Tu 'foodie' de cabecera

Suculent: colmenilla, guisante y caza en el corazón del Raval

Este restaurante tiene 11 años de vida, una clientela fiel y platos que te obligan a mojar pan

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Canelón de liebre en la royale y crema de foie gras en el armagnac del Suculent.

A menudo los periodistas estamos obsesionados con la primicia, la noticia, ser los primeros en contar algo. Pero al igual que hay recetas de chup-chup, hay información que más vale cocinar a fuego lento para tener perspectiva. Si bien es cierto que lo nuevo siempre es muy goloso, lo que realmente es difícil en el sector de la restauración es ser constante y fiable. Hay una parte muy importante de locales que no alcanzan los tres años de vida. El otro día hojeaba una fantástica guía de restaurantes, la BCN Foodie Guide, de hace cinco años. De los 50 establecimientos que recomendaba, 20 habían plegado velas. Así que lo que es –también– noticiable es que un restaurante siga, mantenga el nivel y sea rentable. Éste es el caso del restaurante del que hablaremos hoy: el Suculent.

Ubicado en la rambla del Raval número 45, muy cerca del gato de Botero, es un tesoro que lleva 11 años funciona y que está a un nivel brutal. Ofrecen dos menús largos de degustación, el de platos clásicos (65 euros), que le recomiendo si no ha ido nunca, y el de temporada (85) que lleva el nombre de Suculent. Aparte, también puedes ir a carta, que sale más económico. Si decide elegir su aventura, debe saber que tienen algunos platos estrella: la croqueta de pato asado (que hacen ellos con mucha diligencia), la raya en la mantequilla negra y puré cítrico, su famoso bistec tártaro con muelle de l hueso y patatas suflé o el ceviche de camarón rojo.

Colmenillas rellenas de pato con crema de foie-gras en el armañac.
Remolacha con 'beurre blanc', estragón y anguila ahumada.

Si juega al partido de temporada, ahora mismo encontrará colmenilla, guisante, trufa, caza y alcachofa. O platos que llevan un trabajo de miedo, como el ssam de cabeza de cerdo. Lo asan y luego lo deshuesan para que puedas ponerlo sobre una cama de lechuga. Una delicia no apta para aprensivos. Las propuestas de temporada van cambiando "porque si no nos aburrimos", dice Toni Romero, chef y propietario del restaurante. Si tiene que elegir él, le gustan especialmente la remolacha con anguila ahumada y mantequilla blanca, la vieira con salsa de almejas y cava o bien el tártaro de sepia y tocino con leche de almendras.

Toni Romero trabajó en el Herve las tres últimas temporadas que el restaurante estuvo abierto. Luego fue a Francia y regresó para la apertura del Suculent, del que desde hace unos años es también el propietario. "Me gusta más realizar la cocina tradicional que la cocina técnica", afirma. El restaurante empezó con una propuesta de cuchara y "rústica", en palabras del propio Romero. Ahora está claramente más refinado. En el Suculent bromean que es un lugar "de mojar lento" y prestan mucha atención a las salsas, que "son el alma del producto".

En medio de la cocina

El restaurante es largo y tiene tres espacios de comedor. Para llegar al tercero debes pasar por el centro de la cocina. Suele ser una agradable sorpresa para los comensales. Justo al cruzar la puerta, un jefe de sala con mucha solera, Pedro Garrido, le dará la bienvenida. Llevando platos arriba y abajo encontrará a Jordi Garcia, que empezó siendo cliente del Suculent y ha acabado siendo como las salsas, el alma de la fiesta. Si le atiende, lo recordará. Dice frases lapidarias (y ciertas) como "un camarero no puede mejorar un plato pero puede estropearlo". Ésta le oí decir mientras comía y paraba la oreja en las conversaciones de los demás.

Toni Romero en la cocina del Suculent, por la que debes pasar por ir a la sala del fondo.

El Suculent abre de lunes a viernes. Tanto almuerzos como cenas. Después de la pandemia se atrevieron a cambiar los días de apertura y están muy contentos. Tienen mucha clientela recurrente, también extranjeros que siempre que visitan Barcelona acuden. Como la sala tiene mucho oficio se acuerdan de todos. Saben que hay mucha gente a la que asusta el Raval. Pero el propio Toni Romero vive y dice que nunca ha tenido ningún problema y que "en la zona alta hurtaron a un Rolex, y aquí no hay tantos Rolex para hurtar". Ahora bien, también reconoce que podría estar menos dejado tanto en lo que se refiere a los vecinos como a la administración. Ellos no tienen intención de moverse aunque haya barrios con más oficinas que les llenarían los mediodías. "Siempre es positivo hacer barrio. Que la gente pierda el miedo a venir. Que haya sitios con nivel". En el Suculent de nivel no falta. Vaya y compruébelo usted mismo.

Declaración de intenciones

Este texto no es contenido publicitario. Todos los sitios los he visitado como cliente y he pagado la cuenta como cualquier otra persona.

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