Cinema

"Los cineastas están huyendo de Rusia: hoy es una dictadura"

El productor Alex Shiriaieff, promotor del cine ucraniano, visita Barcelona invitado por el Festival Impacte!

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Alex Shiriaieff, productor de documentales ruso, acabado de llegar a Barcelona

BarcelonaEl Festival Impacte!, centrado en el cine sobre derechos humanos, dedica una sesión a Ucrania programando el documental Contemplando la oscuridad (el viernes en los Cines Girona), sobre un coronel ucraniano que queda ciego por la explosión de un coche bomba durante el conflicto entre Rusia y Ucrania que estalló el 2014 con la invasión de Crimea. Pero el invitado de la sesión no es el director ucraniano Serhi Volkov, atrapado en Kiev por la guerra, sino el productor Alex Shiriaieff. Nacido en Rusia en 1971 pero nacionalizado sueco, Shiriaieff es, de hecho, un promotor incansable del documental ucraniano y de las repúblicas exsovièticas a través de la ONG sueca B2B Doc, una plataforma de coproducción documental que nació precisamente a raíz de un viaje de Shiriaieff a Ucrania para rodar un documental sobre cómo Rusia utiliza la exportación de gas para influenciar políticamente países de Europa.

“La idea era rodar un pequeño episodio sobre Ucrania, pero de repente estalló el Euromaidán y el documental se convirtió en una película sobre Ucrania y el gas ruso”, explica Shiriaieff. “Me impresionó cómo se unieron para filmar la revolución todos los cineastas ucranianos, desde los estudiantes de cine hasta los directores consagrados; no hacían reportajes o noticias, sino documentales creativos y brillantes de tres o cuatro minutos que captaban las sensaciones de la revolución”.

En medio de una revolución, los ucranianos también ayudaron a Shiriaieff a completar su película: de hecho, su cámara en Kiev fue Serhi Volkov, director de Contemplando la oscuridad. “Cuando mostré el material en Suecia, se sorprendieron mucho con la calidad de los cineastas ucranianos y se me ocurrió que yo también les podía ayudar abriéndoles oportunidades en Europa”, dice Shiriaieff, que vive y trabaja en Suecia desde 1997. Desde allí, B2B Doc trabaja con directores de Bielorrusia, Moldavia, Ucrania, Georgia, Armenia y Azerbaiyán. “Queremos que sean países libres y democráticos, mejorar la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos. Algunos de estos países están en guerra y tienen territorios ocupados. Hay dos que son dictaduras puras. Pero al mismo tiempo tienen un bagaje cultural y cinematográfico extraordinario gracias al legado soviético. Saben explicar historias con el lenguaje audiovisual, pero no dominan el mercado de financiación internacional”.

Borís Yeltsin, punto de inflexión

Shiriaieff se formó como periodista televisivo a finales de los 80 en la Rusia de la Perestroika, donde la vida era “terrible” pero él se sentía “optimista” porque creía que su trabajo podía contribuir a “cambiar la sociedad”. Pero cuando la Unión Soviética se desintegró y empezó a viajar al extranjero cambió de idea. “Me di cuenta de que lo que yo hacía en la televisión rusa no era periodismo, sino una especie de performance audiovisual sin ninguna función social”, recuerda. A mediados de los 90 empezó a trabajar para la televisión pública sueca y en 1996 fue a Moscú como enviado especial para entrevistar al presidente ruso, Borís Yeltsin. “Fue mi punto de inflexión –dice–. Después de entrevistarlo me di cuenta de que no tenía nada a hacer en Rusia y me instalé en Suecia”.

Shiriaieff asegura que la presión del estado ruso sobre los cineastas se ha incrementado en los últimos años. Él mismo tuvo que tomar medidas de seguridad después de su documental sobre el gas ruso, muy crítico con la utilización política que hacía el gobierno ruso desde la era soviética. Dice que sufrió consecuencias, pero que no puede entrar en detalles por motivos de seguridad. “Mi madre todavía vive en Rusia y tengo que pensar en ella, especialmente ahora que estoy tan implicado en la cobertura de la guerra”. Le preocupan las nuevas leyes de Putin, con penas de 15 años de prisión para los que, como él, denuncian la invasión. “No es ninguna broma –dice–. Nuestros colegas cineastas están huyendo de Rusia y cuando llegan a la frontera les revisan los ordenadores y los móviles, buscan la mínima excusa para no dejarlos marchar. Lo que se vive ahora en Rusia es una dictadura pura. Es imposible hacer cine con libertad en la Rusia actual”.

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