Danza

Inés Boza: "Parece que con 40 años ya tienes que retirarte y ya no sirves para nada"

La coreógrafa y bailarina presenta 'El salto del ciervo' en el Mercat de les Flors

Inés Boza
10/10/2024
3 min

BarcelonaHacía casi diez años que la coreógrafa y bailarina Inés Boza (Pamplona, 1962) no subía al escenario. Desde que la compañía de teatro-danza SenZa TemPo se despidió en 2016 con Eden Club, Boza se ha dedicado sobre todo a dirigir y coreografiar espectáculos. Y también a "hacer memoria" de una trayectoria que abarca más de treinta años y le avala como una de las líderes de la danza contemporánea. Si estos últimos años ha revuelto archivos y cajas viejas, sin embargo, "no es para hacer una recopilación nostálgica, sino para entender mejor el presente". El salto del ciervo, que podrá verse en la Sala Pina Bausch del Mercado de las Flores los días 10, 11 y 12 de octubre, es un espectáculo que nace de los recuerdos de la coreógrafa, que se acompaña en escena de Edurne Arizu, acordeonista y compositora de la música del espectáculo. También participan, de forma virtual, las bailarinas Núria Guiu, Rosa Romero, Júlia Godino y Alexa Moya, con quienes Boza ha tejido un diálogo intergeneracional. "La memoria no es el pasado, sino el presente. Y esto puede ser bastante político. Si no te acoges al olvido, puedes llegar a comprender más la vida. La memoria está ahí, pero es caprichosa, desordenada y tienes que querer escucharla", explica la coreógrafa.

"En este país tenemos un problema general de olvido, pero en el mundo de la danza este problema se eleva al cuadrado. Parece que con 40 años ya tienes que retirarte y ya no sirves para nada. Y no, eso no es un deporte de competición. Aún podemos tener cosas que decir, quizás incluso sabemos más que cuando empezábamos", dice la coreógrafa. "Además, hay un gran desconocimiento entre generaciones –añade Boza–. Muchos bailarines que ahora actúan en la Caldera no saben que la construimos unos coreógrafos con nuestras manos. La Caldera no ha nacido de la nada, ni tampoco de los despachos de la Generalitat. Lo que a veces las generaciones más jóvenes no saben es que hay alguien que ha luchado por conseguir todo esto: una creación comunitaria potente, una danza más democrática y diversa".

¿A qué se debe esta desconexión? "Es una buena pregunta, no lo tengo del todo claro –responde Boza–. Los jóvenes de ahora estudian mucho en el extranjero, se forman en otros países y toman como referentes artistas de Ámsterdam o Estados Unidos. Quizás por eso no saben lo que ha pasado en nuestro país". Sin embargo, cree que se trata de un problema bidireccional: "Yo también desconozco muchas cosas de las generaciones más jóvenes". Según la coreógrafa, la cantidad de recursos digitales que se pueden encontrar en un golpe de móvil también ha acentuado esta distancia generacional: "Antes no teníamos tantos referentes y era todo más presencial. Para ver un vídeo determinado de Joséphine Baker, que quizá duraba treinta según, teníamos que irnos al Lincoln Center de Nueva York o al Théâtre de la Ville de París".

Heredera de Pina Bausch

La coreógrafa no se había planteado volver a actuar, sino que "simplemente se ha dado así". Al mismo tiempo, reconoce que lo hace "un poco por responsabilidad": "Deseo que en el mundo de la danza haya diversidad, no sólo de lenguaje, sino de cuerpos, de edades, de miradas. Y si tengo 60 años y puedo bailar en escena (que me supone un esfuerzo, eh, tampoco te pienses), pienso que debo hacerlo. Si quiero que en el mundo de la danza haya diversidad, puedo empezar por ponerla en práctica yo misma, en en lugar de esperar a que lo haga otro».

A Boza le hace una ilusión especial "hacer el último espectáculo en la Sala Pina Bausch", porque se considera heredera de la forma de hacer de la coreógrafa alemana. "Yo estudiaba quinto de Derecho y decidí cambiar mi camino vital cuando conocí a Janusz Subicz y Nazareth Panadero, dos intérpretes de la compañía Pina Bausch, que me enseñaron un lenguaje escénico que para mí tenía mucho sentido", explica. Como Bausch, Boza también aboga por la danza-teatro, que incorpora técnicas dramatúrgicas en las coreografías. "La danza es un medio para contar historias, y no como un objetivo en sí mismo... ¿Qué es danza y qué no? Esto debe decidirlo nuestra mirada", explica.

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