Así hace de padre

Jordi Masó: "Me molestan esos padres que dicen que son amigos de sus hijos"

Pianista escritor y padre de Nilo y Ada, de 24 y 21 años. Es profesor de la Escuela Superior de Música de Cataluña y no hace mucho recibió el Premio Llibreter 2024 en la categoría de literatura catalana por la novela 'Xacona' (Males Herbes), la historia de una viuda que reconstruye, de mil y una formas, la vida secreta del marido. Ha grabado más de 60 discos y sus libros anteriores son 'La biblioteca fantasma', 'El invierno en Corfú' y 'Ambrosia'

Jordi Masó en una imagen de archivo
01/10/2024
3 min

BarcelonaMis hijos me escuchan más ahora que cuando eran pequeños. No significa que me hagan caso, claro, pero mantienen una actitud abierta y educada. Cuando eran pequeños se rebelaban y nos traían la contraria. Supongo que era la forma en que se les conformaba la personalidad, pero recuerdo haber perdido los estribos más de una vez, lo que a mí raramente me ocurre en sociedad. Tampoco en la intimidad. Los conflictos con los hijos pequeños me ponían la paciencia en el límite.

Quizás, a base de disgustos, también has ido encontrando una manera más sosegada de intervenir.

— Ahora mismo, cuando opino sobre sus vidas, ya sé que recibiré una mirada escéptica o de desprecio amable. Con veinte años viven en otro mundo y lo saben todo. Y tú eres de otra generación. "No puedes entenderlo" es una respuesta habitual. Esa seguridad que muestran, más que molestarme, me fascina. Yo siempre he sido, y me temo que todavía soy, una persona llena de dudas.

En un microrrelato tuyo, Macetas y ollas, unos padres se sienten desconcertados cuando un adolescente les hace caso y no se comporta como un adolescente.

— Me gusta dar la vuelta a los tópicos. Es un terreno literario muy fértil. Pero es que la realidad a veces también les da la vuelta. Mi hijo, por ejemplo, nunca se comportó como un adolescente cuando le tocaba. El personaje del cuento podría decirse que es una exageración literaria del caso real de mi hijo. En cambio, las extravagancias de la adolescencia le surgieron más tarde.

Los hijos siempre nos dejan con un palmo de nariz.

— Mira otro ejemplo de tópico que no se cumplió. Cuando nació su hermana esperábamos en él alguna manifestación de celos, lo que los abuelos llamaban "tener los pies fríos"...

O tener frío en los pies.

— Es una expresión que siempre me daba rabia cuando la oía. Pero no. No experimentó ningún tipo de celos, todo fueron cuidados hacia ellos. Han sido unos hermanos modélicos. Es una suerte que el comportamiento humano sea tan diverso e impredecible.

Todo padre intenta construir un personaje coherente y sabio que sirva como modelo, pero al final lo útil de verdad a los hijos es ver tus debilidades y fracasos.

— Quizás sí he intentado parecer un hombre sabio y coherente, en todo caso siempre me ha movido actuar con naturalidad, no me gusta que se quiera aparentar lo que no se es. De todas formas, no estoy seguro de que yo haya sido un padre modélico.

Quizá pienses en algún aspecto concreto.

— Cuando los niños eran pequeños yo tenía muchos conciertos y grabaciones discográficas que me hacían estudiar piano muchas horas al día, y recuerdo que cuando aún no andaban los tenía campando por el parqué del estudio mientras yo iba tocando el piano. No tenía más remedio, no había horas para todo. Evidentemente, también había ratos que me olvidaba del trabajo y jugaba con ellos, pero quizás no les dediqué el tiempo que les dedican otros padres.

Ocurre entre padres e hijos que hay momentos que el hijo hace de padre.

— No experimenté esa sensación, al menos cuando eran pequeños. Y me parece bien que los padres hagan de padres y los hijos hagan de hijos. Me molestan estos padres o madres que dicen lo que "con mi hijo somos amigos". ¡No jodamos! ¡Un hijo debe tener amigos de su edad! En cambio, ahora que los míos tienen más de veinte años, a veces sí que detecto este trato un punto paternal, añadido a la condescendencia propia de una generación que se siente misteriosamente superior. Pero me parece bien.

Los hijos son ya mayores. ¿Cómo les has ayudado a elegir lo que han decidido ser?

— En casa tenemos dos casos muy distintos. Mi hija ha querido seguir el camino de mis padres y dedicarse a la música. Mi esposa también es violinista. En cambio el hijo acabó sus estudios de grado profesional de música pero realizó la carrera de física y ya ha terminado el máster.

A partir de una edad, poco más podemos hacer, aparte de levantar las cejas y enviar bizumos.

— Los hijos no se pueden encargar a medida, por lo menos, todo llegará. Los orientas como te parece mejor para que lleguen a ser felices, pero las elecciones deben ser suyas. Mira, yo soy músico y escritor y en casa no había ningún músico y tampoco se leía mucho.

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