Crítica de teatro

La explosión histriónica de Joel Joan

'El gran comediant' está destinada a reinar en el Goya y en el teatro al que vaya

2 min
Xavi Mira y Joel Joan a 'El gran comediante'

El gran comediant

Teatre Goya (Hasta febrero)

La exageración y la extravagancia reinan en la nueva comedia de Joel Joan y Hèctor Claramunt. La exageración interpretativa de Joel Joan, disparado de principio a fin como si hubiera metido los dedos en un enchufe de 300.000 vatios, y la extravagancia, la de su personaje que, como no podía ser de otra manera, logra todo el protagonismo con las obsesiones y vanidades que lo caracterizan.

Lejos de los parámetros en los cuales el teórico Patrice Pavis sitúa la comedia, que son equilibrio-desequilibrio-equilibrio, El gran comediant arranca desatado como si el protagonista no pudiera vivir sin una risa tras otra, llevael postureo de un actor famoso hasta el histrionismo más alocado y acaba con un inteligente y eficaz grande finale musical que busca y se asegura el aplauso entregado del público, y que es del mejor de la función.

Como la segunda temporada de la serie El crac, de la cual la obra no es ajena, la comedia va de gente de teatro. Llorenç Tortosa (Joel Joan), aclamado actor de tragedias de Shakespeare, como ratifican los pósteres enmarcados de Hamlet y Ricardo III, y un machista de manual, recibe la visita de su íntimo amigo Ernest (Xavi Mira, el perfecto sparring), un actor con mucha menos suerte y trayectoria que ha decidido dejar la profesión. Tortosa no tiene una gran opinión de él, pero lo alentará a seguir. Y, mira por dónde, la suerte le cambiará a Ernest, cosa que provocará el enojo y los celos de Tortosa.

Joel Joan –que también ha dirigido la propuesta– y Xavi Mira son los payasos de una función habitada también por una mujer rubia estupenda como las que no faltaban en las películas de Mariano Ozores o las obras de Marc Camoletti (Àfrica Alonso), un enigmático fontanero ruso (Eduard Muntada) y Elisenda, la mujer del gran comediante (una magnífica Sandra Monclús), que es quien clava todos los gags en su tempo. Es posible que en una función menos anfetamínica el resto de gags funcionaran mejor, pero sobre todo cabe agradecer a Joel Joan la capacidad de reírse –hasta cierto punto– de sí mismo. La obra está destinada a reinar en la temporada del Goya y a formar parte de todas las fiestas mayores de Catalunya que tengan escenarios para acoger su realista y exuberante escenografía.

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