Jaume Funes: "No estoy de acuerdo en que en la escuela no se quiera hacer nada con el móvil"
Psicólogo, educador y autor del libro 'No sin mi móvil'
BarcelonaHoy, uno de los grandes retos educativos que afrontan familias y docentes es la relación que tienen los adolescentes con las pantallas. El universo digital forma parte de sus vidas, y es ahí donde también viven su adolescencia, nos guste o no. Jaume Funes, psicólogo, educador y periodista, autor de varios libros –entre ellos el éxito de ventas Ame cuando menos lo merezca... porque es cuando más lo necesito (2018)– vuelve con No sin mi móvil (2025). Un libro que invita a la reflexión sobre cómo educar a los adolescentes en el mundo digital y que ofrece estrategias útiles para padres y maestros, siempre priorizando el acompañamiento educativo por encima de la prohibición.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de dar un móvil por primera vez a un adolescente?
— El tema es que los padres han convertido el aparato en el problema, cuando lo que deberían ver es que, desde pequeño, su hijo tiene ya un universo digital. Es cuando llega a la adolescencia que, al igual que en otros ámbitos, comienza a tener una autonomía que preocupa a los padres. La cuestión es cómo gestiona y experimenta la autonomía de tener un móvil.
Entonces, ¿qué les podemos decir?
— Tienen que entender que para nosotros el móvil no es un peligro, sino una herramienta muy potente que nos gustaría discutirla con ellos. Que no pueden hacer lo que les dé la gana, ni instalarse todas las aplicaciones que quieran. Hay que introducir regulaciones y explicarlas, nada que decir que cuando sean mayores ya podrán hacerlo. También te digo que no es lo mismo discutir esto en primero de ESO que en cuarto de ESO. Debe ser un proceso progresivo en el que lo que nos debe interesar no es el móvil, sino la vida digital que realizan.
A los padres nos preocupa lo que hacen y cómo utilizan el móvil.
— Y no tenemos ni idea de lo que hacen. Los padres creen que, si no hay móvil, no hay problemas, o si no miran porno, todo está controlado. Pero, ¿son conscientes de si sus hijos saben navegar por internet? ¿Saben si se quedan con la primera idea que les llega o investigan sobre la información que reciben?
Enseñar a un adolescente sobre el uso del móvil no es fácil.
— Tener conflictos con los adolescentes es inevitable. A partir de ahí, con ellos es necesario realizar pactos, teniendo en cuenta que un pacto con un adolescente dura treinta segundos y que tendremos que volver a pactar y, seguramente, nos pelearemos. El tema es saber por qué nos peleamos y por qué cosas no es necesario.
¿Debemos confiar en que harán un uso responsable?
— Más bien, debemos mostrar curiosidad por lo que hacen, dejar que nos expliquen algo y dejarnos engañar. Saber que sólo nos van a enseñar una parte de su perfil digital, pero no todo. Por eso, es importante que antes de los dieciséis años ya hayan aprendido unas competencias y habilidades sobre el mundo digital. Que sepan, por ejemplo, que el uso de la IA no es para no tener que hacer los deberes, sino que aprendan a pensar y trabajar utilizando la inteligencia artificial.
También nos da miedo que todo su mundo y amigos sólo estén en la esfera digital.
— Cuando sale algo nuevo siempre creemos que lo que había antes era mejor. No tiene sentido la comparación. El mundo virtual y el físico es real, por tanto, hoy construir la identidad es imposible sin el mundo digital. Al final, la discusión es si, aparte del mundo digital, el adolescente tiene otros espacios en los que tiene actividades y relaciones. Si sólo tiene un universo virtual, entonces sí existe una dificultad.
¿Cómo controlar que estén menos con el móvil sin ser unos pesados?
— Pesados siempre lo seremos. Ahora bien, hay que ser consciente de que la adolescencia nunca tolera la incoherencia ni la hipocresía. Si nos ven a nosotros pegados al móvil, no podemos pedirles que ellos no lo hagan. Hay que dar a entender que no toda su vida va a pasar por una pantalla, pero que la nuestra tampoco. Al final, lo importante no es el tiempo que pasan, sino qué hacen cuando están conectados. Pueden estar poco rato, pero mirar algo completamente destructora. Ante esto, cabe pensar: ¿qué otra conducta sustituye? Probablemente, si deja de dar patadas a la pelota todo el día, a otra cosa le estará dando patadas.
¿La escuela debe ser el lugar donde aprendan todas estas competencias digitales?
— Sí, y no estoy de acuerdo en que en la escuela no se quiera hacer nada con el móvil, porque se da la imagen de que aprender es un proceso aburrido y cuando te diviertes es cuando puedes hacer lo que te da la gana. Esto es peligroso. No puede ser que, por la noche, el adolescente comparta sus deberes con sus amigos con el móvil y que al día siguiente el móvil esté prohibido. Los alumnos son conscientes de que lo que hace el móvil es infinitamente más potente que lo que existe en la escuela. Al final, las escuelas que funcionan son las que tienen la capacidad de conectar la tecnología compartida con diversos instrumentos como el móvil.