Cinema

Canes difunde la historia de la mística lesbiana que desafió el poder vaticano

La película 'Benedetta', de Paul Verhoeven, reconecta con el espíritu del cine erótico de los años setenta

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El director Paul Verhoeven y la actriz Virginie Efira en la presentación de 'Benedetta' a Canes.

CanesEn el cine de Paul Verhoeven, los personajes femeninos, como Catherine Tremell de Instinto básico o Nomi Malone de Showgirls, no tienen miedo de ejercer el poder que les proporciona el sexo. También es el caso de la protagonista de Benedetta (Virginie Efira), inspirada en la figura real de Benedetta Carlini, una mística del siglo XVII a quien se considera una de las primeras lesbianas de la historia documentadas como tales. Así lo reivindica la historiadora Judith Brown en los estudios en los que se ha inspirado Verhoeven para este film erótico que quiere recuperar el espíritu de ciertas películas verdes de los años setenta.

Como en toda buena mística, en Benedetta se confunden deseo y fe. Tras entrar en un convento de pequeña, le cae encima la figura de la Virgen María a quien rezaba. En lugar de aplastarla, la estatua parece abrazarla, y la chica acaba besando el pecho maternal de la virgen. Ya de adulta, en un éxtasis místico adquiere los estigmas de la pasión sintiéndose totalmente penetrada por los clavos de Cristo. Y no tarda en descubrir el sexo físico con una joven campensina que se refugia en el convento, Bartolomea (Daphné Patakia). Como tantas heroínas de Verhoeven, Benedetta vive la sexualidad de forma placiente y segura, y también ejercerá el poder que le garantizan estos éxtasis.

En un panorama actual en que el erotismo explícito se encuentra cada vez más desterrado de la pantalla, Paul Verhoeven encuentra en este material una manera de reconectar con aquel cine de los setenta que se recreaba sin vergüenza en el potencial lascivo de escenarios como los conventos de monjas. Benedetta celebra la voluptuosidad y la desinhibición de sus protagonistas, e incorpora elementos aplaudidos en la sala como una pequeña talla de virgen reconvertida en consolador. Pero todo ello también le otorga un aire un poco caduco a la película, que por otro lado presenta una de las puestas en escena más descuidadas del cine de Verhoeven. El director sin duda cree en el cuerpo y la sexualidad de la protagonista, pero no demuestra mucha fe en el resto de la historia que nos explica.

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