Todo lo que debemos saber sobre el vino catalán que la NBA le ha regalado a LeBron James
El jugador de baloncesto fue obsequiado con una botella de la bodega Vall Llach del año 2003
Cuando el domingo LeBron James entró en el vestuario de Los Ángeles Lakers, en el Golden Center de Sacramento, se encontró un homenaje de parte de la NBA: una foto de él, a los dieciocho años, haciendo el mítico mate al estadio de los Kings, y una botella de vino, del Priorat. Es un Vall Llach, añada 2003, porque es desde 2003 que la estrella juega en la NBA.
Ni el enólogo de Vall Llach, Albert Costa, ni sus importadores en Estados Unidos, la familia Mondavi, tienen ninguna influencia en la liga de baloncesto más famosa del mundo. En las tiendas especializadas de vino en Los Angeles hay añadas 2003 de los mejores vinos de todo el mundo. Pero eligieron este Priorat. Y eligieron muy bien.
La botella que va a destapar (o ya ha destapado LeBron James) ya es casi imposible de encontrar en las tiendas. Seguro que en restaurantes con buena carta de vinos tendrán alguna. Hicieron 8.668 botellas. En Catalunya se agotó en 2004, principios de 2005, y en Estados Unidos en 2006.
Fue una añada lluviosa y difícil, no de las mejores del Priorat. En cambio, 2004 fue excelente. Tiene cariñena, proveniente de la famosísima viña Mas de la Rosa, y también tiene entre un 15 y 20 por ciento de cabernet. Es pues un clásico, clásico, clásico Priorat. Y estos Prioratos –hablo por experiencia, porque hace poco pude hacer una cata vertical en la cooperativa de Porrera– son, ahora mismo, una joya, una maravilla absoluta, una sorpresa que te deja sin aliento, vivos, vivísimos y sedosos . Ha sido necesario esperar y esperar. Y ahora, después de estos veinte años –que se dice pronto–, el vino es único.
Pero Albert Costa, a partir del 2009, decide hacer este vino, el más emblemático de la bodega, sólo con cariñena del Mas de Rosa. En 2010 sale la primera añada nueva, que pasa a llamarse Mas de la Rosa. El Vall Llach 2003, pues, es un vino de antes del cambio, con el nombre antiguo.
Daría una copa (sólo una) de Vall Llach 2003 por haber visto la conversación entre el sumiller de la tienda (los grandes prescriptores, como los libreros) y el comprador. Pienso, claro, si aprovechando la ocasión compró otros vinos salidos del talento de este enólogo, en la bodega de Lluís Llach (que no bebe, pero sabe probar las uvas tan bien como las aves). Como estamos puestos, déjenme decir que esta bodega, sobre todo, es conocida por los negros. El único blanco que hacían hasta hace poco era el Aigua de Llum, dedicado a Miquel Martí i Pol, de viognier. Ahora, sin embargo, han hecho otros blancos que me parecen increíbles. Han reinjertado los cabernets y merlots con cariñena blanca y gris y garnacha blanca. Y de aquí sale el Porrera, vino de villa, blanco, hecho de garnacha blanca, cien por cien, y l'Horta Colomer, de garnacha blanca. Es un “vino de paraje”, porque proviene de un viñedo, que, por cierto, está en medio del pueblo –donde estaban los huertos–. Les enamorará.
Me hace muy contenta ver cómo el arte hecho aquí traspasa fronteras. A veces somos nosotros los que no acabamos de creérnoslo. Qué suerte ha tenido LeBron James, y qué suerte que tenemos nosotros, que con un coche de coche podemos ir a Porrera a visitar esta fuente de talento. LeBron James no lo sabe, tal vez. Pero la bodega destina dinero a obra social para los abuelos del pueblo. Los hombres y mujeres que han conservado los viñedos del Priorat.