Marcel Borràs: "Los hijos hacen evidentes las carencias de la pareja"

BarcelonaLa serie es una ficción, pero Marcel Borràs y su pareja, Aina Clotet, han explicado que parte de una experiencia vivida cuando empezaron a realizar una terapia de crianza. Esto aparece en la serie, pero todo lo demás se lo inventaron los guionistas. Cuando rodaron las escenas con la terapeuta, Borràs dice que tuvo la sensación de estar recreando algo que había vivido de forma bastante similar. Pero también dice que, obviamente, con una cámara siempre se pierden aspectos vividos.

¿Se parece mucho, Sam y tú?

— Me siento muy identificado con el personaje que hago en la serie en un aspecto que seguramente también han oído muchos otros padres: cuando empiezas la aventura de la paternidad te das cuenta de que debes dividirte en diferentes partes. Por una parte deseas ser el mejor padre, por otra deseas seguir teniendo amigos, también quieres seguir siendo la mejor pareja para tu pareja, tampoco quieres aflojar con el trabajo... Muchos padres querríamos alimentar a cada una de estas partes en el que estamos divididos, pero no acabamos de salir adelante.

¿Cómo se lo ha hecho en casa mientras grababa la serie?

— Aina dirige, es protagonista y también ha escrito algunos capítulos, con Valentina Viso y Dani González, así que ha hecho muchos papeles. Yo también actuaba, lo que ha implicado tener mucha ayuda externa, de la familia y también de amigos. La escuela nos ha ayudado cuando no llegábamos a todo. Como pareja, lo hemos ido trampeando como hemos podido, porque, ciertamente, nuestra profesión no está muy pensada para mantener una maternidad o paternidad al uso.

Ambos sois actores.

— Nuestros horarios son muy locos y cada semana cambian, lo que te pide tener una organización bastante compleja, que puede resultar agotadora. Pero ser actor también te aporta cosas muy buenas, como períodos en los que puedes parar y estar más por casa. Intentamos encontrar un equilibrio.

¿Los hijos rompen las parejas?

— Los hijos vienen a romper la relación de pareja previa. Donde antes había dos ahora hay tres y, por tanto, la pareja tal y como la conoces desaparece. Es necesario encararlo como un reto. He visto parejas con hijos que se separan porque los hijos vienen a hacer evidentes las carencias que existen. La típica frase de "No estábamos muy bien y tuvimos un hijo" siempre sale mal, porque los hijos siempre te colocan en una situación límite en la que tienes que enfrentarte a tus carencias.

En el segundo capítulo deEsto no es Suecia se reflexiona sobre los miedos. ¿Cómo las vives tú?

— El miedo es un elemento intrínseco no sólo en la paternidad sino también en la vida. El miedo nos define. Está presente cuando somos más atrevidos, pero también cuando somos más prudentes. A mí, lo que más me ha servido cuando he experimentado el miedo en relación a mis hijos, ha sido compartirlo. El hecho de expresar el miedo, de reconocerlo, ayuda mucho. Los peores momentos como padre los he vivido cuando he sentido miedo, no he sido suficientemente consciente y convivía con él sin darme cuenta.

Creo que los hijos perciben el miedo a los padres.

— Yo he compartido los miedos con otros padres, con amigos y con la pareja, pero también me ha ido bien compartirlos con mis hijos, ahora que ya son algo mayores. Cuando siento que no sé hacer bastante bien algo y se dan las circunstancias de calma y tranquilidad, les expreso que la vida no es fácil y que el miedo forma parte de nuestra forma de ser. Y esto los hijos lo entienden con facilidad. Yo les puedo decir "Mirad, nadie me ha enseñado a ser padre, estoy aprendiendo con vosotros, y, como estoy aprendiendo mientras lo hago, muchas veces me equivoco y eso me genera miedo", y la grande me mira y ríe.

¿En qué tipo de padre te estás convirtiendo?

— La paternidad es algo que, como la vida, va muy rápido. Es un proyecto que va mutando. Las necesidades de tus hijos y las tuyas no paran de cambiar. Yo ahora quizás me encuentro en un momento más tranquilo, más agradable que durante los primeros años, que son como una especie de huracán loco. Ahora siento que todo esto ya se ha equilibrado. Obviamente, siguen habiendo tensiones, pero todo está un poco más estabilizado y empiezo a mirarme con cierta distancia a ese padre preocupado que no sabía hacer las cosas. Me hace gracia, toda esa preocupación.