Pascona, un Montsant que cuenta la extraordinaria historia de una niña de posguerra que hoy tiene ochenta años
Tenemos un Montsant, garnacha y cariñena, de cepas de entre 60 y 80 años
- Variedad: Garnacha Negra y Cariñena
- DO Montsant
- Añada 2022
- Productor: Bodega Pascona
- Para tomar sol escuchando la cara A del Double fantasy y leyendo La fabricante , de Dolors Monserdà.
El vino de hoy es fruto de una historia extraordinaria, tan fascinante que ya aviso de que, en lo que a mí respecta, no se quedará aquí. Tenemos un Montsant, garnacha y cariñena, de cepas de entre 60 y 80 años, de la añada 22, cuando empezaba la sequía. En la finca, que está escriturada en 1827, siempre ha habido cultivos, sobre todo avellanos. Pienso, claro, que en los años ochenta un saco de avellanas de cincuenta kilos valía lo mismo que dos mil kilos de uva. La uva se llevaba a la cooperativa. El vino de hoy viene de la parte más granítica de la finca, en una zona abrupta que mira al este, pero le cobija una montaña que toda la mañana hace umbría. Toni Ripoll, hijo de la protagonista de esta historia, me cuenta –contemplando la puesta de sol– que el primer vino de la finca lo hizo su padre, bajo la DO Tarragona. El Pascona. Y ahora, vamos.
La familia Pascó "estaba bien posicionada en Falset". Tenían esta finca y los domingos iban "a pasear". No vivían. Pero las cosas cambiaron. La finca pasó a manos de las dos herederas Pascó. Se llamaban Mari Pau y Guadalupe Pascó, y eran primas de la abuela de Toni. Y he aquí que esta abuela se puso muy enferma cuando tuvo la cuarta criatura. ¿Y qué hizo? Repartió a los tres hijos mayores entre la familia. Uno en casa de padrino, el otro en casa del tío y la niña de diez años, la madre de Toni, en las primas Pascó, que todo el mundo llamaba "las Pascones", que eran dos mujeres que pisaban fuerte. Cuando llegó la niña tenían unos 50 años y estaban solteras. Habían sido promesas, sí, pero sufrieron una de las sacudidas de la guerra. Los dos muchachos salían del cine y fueron apresados (por la parte republicana), y se los llevaron con "el ómnibus de la muerte". Los fusilaron ante la tapia del cementerio. Las dos casi viudas se quedaron totalmente desquiciadas.
Y va y con éstas que les cae una niña del cielo. Y esa niña llena la casa de alegría, de coartadas, de jugar a muñecas, de regalías y de colores. Trabajo, escuela, vacaciones, lazos y vestidos. Ambas Pascones vivían de rentas. Se pudieron permitir viajes: "Viajaban mucho, en la posguerra, con ella".
Una niña en custodia compartida
sientan los años. La niña crece, se da cuenta que a la finca "le pegan el piel los medianeros". La chica les dice: "No os hacen los tratamientos, te joden la mitad, a partir de ahora lo llevaré yo". Y la chica se encarga de llevar la finca. Y he aquí que un día la madre de la niña llama a la puerta. "Ya estamos recuperados, ya nos podéis devolver a la niña", dice. Las Pascones, estremecidas, le dicen que si vuelven la niña morirán de pena. Y la niña, como en una custodia compartida de antes, para contentar a las tías ya la madre, se está entre semana con unas y el fin de semana con la otra. Las cuida hasta el final, y la finca acaba siendo su herencia. El padre de Toni, marido de la joven heredera, Assumpta Rull, que viene de la Ribera d'Ebre, arranca avellanos y apuesta por el cabernet, el merlot y el syrah.
Disfruta del Pascona, un Montsant clásico, con la salivera que te da el granito, y el increíble tesón de la Asunta Rull, que hoy tiene ochenta años y es protagonista de una de las historias más fascinantes del mundo del vino de nuestra casa.
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