanca
  • DO Terra Alta
  • Añada 2022
  • Productor: Herencia Altés
  • Para tomar solo escuchando cualquier canción alegre de Nina Simone leyendo London , de Zadie Smith, comprado en la librería Finestres, de Barcelona.

“Brisa” significa dos cosas, ambas muy pulidas: el viento del mar hacia la tierra o el viento de la tierra hacia el mar, “la brisa”, y también significa –aquí vamos– la amalgama de la rapa, la piel, el hueso y la pulpa de la uva. Hoy, un vino brisado, es decir, un vino hecho con variedades blancas, que ha estado en contacto con la piel, como si fuera un tinto. Ha estado poco rato, lo suficiente para coger el color que nos enamora. El Llunario, de Herencia Altés. Llunari, porque es un homenaje a la luna, a las mujeres campesinas, al ciclo menstrual, esto dice Núria Altés, la propietaria de Herencia Altés, en la Terra Alta.

Hemos dicho brisa, sí. Pero, claro, ahora, a un bar de vinos lo llamamos wine bar, y de un amante de los vinos lo llamamos un winelover, y un vino brisado, claro, lo llamamos –lo llaman– un orange wine. Pero no nos doblamos. Hagamos que el camarero de vinos (no el sumiller) nos traiga un brisado (no un orange) a nosotros, que somos unos amantes del vino (no unos winelovers). Intentamos que la brisa nos acompañe siempre, digamos brisa, sí, como hemos dicho siempre en esta región, porque llamar así es un homenaje a los viejos (“a los bellos”, dice Núria) que hacían este vino en casa, en la bota del rincón. Es un homenaje al olor a rancio y flores secas que invadía la bodega, a las que sabían tanto y tenían esa sabiduría humilde para hacer las cosas. El brisa se dejó de hacer para vender –excepto en alguna cooperativa– y sólo lo teníamos en las casas. Pero ahora es su momento. Hoy, el Lunario, de la Terra Alta, una región vinícola que vio la guerra de cerca, junto a los ojos, y que, quizá, todavía la tiene en la piel.

Amable, suave y delicado

No es el primer brisa de Herencia Altés. El primero fue el Trementinaire, un vino más radical, más insolente, más oxidativo, que iría bien con una vinagreta muy buena (por ejemplo, una vinagreta de cabra hispánica, puesto que estamos en ella). El Llunari es otra cosa (ya mí me gustan ambas propuestas). Es un brisa amable, con un toque anaranjado suave y delicado, que es la puerta a este tipo de vino. El Lunario es muy versátil y podría tomarse con mil cosas. Una clotxa, por ejemplo, o las sardinas con tomate de la madre de Núria Altés. O un arroz. O un pez graso.

El brisado es un vino que me gusta a las doce del mediodía ya las doce de la noche. Me gusta para tomar una copa y me gusta para comer. El color del Llunari –lo decíamos– es delicado y contemporáneo, pero el sabor es la Terra Alta. No pierdan la oportunidad de levantar esta copa al sol y ver qué colores tan bellos y qué sabor, un sabor que no han probado.

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Una ampolla de Llunari.
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