Dragones y princesas Disney para la era post-Trump

La producción animada 'Raya y el último dragón' llega simultáneamente a los cines y a Disney+

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La protagonista de 'Raya y el último dragón'

BarcelonaDesde que empezó la pandemia, Disney ha interpretado todos los papeles en cuanto a la distribución de sus películas: el capitalista avaricioso que saca provecho de la desgracia (Mulan, estreno premium en Disney+ con coste añadido de 21,99 euros), el emprendedor que cambia las reglas del juego (Soul, estreno en Disney+ sin coste adicional) o el empresario de la vieja escuela aferrado a las viejas prácticas (Los nuevos mutantes, estreno en cines). Ahora toca una figura más equidistante, la del estudio que tiene en cuenta la necesidad de los cines de tener estrenos comerciales pero sin dejar de aprovechar la ocasión para hacer caja y, ya que estamos, promocionar su nueva marca. Esto se traduce en el hecho de que la nueva gran producción animada de Disney, Raya y el último dragón, llegará este viernes simultáneamente a los cines y a Disney+ con un coste adicional de 21,99 euros. El estreno da oxígeno a las salas, pero no deja de ser otro clavo en el ataúd de las ventanas de exhibición, y por eso cadenas como Cinesa –más de 500 salas en el Estado– harán boicot a la película, igual que hacen en los Estados Unidos las salas del grupo Cineworld. En clave de reacción al boicot se podría leer el anuncio que ha hecho este jueves Disney de estrenar la ganadora de los Globos de Oro y favorita de los Oscars, Nomadland, en cines el 26 de marzo y a partir del 30 de abril (cinco días después de la gala de los Oscars) en Disney+ sin coste adicional.

Tráiler de 'Raya y El Último Dragón'

En cuanto a la película en sí, Disney también juega un poco a la equidistancia y se sitúa entre la innovación y atrevimiento de Pixar y los códigos tradicionales de los clásicos del estudio. De nuevo encontramos princesas, dragones y el viaje clásico del héroe con obstáculos a superar; pero en sintonía con Frozen, Moana y otras propuestas recientes de Disney, las princesas de turno ya no son bellezas narcolépticas y pasivas sino guerreras decididas que no esperan a que nadie las venga a rescatar. De hecho, Raya y el último dragón ni siquiera tiene una trama romántica, pero es que tampoco hay números musicales, personajes malvados o animalones charlatanes, siempre que no contemos al dragón del título. En cambio, hay muchas artes marciales, luchas de espadas y una mitología fantástica más inspirada en la cultura y el folclore del sudeste asiático que en los cuentos de los hermanos Grimm.

Todo por la unidad

La historia se sitúa a Kumandra, un reino donde hace 500 años convivían humanos y dragones (en el estilo de la superior Cómo adiestrar a un dragón) hasta que una especie de virus con forma de humo eléctrico que dejaba la gente literalmente petrificada provocó un cataclismo a partir del cual Kumandra se quedó sin dragones y dividida en cinco pueblos rivales. Raya es la hija del líder de uno de estos pueblos, guardián de una yema que conserva el poco que queda de la magia de los dragones y un idealista con el sueño de reunificar Kumandra en un solo reino –es curioso que esta sea la gran utopía, y no el progreso y la convivencia pacífica de los cinco pueblos.

Raya y el último dragón contiene más apelaciones a la unidad que los discursos pandémicos de Pedro Sánchez, pero es Joe Biden con quien la crítica norteamericana ha comparado repetidamente el mensaje optimista y de reconciliación nacional de la película, tanto que incluso los codirectores (Carlos López Estrada y Don Hall) decían en una entrevista que parecía que el discurso de investidura de Biden lo había escrito Qui Nguyen, uno de los guionistas del film. El espíritu postrumpista también está presente en aspectos como su protagonismo femenino y la atención a la diversidad, tanto en cuanto a los personajes –de varias etnias del sudeste asiático– como la elección de actores de origen asiático como Kelly Marie Tran y Awkwafina para el reparto de voces originales.

Fotograma de 'Raya y el último dragón'

La trama en sí no ofrece muchas sorpresas. Después de haber contribuido accidentalmente al regreso del humo viral, una Raya más adulta y cínica consigue resucitar al último dragón, un espécimen poco memorable que no desentonaría en el universo de My little pony. Juntas se embarcan en la misión de reunir los cinco fragmentos de la yema mágica de los dragones y salvar Kumandra del humo pandémico, sumando a la empresa nuevos fichajes en cada reino por donde pasan. Una partida de rol bastante distraída que en los cines irá precedida por una de aquellas virguerías de cortos con los que Disney intenta cada año tocar la fibra sensible para ganar un Oscar, Nosotros de nuevo, sobre una pareja madura que rejuvenece gracias a una lluvia mágica y recupera las ganas de bailar que tenían de jóvenes. Con el corto, por cierto, sí que tendremos ventana de exhibición: en Disney+ no se podrá ver hasta junio.

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