Estreno cinematográfico

Emma Suárez: "El alcohol es una droga legal, pero tiene graves consecuencias sobre nosotros"

Actriz, estreno 'Desmontando un elefante'

Emma Suarez.
3 min

BarcelonaLo primero que dice la actriz Emma Suárez (Madrid, 1964) cuando nos encontramos es que Desmontando un elefante es una película importante. El filme dirigido por Aitor Echeverría (Barcelona, 1977), se estrena este viernes y relata el proceso de rehabilitación de una arquitecta adicta al alcohol y el impacto de esta situación sobre su familia. La actriz de largometrajes como El perro del hortelano (1996), Julieta (2016) y La próxima piel (2016) encarna ahora a Marga, esta protagonista que lucha por deshacerse de la adicción mientras su hija, interpretada por Natalia de Molina, le apoya.

¿Por qué es una película importante?

— Porque habla de temas que no están sobre la mesa y que son muy necesarios. Aborda las adicciones y el alcoholismo desde un punto de vista original y al mismo tiempo con mucho respeto. También habla de los cuidados, del cambio de roles en una familia, de cómo cuidar a los demás hace que a veces te olvides a ti mismo, de cómo el arte puede ayudar a desbloquear sentimientos. Y, por supuesto, del silencio, de la incomunicación y de la reconstrucción de la identidad de un adicto.

¿Cuál ha sido el mayor reto a la hora de enfrentarse al personaje?

— Me imponía mucho respeto el compromiso y la responsabilidad de tocar un tema tan importante como las adicciones, que afecta a tanta gente de nuestra sociedad. Estamos hablando de una substancia integrada y normalizada en nuestro día a día. El alcohol es una droga legal pero tiene graves consecuencias sobre nosotros. He investigado y escuchado mucho para entrar en un territorio que me generaba vértigo y cierto miedo. La película me ha permitido exponer la vulnerabilidad, los traumas, la soledad del personaje y sobre todo su fragilidad.

En la película no aparece ninguna botella de vino ni ninguna escena en la que ella consuma alcohol. ¿Cómo ha sido construir el personaje desde esa premisa?

— Al principio no sabía cómo mostrar a un personaje adicto al alcohol sin que la protagonista no bebiera nunca. ¿Cómo creería el espectador que aquella mujer tiene una adicción si no mostramos su sustancia? Pero Aitor es muy meticuloso, honesto y sensible, y ha hecho un trabajo impresionante como director. Lleva 15 años preparando la película y tenía muy claro cómo quería hacerlo. Hemos dialogado mucho para construir el personaje y extraer toda su fragilidad.

La película trata al alcoholismo como una enfermedad.

— Sí, aunque durante el proceso de investigación hablamos con terapeutas que lo consideran una enfermedad y otras que no. En cualquier caso, es imprescindible ponerse en manos de profesionales y pedir ayuda. Pero para ello, debes reconocer y aceptar que tienes un problema. Hay mucho engaño en estos procesos porque el autoengaño es constante. Mintes a los demás y te mientes a ti mismo. Atreverse a vivir un proceso de desintoxicación es un acto de valentía, porque tendrás que buscarte a ti mismo, pero no sabes quién te vas a encontrar.

¿Cómo ha cambiado su relación con el alcohol después de esta película?

— Me ha provocado una profunda reflexión. Antes de la película me pasaba como a todos, convivía con el alcohol de forma espontánea y natural. Ahora me he dado cuenta realmente de la relación que tenemos. Cuando te invitan a cenar, llevas una botella de vino. Cuando quedas con alguien, haces una cerveza. De pequeños, mojaban el chupete con licor para que el bebé se calmara. Los adolescentes comienzan a beber por desinhibirse, por ligar. Es un hábito tan integrado que no somos conscientes de ello. Espero que la película ayude a reflexionar sobre todo esto.

¿Cómo definiría el vínculo de la protagonista con su hija?

— El proceso de rehabilitación hace que se cambien los roles. La hija hace de madre y le está encima todo el rato, casi como si la estuviera acosando, hasta que se da cuenta de que debe hacer su propia vida. Hay una ley natural que hace que cuidemos a nuestros padres cuando son mayores, pero en este caso al personaje de Natalia esto le llega demasiado pronto. Ella es bailarina y también es interesante ver cómo, a través de la danza, la película nos enseña todo lo que la hija está experimentando y que no se atreve a decir en voz alta.

Ha rodado en la casa del arquitecto Tonet Sunyer, situada en el barrio barcelonés de Sant Gervasi. ¿Qué papel juega el edificio sobre Marga?

— Es un personaje más. La casa es el proyecto de Marga, que es arquitecta. La viuda de Tonet Sunyer, Teresa Ramalla, nos permitió convivir con ella durante el rodaje en la casa, y cuando entré me sentí muy cómoda. Realmente representa al personaje de Marga y es a la vez una metáfora del vacío existencial y de la distancia que impera entre la familia de la protagonista.

stats