Cataluña en Japón

La fiebre japonesa por Joan Miró (y por la cocina catalana)

Isla visita la exposición del artista catalán en el Tokyo Metropolitan Art Museum y preside una cena con Ruscalleda y Joan Roca para promover la gastronomía

Salvador Illa frente a una obra de Miró, en la exposición del Tokio Metropolitan Art Museum.
26/05/2025
4 min

TokioJoan Miró es toda una sensación en Japón. Ya en 1940, el poeta Shuzo Takiguchi publicaba la primera monografía sobre el artista catalán, que también era un amante de la cultura japonesa. Amparándose en este mutuo romance, la Fundación Joan Miró ha escogido Tokio para organizar una de las grandes exposiciones para conmemorar su quincuagésimo aniversario. Es Juan Miró. Poetry into Painting, una retrospectiva que, con casi un centenar de piezas, abarca desde los inicios de su carrera hasta las obras de vejez. Desde que abrió sus puertas en el Tokyo Metropolitan Art Museum, la muestra está siendo un éxito: recibe a más de 2.000 visitantes diarios. Y uno de ellos ha sido, este lunes, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, quien le ha visitado acompañado del director de la fundación, Marko Daniel, y el embajador de España en Japón, Iñigo de Palacio, en el primer día de su viaje oficial al país.

Ésta es la primera gran retrospectiva de Miró que se organiza en el país desde 1966 y da testimonio de siete décadas de su carrera. Contiene una selección de todos sus imprescindibles, desde La casa de la palmera hasta Interior holandés, pasando por la serie de las Constelaciones o Personaje frente al Sol. Siguiendo escrupulosamente las instrucciones del equipo japonés, que ha pautado al minuto los tempos y el recorrido por todas las salas, Illa ha visitado la exposición y, después, ha invitado a Daniel a hacer cuatro pinceladas a los periodistas de por qué ésta es una muestra imprescindible. "Es un regalo para el público japonés", ha expuesto Daniel, alemán de origen (y con un catalán perfecto). La visita comienza por un autorretrato de 1919, que el propio Miró regaló a Picasso, y la traca final es una pintura mural, Fuegos artificiales, que sólo una vez antes había salido de la Fundación.

Todo un "aprendizaje"

La organización de esta exposición en Tokio también ha sido, según ha explicado Daniel, un "aprendizaje" y un intercambio cultural al mismo tiempo, fruto de la forma de trabajar de los japoneses (que también ha impactado, en estas primeras horas de viaje, a los equipos de la Generalitat, por su rigidez y planificación extrema). La selección se ha hecho de la mano del Tokyo Metropolitan Art Museum y busca, a través del éxito de Miró, introducir Cataluña a nuevos públicos. En la celebración de sus 50 años de historia, la Fundación quiere compaginar esta vertiente más internacional –con otra exposición de peso en Washington– con la local, con una muestra en Solsona. "De la misma forma que, para Miró, está el universo y, al lado, un grano de arena", ha añadido.

Salvador Illa durante la visita a la exposición.

La relación de Miró con Japón viene de lejos. El artista viajó por primera vez al país en 1966, con motivo de una retrospectiva suya, después de años de frisar para ir al país nipón para conocer su arte y tradiciones. Entre otras curiosidades, de ese viaje se conserva una fotografía suya con un campeón de sumo y de una visita a una escuela de arte floral de Sofu Teshigahara. Miró fue un entusiasta del país, al que se acercó también gracias a la mediación del artista Eudald Serra y del folclorista Cels Gomis, organizadores de la primera exposición de arte popular japonés en Barcelona en 1950. Miró mostró especial interés por las kokeshi, muñecas japonesas de madera del arte tradicional, así como lo mostró por pequeños objetos y juguetes de la vida cotidiana (como los siurells mallorquines). En su obra también se puede apreciar la influencia de la caligrafía japonesa y del uso de los materiales en su arte.

Una cena para explicar (y vender) Cataluña

Si Miró es un embajador de Cataluña por derecho propio en Japón, también lo es la cocina catalana. Con el objetivo de expandir aún más la fama de la gastronomía catalana en el país, y aprovechando el viaje del presidente, la Agència de Turisme de Catalunya ha organizado este lunes un cóctel gastronómico bajo el nombre de Tastry Catalonia ideado y ejecutado por Carme Ruscalleda y Joan Roca con motivo de la designación de Catalunya como Región Mundial de la Gastronomía 2025. Ante unos 200 invitados en el hotel Ritz de Tokio, han desfilado catas de calçots, pan con tomate con longaniza de Vic, bombas de la Barce. Influencers japonesas se han acercado a los dos cocineros mientras, en dos mesas de trabajo de la sala de fiestas, Ruscalleda y Roca acababan de emplatar una anchoa de l'Escala con requesón sobre un carquiñoli y un innovador chuche salado relleno de pato con paneles con Santas, han culminado unas Santa, vinos de Familia Torres, Recaredo y Freixenet.

Salvador Illa durante el brindis de la cena, con Carme Ruscalleda y Joan Roca.

Desde el escenario, el presidente catalán ha puesto en relación el fervor de Japón por Miró con la gastronomía del país. "Es otra muestra, como esta cena, del interés de Japón por la cultura catalana", ha destacado. Según la Agència Catalana del Turisme, cultura y gastronomía son los dos principales motivos de los turistas japoneses para visitar el país. Illa también ha destacado el reconocimiento que supone para la gastronomía catalana ser Región Mundial de la Gastronomía, una distinción que "recoge los frutos" que sembraron el Bulli, el Sant Pau y la Bodega de Can Roca, los tres ganadores del premio al mejor restaurante del mundo.

Más allá de la relación fraternal que Catalunya quiere trabajar con Japón -dos tierras que comparten "la cultura del esfuerzo, la estima por el conocimiento, el respeto por el territorio y la voluntad de cooperar", según Illa-, también hay razones económicas. Unos 500.000 turistas vienen a Catalunya desde Japón y Corea cada año (antes de la pandemia, eran hasta 700.000), y la idea es que sean aún más. En el caso de los japoneses, el gasto medio al día es de 600 euros, muy por delante del gasto medio del turismo extranjero (211 euros). La tendencia es similar entre los coreanos, con un gasto diario de 570 euros.

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