Crítica de cine

Crítica de 'Indiana Jones y el dial del destino': en busca de su lugar en la historia

El film es la conclusión emotiva que se merece la saga del arqueólogo aventurero

3 min
Harrison Ford a 'Indiana Jones y el dial del destino'
  • Dirección: James Mangold
  • Guión: John-Henry Butterworth, David Koepp y James Mangold
  • 154 minutos
  • Estados Unidos (2023)
  • Con Harrison Ford, Phoebe Waller-Bridge, Mads Mikkelsen, Antonio Banderas y Karen Allen

Hace quince años del estreno de Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008), la cuarta entrega de las aventuras de Henry Walton Jones, más conocido como Indiana Jones, el arqueólogo ideado por George Lucas que debutó en los cines de la mano de Steven Spielberg en 1981. Este cuarto episodio dejó un regusto de insatisfacción entre los fans de la saga. Después de las celebradas tres primeras partes en los ochenta, el retorno de Indiana Jones ya en pleno siglo XXI quedaba fuera de lugar, con un Harrison Ford esforzándose por hacer ver que se mantenía en forma y la falta de cohesión de la trama en el nuevo contexto geopolítico, el mundo en plena Guerra Fría. No se palpaba el necesario tono crepuscular y el arqueólogo se acababa retirando por una causa muy coherente con la filosofía spielbergiana: formalizar una familia.

Indiana Jones y el dial del destino, el cierre definitivo de la franquicia, repara estos desajustes para ofrecer un film de clausura lleno de sentido más allá de la nostalgia. Esta quinta y última entrega de la saga es también la única que no dirige Steven Spielberg, aquí productor ejecutivo. James Mangold, firmante de otro título sobre un héroe crepuscular, Logan, y de la espléndida LeMans '66, una película igualmente capaz de captar el fin de una era clásica, se ha confirmado cómo el sustituto más adecuado para tomarle el relevo.

Preestrenada en Cannes, la película arranca con un prólogo ambientado en el tiempo histórico del protagonista. En plena Segunda Guerra Mundial, se enfrenta a un grupo de nazis en un segmento que culmina en una secuencia de acción trepidante en un tren. Aquí el film supera su primer reto, presentar con verosimilitud un Indiana rejuvenecido a través de la postproducción digital. Pese a que la operativa todavía no resulte del todo satisfactoria, este Harrison Ford resucitado digitalmente de los años ochenta no genera aquella inquietud perturbadora otras propuestas de deaging. El prólogo sirve para establecer desde un planteamiento clásico las bases del film: un nazi –Voller (impecable Mads Mikkelsen)– como antagonista supremo, el sentido de la aventura asociado a un dinamismo puramente cinematográfico y la presentación del objeto arqueológico del deseo del título que hará avanzar la trama.

Cuando llegamos al presente de la película, a finales de los años sesenta, con un Indiana envejecido y cerca de la jubilación, encontramos lo que faltaba en la cuarta entrega. El peso del tiempo se hace notar sobre el protagonista. Vemos a Indiana en una de sus clases en la universidad. Mientras explica el asedio de los romanos sobre la entonces ciudad griega de Siracusa, donde nació Arquímedes, los estudiantes bostezan y se aburren. El cambio se hace evidente porque la escena remite a la tan recordada secuencia homóloga de En busca del arca perdida, en la que los estudiantes suspiraban ante el atractivo profesor. También deducimos que vive solo, sin su familia, mientras refunfuña porque el vecino joven escucha a los Beatles a primera hora de la mañana. Ahora es la historia la que está dejando atrás a Indiana, y el film se empapa de una amargura que no se había dejado notar en la cuarta. El arqueólogo no conecta, en principio, con los aires de contracultura ni revuelta social, tampoco con el cinismo de su gobierno y su carencia de escrúpulos a la hora de contratar a Voller, el nazi que antes era su peor enemigo. La primera secuencia de acción en este periodo es un asalto a los despachos de la universidad de una violencia sucia y fría, más próxima al tono de los thrillers norteamericanos de los años setenta que al aire desenfadado de serie propio de la saga.

Phoebe Waller-Bridge y Harrison Ford en 'Indiana Jones y el dial del destino'.

Phoebe Waller-Bridge y el punto irónico

La aparición de su ahijada Helena (Phoebe Waller-Bridge aportando el contrapunto irónico) anima a Indiana a apuntarse en busca del dial del destino, y emprender así nuevas aventuras. La parte central de la película se desarrolla desde las coordenadas más previsibles y convencionales de una aventura de Indiana por escenarios exóticos, con viejos conocidos y nuevos aliados, y la dosis imprescindible de animalitos repulsivos. Hasta que llegamos al penúltimo segmento, el que presenta el giro más inesperado e insólito de las cinco películas. Un bienvenido recurso narrativo por otro lado plenamente integrado en el tema del film y que lo carga de tensión y emoción dramática antes del epílogo. No hace falta desvelar el emotivo momento final que nos hace derramar la lagrimilla por la significación presente de un héroe que ya tiene reservado un lugar en la historia del cine.

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