Embarazo

La energía que se necesita para gestar a un bebé es mucha y no lo sabíamos

El coste energético del embarazo en los seres humanos es de unas 50.000 calorías, mucho más de lo que se creía, y las mujeres pasan más tiempo embarazadas que muchos mamíferos

Carl Zimmer/The New York Times
4 min
Imagen de un embarazo

Se necesita mucha energía para hacer crecer a un bebé, sólo hay que preguntarle a quien haya estado embarazada. Pero justo ahora, los científicos han descubierto la cantidad exacta de energía. En uno estudio publicado en la revista Science, investigadores australianos calculan que un embarazo humano exige casi 50.000 calorías alimentarias a lo largo de nueve meses. Esto equivale a unos 50 botes de medio litro de helado y es mucho más de lo que esperaban los investigadores.

Las estimaciones anteriores eran más bajas porque los científicos solían suponer que la mayor parte de la energía necesaria para la reproducción acababa almacenada en el feto, que es relativamente pequeño. Pero Dustin Marshall, biólogo evolutivo de la Universidad de Monash, y sus estudiantes descubrieron que la energía almacenada en los tejidos de un bebé humano representa sólo en torno al 4% del coste energético total del embarazo. El otro 96% es combustible extra que necesita el cuerpo de la mujer. "El bebé se convierte en un error de redondeo", afirmó Marshall. "Tardamos un tiempo en entenderlo".

Este descubrimiento surge de la larga investigación de Marshall sobre el metabolismo. Cada especie exige una energía distinta. Los mamíferos de sangre caliente, por ejemplo, pueden mantener una temperatura corporal constante y permanecer activos incluso cuando desciende la temperatura. Pero ser de sangre caliente tiene también sus inconvenientes. Para mantener un ritmo metabólico elevado, los mamíferos deben cargar combustible constantemente. Sin embargo, una serpiente de sangre fría puede pasar semanas sin comida.

El tamaño influye

Marshall se propuso elaborar un inventario completo de la energía que consumen decenas de especias a lo largo de su vida. Se dio cuenta de que la mayoría de las hembras no sólo deben alimentar su propio cuerpo, sino que también deben aportar energía adicional a sus crías.

Cuando Marshall empezó a investigar los costes de la reproducción no encontraba cifras sólidas. Algunos investigadores habían calculado que los costes indirectos –es decir, la energía que utilizan las hembras para alimentar su propio cuerpo durante el embarazo– podrían suponer sólo el 20% de la energía directa de los tejidos del bebé. Pero Marshall no se fiaba de sus cálculos.

Él y sus estudiantes se propusieron calcular los costes por sí mismos. Recorrieron la literatura científica en busca de información sobre la energía almacenada en los tejidos de cada cría. También buscaron la tasa metabólica total de las hembras mientras se reproducían, que los científicos pueden estimar midiendo cuánto oxígeno consumen las madres. "La gente se dedicaba a recopilar datos sobre sus especies, pero nadie los reunía", explicó Marshall. Mediante la agregación de estos datos, los investigadores calcularon los costes de reproducción de 81 especies, desde insectos hasta serpientes y cabras.

Descubrieron que el tamaño de un animal influye mucho en la cantidad de energía que necesita para reproducirse. Los animales microscópicos llamados rotíferos, por ejemplo, necesitan menos de una millonésima de caloría para tener una cría. En cambio, una hembra de venado de cola blanca necesita más de 112.000 calorías para tener un pequeño venado. El metabolismo de cada especie también influye. Los mamíferos de sangre caliente consumen el triple de energía que los reptiles y otros animales de sangre fría del mismo tamaño.

Revelación sorprendente

La mayor sorpresa llegó cuando Marshall y sus estudiantes descubrieron que, en muchas especies, los costes indirectos del embarazo eran más altos que los directos. Los resultados más extremos procedían de los mamíferos. Por término medio, sólo el 10% de la energía que una hembra de mamífero utilizaba durante el embarazo se destinaba a su descendencia. "Me sorprendió", dijo Marshall. "Volvimos a las fuentes muchas veces porque nos parecía sorprendentemente alto basándonos en las expectativas de la teoría".

David Reznick, biólogo evolutivo de la Universidad de California, que no participó en el estudio, también se sorprendió de lo elevado que podía llegar a ser el coste indirecto. "No me lo hubiera imaginado", dijo. Y lo que le sorprendió aún más fue que el equipo de Marshall fuera el primero en precisar estas cifras. "Piensas que alguien debió de hacer esto antes".

El estudio ofrece pistas sobre por qué algunas especies tienen costes indirectos más elevados que otras. Las serpientes que ponen huevos consumen mucha menos energía indirecta que las que tienen crías vivas. Las serpientes que tienen crías vivas deben mantener los embriones mientras crecen dentro de sus cuerpos, mientras que las que ponen huevos pueden sacar a sus crías de sus cuerpos más rápidamente.

Puede haber varias razones por las que los mamíferos pagan unos costes indirectos tan elevados por el embarazo. Por ejemplo, muchas especies generan una placenta para transferir nutrientes a sus embriones. Marshall sospecha que los humanos incurren en un coste especialmente elevado para que las mujeres estén embarazadas más tiempo que la mayoría de mamíferos.

Marshall afirmó que los nuevos resultados también pueden explicar por qué las hembras de mamíferos se esfuerzan tanto en cuidar a sus crías después de nacer: porque se esfuerzan mucho durante el embarazo. "Ya han invertido mucho en el proyecto", concluye Marshall.

stats