La rabia y el deseo de Esther Boix estallan en la galería Marc Domènech
La Generalitat compra para el MNAC una de las pinturas de la emblemática 'Serie del pan' del artista
BarcelonaLa artista y pedagoga Esther Boix (1927-2014) se autorretrató a finales de los años 50 como una mujer melancólica. En pleno franquismo, Boix se veía en ella misma rodeada de un fondo azul que se oscurece hasta llegar al negro. En cuestión de pocos años el malestar se agudizó: ocho años después se hizo otro autorretrato donde se puede ver cómo la tristeza y el asco le desfiguraron el rostro y convirtieron su expresión en una mueca. Sin embargo, Boix no dejó de luchar y tres años después, en 1971, pintó con aires pop una mujer anónima que se afana por deshacerse de una ropa blanca en una pintura titulada La desesperada lucha por salir de la carcasa. Estas tres pinturas abren la exposición que la galería Marc Domènech de Barcelona (pasaje Mercader, 12) dedica a Esther Boix hasta el 4 de octubre, titulada Esther Boix. Pinturas. 1955-1975. "Lo que Esther Boix quiso hacer con su autorretrato más rudo y expresionista fue enfatizar la carga psicológica y reproducir su estado de ánimo y lo que ella consideraba la sociedad en su conjunto", afirma el galerista Marc Domènech.
La exposición incluye una treintena de obras, sobre todo pinturas, todas muestras de la necesidad que Boix tuvo que denunciar la opresión franquista de las clases populares y las mujeres a lo largo de los años 60 y 70. "En los primeros años 60 Boix ya estaba muy concienciada políticamente, y esto se tradujo en el cambio de estilo. Hay un momento en que fue catártico en su carrera que fue la cerrada de Montserrat. catalana contra una misma causa y que debían hacer algo porque todos estaban criticando aquello en lo que habían sido educados", explica Domènech.
Esta muestra es la primera individual de Esther Boix, que fue una de las grandes representantes de Estampa Popular, desde la que le dedicó el Museo de Arte de Girona en 2005. Este mismo año, Domènech le dedicó un espacio monográfico en la feria Arco que fue todo un éxito: el Museo Reina Sofía compró dos pinturas: Ella (1973) y No cierra (1971), esta última de la serie Dianas. Y hace unos meses, la Generalitat compró para depositarla en el Museo Nacional de Arte de Catalunya Serie del pan-3, uno de los trabajos de otro de los conjuntos capitales de Boix. "Para Esther Boix la clase subalterna es el pan y al mismo tiempo el pan era el máximo al que podían aspirar, y los brazos rojos que aparecen en algunos de los cuadros es la clase acomodada", dice Domènech.
El erotismo y el medio ambiente
Algunas de las obras, Esther Boix las hizo para sí misma porque por su contenido no podía mostrarlas en público, aunque expuso mucho y tuvo éxito. "El objetivo de esta exposición no es redescubrir a Esther Boix, porque ya tenía su sitio, sino restituir a Esther Boix que mucha gente no conoce y sobre todo ponerla en el contexto de las demás mujeres artistas también reivindicativas", dice Domènech.
Mientras que la primera parte de la muestra está dominada por la política, la segunda, correspondiente a finales del franquismo, está marcada por el erotismo y la conciencia medioambiental, con unas pinturas llenas de formas orgánicas pintadas en colores cálidos. "Son radicalmente diferentes a lo que estaba haciendo. El tema de la mujer siempre lo tuvo muy presente y aquí lo reivindica a través del sexo femenino", concluye Domènech.