Fermin Muguruza: "Después de la muerte de mi hermano decidí dejarlo todo"
El músico y cineasta vasco estrena la película ‘Black is beltza II: Ainhoa’, que también tiene una versión en cómic
Barcelona“He estado tres años sin hacer entrevistas. Después de la muerte de mi hermano decidí dejarlo todo. Ni música, ni entrevistas. Nada. Yo siempre he tenido una gran armadura que me ha protegido, pero se hizo añicos con la muerte de Iñigo”, explica el músico y cineasta vasco Fermin Muguruza (Irún, 1963). Su hermano Iñigo, con el que compartió los grupos Kortatu y Negu Gorriak, murió el 5 de septiembre de 2019 debido a la esclerosis múltiple. El luto ha sido largo, y hasta este verano Fermin no ha tenido “la sensación” de que volvía a ser el de antes. Alejado de la vida pública, se volcó en Black is beltza II: Ainhoa, la película de animación que acaba de estrenar en los cines y que ya había empezado a desarrollar un año antes. “Me dediqué en cuerpo y alma a la película, casi como si fuera una misión que me estaba ayudando a pasar el luto y a la vez a desahogarme. Y entonces llegó la pandemia... Pero puedo decir que después de cuatro años de trabajo hemos podido hacer la película, el cómic [con dibujo de la barcelonesa Susanna Martín] y una banda sonora muy potente”, dice Muguruza una mañana de octubre en Barcelona, donde ha estado unos días promocionando el estreno del film.
“Toda la película está atravesada por la muerte de Iñigo”, dice Fermin, que recuerda que en verano de 2019 incluso había pensado en la posibilidad de hacer una gira con el repertorio de Kortatu, Negu Gorriak y otros proyectos personales: “Pero al cabo de quince días murió Iñigo y todo se fue a pique. Ahora, cuando alguien me pregunta si haré conciertos, digo: «Bueno, de momento no». El año que viene cumpliré 60 años y no sé qué haré. Sí que me gustaría, pero lo veo muy lejos”. De hecho, admite que es la primera vez que no tiene un plan “a corto plazo”, excepto dedicar todo el otoño a defender la película, que ya tiene confirmada distribución en Francia.
Ainhoa, con las voces de Ariadna Gil, Itziar Ituño y Antonio de la Torre, es la segunda parte de Black is beltza, que también fue cómic y película de animación y que explicaba el tránsito de un joven vasco por el mapa de las revoluciones de los años 60 y 70. Ainhoa es la hija de Manex y Amanda, los protagonistas de esa primera parte, y su peripecia empieza a finales de los años 80, cuando viaja de Cuba a Pamplona justamente cuando Kortatu están a punto de hacer el último concierto como grupo. A diferencia de sus padres, Ainhoa no sigue el hilo de las revoluciones, sino que intenta desenmascarar los poderes que usaba el tráfico de drogas como arma de desestabilización política, tal como hizo el gobierno de Estados Unidos financiando a los contrarevolucionarios en Nicaragua o manteniendo relaciones con los talibanes afganos que controlaban el cultivo de opio. Por eso, Ainhoa viaja por el Líbano, Afganistán, Turquía y Francia.
Es también el tiempo del final de la guerra civil libanesa y de la retirada de las tropas soviéticas de Kabul; y, en el contexto vasco, de los preparativos de las conversaciones de Argel entre ETA y el gobierno español de Felipe González. “La película acaba cuando se está negociando la tregua en Argelia, que muchos pensábamos que sería la última”, dice Muguruza, que ha sido cronista de una época mediante canciones de Kortatu como Sarri, Sarri, sobre la fuga de Joseba Sarrionandia de la prisión de Martutene en 1985, y Zu atrapatu arte, que empieza con el verso “un joven muere de sobredosis”. Muguruza no olvida el impacto de la heroína durante los años 80 en el País Vasco, "pero también en los barrios obreros de Madrid y Catalunya, de todas partes”. “Es importante que no se olvide lo que pasó en ese momento histórico”, dice antes de recordar las muertes debido a las drogas de músicos de Cicatriz y R.I.P., “los dos grupos que más tocaron con Kortatu”.
Ainhoa se preestrenó durante el Festival de Cine de San Sebastián en el Velódromo de Anoeta, el mismo lugar donde en 2001 Negu Gorriak hizo los conciertos que celebraban la victoria judicial contra el teniente coronel de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, que había demandado al grupo porque la canción Ustelkeria lo acusaba de participar en una red de narcotráfico. “El pase de la película en San Sebastián fue muy emocionante, una de las cosas más impresionantes que he vivido. La madre de Natxo, el cantante de Cicatriz, se emocionó mucho, y en general hubo una sensación de hermandad colectiva”, explica Muguruza, que asume la responsabilidad de dar testimonio de un tiempo y un país del que ha sido también protagonista. “Tenemos que confrontar los relatos que quieren imponernos, y mi manera de confrontar siempre ha sido la dialéctica y la cultura, la canción, la escritura, y todavía más ahora que hay una regresión tan grande en el campo de la libertad de expresión y toda una batalla por el relato”, dice.
La influencia de John Lennon
La inmediatez de la música le permitió hacer crónica del presente de los años 80 y 90 siguiendo el modelo de John Lennon. “Me influyó muchísimo. Él decía que había que escribir canciones como si fueran noticias de diarios. John Lennon tiene una canción de 1972 titulada Sunday bloody Sunday, sobre la masacre de Bogside, en Irlanda del Norte. En esa época hizo una canción que pedía que los ingleses se fuesen de Irlanda; y lo decía él, que era inglés y tenía la distinción de la reina. John Lennon es un referente, y esta manera de hacer canciones siempre me ha fascinado”, asegura Muguruza. El tempo del cine no es tan inmediato, y quizás por eso las dos partes de Black is beltza tienen un carácter retrospectivo. “Es diferente”, admite con una sonrisa.