André Ricard: "Un tornillo Allen es precioso"

Poldo Pomés repasa con un documental la trayectoria del padre del diseño español y catalán

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André Ricard entre una retahíla de sus diseños al documental 'André Ricard, el diseño invisible'

BarcelonaAndré Ricard (Barcelona, 1929) se empezó a fijar en la forma que tenían las cosas cuando era un niño, se convirtió en diseñador entre los pioneros del oficio y empezó a trabajar en una España atrasada en plena dictadura franquista. Es considerado el padre del diseño catalán y español junto con Miguel Milà, y ha forjado su prestigio con diseños tan aparentemente pequeños como una pinza contra las polillas, una botella para la leche Rania y otra para el detergente Norit; u otros tan icónicos como la antorcha de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la lámpara Tatu, el cenicero Copenhague y los frascos de colonia para la casa Puig.

Y sigue en activo, como se puede ver en el documental de Poldo Pomés escrito por el periodista Xavier Mas de Xaxàs André Ricard. El diseño invisible, a lo largo del cual Ricard desarrolla un plato para las aceitunas con un doble fondo para poder tirar los huesos y que no queden a la vista. La producción del documental la hará el taller de cerámica de la Fundació Autisme Mas Casadevall. “Para mí el diseño es que los objetos funcionen de la mejor manera posible y que estén mejor resueltos”, dice Ricard en la película, que se puede ver en la galería Santa & Cole (Rosselló, 256) en una decena de sesiones hasta el 13 de noviembre. Hay que inscribirse porque el aforo es limitado.

El bote de Norit diseñado por André Ricard

“Realmente construí mi manera de ser sobre todo hablando con gente, porque no había escuelas de diseño, te lo tenías que hacer tú mismo”, dice André Ricard, que fue reconocido hace unas semanas con el premio a la trayectoria de la tercera edición de los premios Design Europa. Precisamente el documental brilla por sus reflexiones y los testimonios de una retahíla de profesionales como la arquitecta Victòria Garriga, el diseñador Mario Ruiz y el mueblista Marc Morro. “Dotó de sentido y contenido lo que ha significado el diseño para Barcelona”, dice Victòria Garriga, mientras que Ruiz destaca que Ricard se niega a entrar en el juego de presentar a los clientes diferentes propuestas de un mismo diseño. Él solo da por buena la que se adapta mejor a la función que tiene que cumplir.

También hablan los clientes, como Ignacio Fernández, de la marca Orion, que recuerda cómo la pinza de Ricard superó las expectativas que habían puesto en el rediseño de su producto contra las polillas; Mariano Puig, el presidente de la casa Puig, que recuerda cómo Joan Miró hizo una escultura con uno de los frascos de Ricard; y Julia Pettersson, de Santa & Cole, que ha reeditado algunas de sus lámparas, como la Tatu. Esta lámpara encuentra su origen en las luces de los aviones, que permiten leer sin molestar al pasajero de al lado. “En todo problema de diseño te tienes que poner inmediatamente en el lugar del usuario”, recuerda Ricard. “Cuando un objeto llega a su perfección, es bello –concluye–. Un botón, un calzador y un peine, son bellos. Un tornillo Allen es precioso, pero no nos damos cuenta porque generalmente lo que funciona bien es tan discreto que no llama la atención”.

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