Los peligros de los restaurantes con 'carta Ozempic'
Los expertos advierten que adaptar la dieta de los pacientes en tratamiento es trabajo de los nutricionistas que conocen los efectos adversos del fármaco
BarcelonaUna de las grandes revoluciones médicas de los últimos tiempos son los nuevos fármacos para combatir la obesidad, pues nunca había existido nada igual contra esta enfermedad. Medicamentos como Ozempic, Wegovy y Mounjaro, que imitan una hormona que regula los niveles de glucosa en sangre, sacian el apetito rápidamente y se diseñaron inicialmente para tratar la diabetes, se han convertido en una de las herramientas más eficaces para ayudar en la pérdida de peso. Su éxito ha disparado desde hace tiempo su demanda, lo que ha comportado episodios deproblemas de suministro en las farmacias catalanas, pero su impacto va más allá de la esfera terapéutica y puede verse en otros sectores a priori más alejados de la medicina, como la restauración o la industria alimentaria.
Por ejemplo, en Estados Unidos (donde el uso de estos medicamentos está mucho más extendido que aquí) ya existen restaurantes y supermercados que aseguran haber adaptado sus cartas y sus productos a las personas que toman alguno de estos medicamentos y que, por tanto, comen menos que antes. Lo que hacen, básicamente, es reducir las porciones para que alguien con menos hambre pueda acabarlo. Ante la posibilidad de empezar a ver menús Ozempic o preparados alimenticios diseñados especialmente para personas en tratamiento en Cataluña, los expertos avisan de que no se puede hacer a la ligera y que no basta con hacer platos más pequeños: la dieta de estas personas debe adaptarse de la mano de nutricionistas y teniendo en cuenta los riesgos asociados a los medicamentos.
Son fármacos que regulan hormonas, no sólo reducen el apetito, y restringir la ingesta sin control ni supervisión puede conducir a déficits de nutrientes, proteínas y vitaminas que pueden afectar gravemente a la salud de las personas. Por eso, desde la unidad de tratamiento integral de la obesidad del Hospital Vall d'Hebron, referente en la lucha contra la enfermedad en Catalunya, se miran con recelo la posibilidad de que algunos restaurantes y supermercados empiecen a anunciar platos y productos adaptados a las personas en tratamiento sin seguir pautas de los profesionales. "Es frustrante que una enfermedad y un tratamiento tan complejos se simplifiquen tanto. Ya es suficiente", se lamenta Marta Comas, nutricionista de la unidad.
Riesgo de malnutrición
Para entender hasta qué punto es necesario afinar el tratamiento de estas personas es clave el número de profesionales que intervienen. En Vall d'Hebron, por ejemplo, realizan un abordaje multidisciplinar con expertos en endocrinología, nutrición, psicología, cirugía bariátrica y enfermería. Cuando un paciente llega a la unidad, lo primero que hacen es una entrevista nutricional muy exhaustiva para conocer sus hábitos alimenticios: qué come, qué bebe, si pica entre horas, qué consumo de azúcar hace, quién hace la compra en su casa e incluso con quien hace las comidas, entre muchos aspectos más. Después realizan una valoración física completa para saber, aparte del peso, su masa muscular y su grasa, y con tecnología de última generación calculan cuántas calorías necesita su cuerpo para funcionar.
"Cada persona tiene necesidades diferentes: una puede gastar 1.000 calorías y otra 1.300. Si alguien no soporta las acelgas, no le pondremos acelgas; lo mismo ocurre con las intolerancias. Todo debe adaptarse", argumenta Comas. Sin esta evaluación individualizada para ajustar la nutrición a las necesidades de cada persona, es cuando pueden venir los problemas de salud, que van desde las molestias gastrointestinales y la caída del cabello hasta la malnutrición en el caso de personas que reducen la ingesta en exceso. "¿Cómo puede mantener correctamente sus funciones un cuerpo de 140 kilos que ingiere sólo 800 calorías?", se pregunta Andreea Ciudin, endocrina del Hospital Vall d'Hebron, quien quiere dejar claro que no es una exageración, sino situaciones reales que ven en la unidad.
De ahí el recelo y la inquietud de los expertos ante la posibilidad de que los supermercados y restaurantes empiecen a vender productos pensados para personas con obesidad que están tomando algún medicamento de estas características, ya que cada uno tiene unas necesidades concretas y no existen fórmulas mágicas que se puedan aplicar a todo el mundo. Si una persona ingiere menos de 800 calorías, por ejemplo, tiene riesgo de malnutrición, que significa que su cuerpo puede verse forzado a consumir demasiado muscular para seguir funcionando. También puede afectar a la salud ósea, la persona puede perder demasiado mineral de los huesos y que aumente el riesgo de sufrir osteoporosis, una enfermedad del esqueleto que debilita a los huesos y hace que se rompan con facilidad.
Suplementos vitamínicos
Ciudin, que también forma parte de la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO, en inglés), explica que están ultimando una guía para el manejo nutricional de las personas que utilizan este tipo de fármacos para minimizar, precisamente, que las personas sufran efectos adversos. "Es una guía necesaria. Ya hay alguna publicada, pero esta será más exhaustiva y cuenta con un amplio consenso de profesionales", sostiene la experta, que aclara que una vez la tengan terminada la enviarán a la prestigiosa revista The Lancet para que lo evalúe y, si pasa sus correcciones rigurosas, la publique.
Esta guía es necesaria, sobre todo, porque las reacciones adversas que pueden generar los fármacos se pueden corregir con un buen abordaje nutricional, entendiendo las necesidades del paciente y ajustando la dosis y la dieta. Por eso, aparte de un equipo formado por diferentes expertos, se debe realizar un seguimiento intensivo. "La prescripción del medicamento nunca puede ir desvinculada de la valoración constante y el seguimiento. Una prescripción a la ligera, para mí, es mala praxis si no se realizan intervenciones previas y posteriores a recetar el medicamento", sostiene la experta. Este seguimiento intensivo debe servir para ajustar el tratamiento en caso de detectar descompensaciones.
Por ejemplo, en el caso de una persona que hace una restricción muy grande de la ingesta recomiendan reducir la dosis y, si no mejora, se plantean incluso retirarle el tratamiento para no poner en riesgo su salud. En otros casos en los que los pacientes comen poco y poco variado, recomiendan suplementos vitamínicos para corregir la falta de fruta o verdura en su alimentación, o priorizar la carne si les faltan proteínas. "Si viene a consulta una persona a la que le falta proteína, le recomendamos que, ante un plato que lleva carne, patatas y verduras, empiece por la carne por si después está harta y no puede acabarlo", detalla Comas.
Tratamiento más allá del fármaco
Sin embargo, comer sano y variado no es el único hábito de vida que hay que incorporar cuando se realiza este tipo de tratamientos. La Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad también incorpora a su guía la importancia del ejercicio físico para estas personas, una visión compartida por el endocrinólogo del Hospital Clínic y director del Instituto Clínico de Enfermedades Digestivas y Metabólicas, Josep Vidal, quien defiende que el tratamiento no se limita al fármaco. "Hay que mejorar el estilo de vida, la calidad y la cantidad de la ingesta. Estos medicamentos ayudan a tener menos hambre: a reducir el impulso de comida, a terminar antes las comidas oa evitar episodios de sobreingesta. Por tanto, facilitan la mejora de la conducta alimentaria, pero lo que hay que seguir es una dieta adecuada, como el mediterráneo,".
Sobre la posibilidad de que los restaurantes y supermercados hagan productos de menor tamaño, adaptados a estos pacientes, Vidal dice que a priori no lo ve mal, sobre todo en Estados Unidos, donde las raciones son enormes, pero insiste en que debe acompañarse de la ayuda de expertos y otros cambios de vida. "No es una cuestión de comer hamburguesas más pequeñas de la cadena de comida rápida de turno, sino de realizar una serie de cambios de estilo de vida", sostiene. De momento, sin embargo, los menús Ozempic aún no han aterrizado en Cataluña y los expertos lo ven como una ventana de oportunidad para seguir haciendo pedagogía y recordar que son medicamentos para tratar enfermedades y debe prescribirlos un profesional, y no una tendencia que te pueda recomendar una celebrity a través de las redes sociales.