¡Oh, yeah! Beber este vino y emocionarse es todo uno

"Todo uno". Es una expresión que utilizan los arquitectos para indicar la mezcla de elementos calcáreos para realizar pavimentos. Lo he oído decir en sentido figurado, para explicar que una situación te puede llevar a otra: “Degustar el vino de hoy y emocionarme es todo uno”. Y el vino de hoy se llama así, por dos mezclas: la de los suelos y la de las variedades. Lo presento el Todo-Ú, del Mas de l'A. En el Priorat.

Al Tot-Ú, el imprescindible vino de hoy, van todas las uvas que no encajan en ninguna parte más de la bodega. Garnachas que por algún motivo son jóvenes, y “no cuadran”, cariñena, taladrado, alguna variedad blanca... Los diferentes, pues, quién sabe si los proscritos, encajan en el Todo-Ú. La uva no pasa por madera, sino que van a tinas de inox. Lo decantan de forma natural y no lo filtran. Cada añada es diferente. Qué divertido sería poder hacer una vertical (probar las diferentes añadas del mismo vino). La que tienen en sus manos es una suerte, porque todo fue bien. Es una conjunción de astros. Y ya verán: tiene una complejidad curiosa, no tiene dulzura, sí que tiene una textura crujiente, con un punto, quién sabe si amargo, simpatiquísimo. Tienen que probarlo, porque costará que haya otra igual. No es un Priorato clásico, no hay pizarras, es, como decimos a menudo en esta página, “un nuevo priorato”.

Los vinos pagan la fiesta

El abuelo de Alfredo Arribas, nuestro autor de hoy, era viticultor en Aranda del Duero. Él, el nieto, arquitecto, pisó puertos y aeropuertos hasta los 40 años, que decidió dar la vuelta. Su primer vino salió en el 2004. Encontró el Clos del Portal, entre Bellmunt y el Lloar. "Yo voy construyendo paisajes y los vinos pagan la fiesta", dice.

El Todo-Ú nos abre los ojos y la nariz y la boca a una visión mucho más amplificada del Priorat, que es hacia dónde va, ahora, el mundo del vino al mundo. Los vinos tienen menos opacidad, no están asignados a una categoría (como ocurre con las personas, que a veces no somos blancos o tintos o rosados). Lo bonito y divertido, a veces, es la inclasificación.

Este vino te podría recordar, echémonos a la piscina, aquella uva del norte de España, que llaman Bastardo, que es, también, la Trousseau del jura.

“Este es el mejor de los cinco vinos de la familia –dice el autor–. Y debemos probarlo, porque debemos olvidarnos de estos rosados ​​de color de piel de cebolla, que con una sola copa ya te cansas”. Este vino es capaz de enfrentarse a platos de grasa, nos hará vivir un verano más cálido que nunca, porque para compartir se necesitan vinos de este tipo.

Probaría de maridarlo con lo que no te esperas. Platos ni ligeros ni sencillos, con una parte de grasa. Tenemos por delante, en la copa, una difícil sencillez.

Patrocinado por: