La forma etimológica para designar al abuelo no proviene del género masculino sino del femenino. Es decir, 'abuelo' deriva de 'abuela', no de su evolución natural latina, que habría sido 'au' (en latín, 'avus'). "El femenino ha marcado la forma masculina. Y no se ha hecho para esquivar la confusión con 'au' porque ya disponemos de 'pájaro' como palabra usual", detalla Carles Duarte, lingüista y poeta. Según este experto, puede haber ayudado "el vínculo más profundo que se produce con la abuela". Eloi Bellés, profesor de filología catalana en la Universidad de las Islas Baleares, añade que esta casuística también se da con 'tío' que proviene de 'tía' (a partir de masculinizar la forma femenina, un diminutivo de 'tía'), ya que en catalán central la forma tradicional era tío. Cosas de lengua y de vínculos.
Del 'pradí' a la 'güelis': las mil y una maneras de decir 'abuelo' y 'abuela'
Los niños crean nombres originales, creativos y divertidos cuando adaptan su lenguaje a los sonidos que escuchan, en un fenómeno en el que la procedencia geográfica de los abuelos también tiene un peso importante
BarcelonaAbuela y abuelo: la madre o el padre de la madre o el padre... Pero también, se le puede llamar a él padrino (coloquialmente, en Mallorca, pradine), ya ella, nona (inspirado en la forma italiana de designar a la abuela). En la versión castellanizada se encuentra la güela y el güelo. De originales, con ingenio, encontramos arari (que deriva de la frase "ahora llega el abuelo"), babimia (un compuesto formado por Josep Maria y abuelo), u otros como vaya (abuela desordenado) y ava; aparte de los dulces iayuchi, mimi y güelis, y curiosos como mamamama (es decir, dos veces mamá).
Nombrar a los abuelos es todo un arte, y las criaturas, en eso, son unos expertos. Su imaginación se despliega y la estima que sienten hacia estas figuras ancestrales completa su trabajo. Un amor que juega con letras y sílabas y deriva en palabras nuevas. Carles Duarte, lingüista y poeta, destaca la afectividad que guardan estas palabras: "Es evidente que la figura de los abuelos tiene una connotación singularmente afectiva, de apoyo, calentamiento y acompañamiento, que explica la formación de estas palabras hipocorísticas (es decir, nombres afectivos que se forman por acortamiento y más allá de los que más van ). emotividad". Duarte, director de la Fundación Conocimiento y Cultura (CIC), explica que las palabras prácticamente nunca son neutras. "Nos sirven para describir la realidad, y todas, incluso las aparentemente más abstractas, tienen connotaciones. Por eso, elegimos unas y no otras con un significado aparentemente idéntico".
Mar Hurtado, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, recuerda que su prima andaluza, con la que se llevan cinco años de diferencia, llamaba mamamama a su abuela Conchi (que para Hurtado era la tía Conchi). "Las Navidades y los veranos que coincidíamos en Jaén, yo le reprochaba que se equivocaba porque no era una mamá. Un día lo entendí. Ella quería visibilizar a las dos generaciones. Me hizo mucha gracia...", detalla Hurtado, que pone en valor la imaginación de los niños. "Es esa capacidad de los niños de ver el mundo con imágenes. Nada está hecho de una sola manera. Hay mil y una manera de decir abuela y todas son válidas". Francina Jaumandreu, madre de dos gemelas, añade que, en su caso, como a las dos niñas les costaba decir Maria Rosa (nombre de la abuela) ellas mismas lo derivaron en Rirri. "Ahora también se lo dice todo su entorno", asegura. ~BK_SLT_ura~
Según la neurocientífica Rosa Casafont, "lo que hacen los niños es adaptar su lenguaje a los sonidos que sienten fonéticamente y en función de las costumbres que existen en casa hacen arreglos". Su marido, llamado José María, es quien recibe —en la función de abuelo— el nombre de babimia. El escritor y periodista Màrius Serra afirma que "en el momento del aprendizaje de la lengua, cuando la criatura todavía no está encauzada en la corrección gramatical, salen cosas sensacionales. Quizás se equivoca al decirlo, pero hace gracia y eso queda instaurado dentro del relato familiar".
Al tratarse de un cargo repetido en la familia, la procedencia geográfica de los abuelos ayuda (y mucho) a distinguir si son paternos o maternos. Anna Xicoira comenta que sus hijos dicen tata al abuelo paterno porque es chileno (tata es habitual en Chile para referirse al abuelo). De hecho, para Serra, la forma en que se designan los abuelos y las abuelas destila una cierta denominación de origen: "Por ejemplo, hablemos de padrinos y madrinas también en la parte de Ponent; en la Comunidad Valenciana son más güelos y güelas, y dicen más baba en las comarcas gerundenses". Eloi Bellés, profesor del departamento de Filología Catalana y Lingüística General de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), puntualiza que padrino y madrina (pronunciados pradine y pradina) son habituales en Mallorca, donde para distinguirlos del padrino de bautismo se utiliza la forma padrino joven para esta segunda figura; en Ibiza se designan güelos (que viene deagüelos, abuelos), y en Menorca es frecuente decir se abuela y el abuelo, con artículo salado en un caso y literario en el otro; se abuelo y se abuela.
Muchos abuelos y abuelas quieren también decir la suya y proponen ellos mismos cómo se les bautice. Así lo ha hecho la abuela Nina. Éste no es su nombre real pero siempre había querido llamarse. Que le digan abuela, además, no le molesta, aunque esta palabra incomoda a algunas personas porque les hace sentirse más viejas. Ninguno de los nombres que crean los niños, eso sí, suele sonar ridículo ni tampoco generar rechazo. Al contrario. Tal y como resalta Serra, "a diferencia de los que se llaman los adultos en las relaciones afectivas, como cari o churri, los niños tienen la habilidad de desactivar esta característica ridiculizando con los nombres que expresan”.