Fotografía

El Kbr hace justicia al reportero Puig Farran con su primera exposición monográfica

La muestra incluye fotografías conservadas por los herederos y otros encuentros en los archivos de 'La Vanguardia'

El líder independentista y futuro presidente de la Generalidad de Cataluña, Francesc Macià, junto a su familia, Barcelona, febrero de 1931
10/06/2025
5 min

BarcelonaEl legado del reportero leridano Joan Andreu Puig Farran (Belianes, 1904 - Barcelona, ​​1982) está lleno de imágenes emblemáticas. deportes se convirtieron en un fenómeno masivo, en los años 20 y 30. También hay imágenes familiares de Francesc Macià, en las que la vida cotidiana y la política se confunden, y de los estragos de los Hechos de Octubre, así como la fotografía icónica del presidente Lluís Companys en el campo de instrucción militar de Pins del Vallès. Puig Farran era conocido sobre todo por un artículo que Josep Cruanyes le dedicó a la revista Cabecera y por el trabajo del Observatorio de la Vida Cotidiana, que lo incluyó en su libro sobre fotoperiodistas catalanes de los años 30, y del Archivo Fotográfico de Barcelona. Y este jueves el centro Kbr de la Fundación Mapfre abre, hasta el 31 de agosto, su primera exposición monográfica, titulada Joan Andreu Puig Farran: la década convulsa (1929-1939). "Puig Farran es uno de los más importantes del pequeño grupo de fotógrafos que marcaron un punto de inflexión en el fotoperiodismo de Barcelona, ​​y yo diría que también del Estado", afirma Antoni Monné Campañà, el comisario de la muestra junto a Arnau González y Vilalta. Monné es limpio de otro reportero mítico, Antoni Campañà, que se asoció con Puig Farran a su regreso del exilio en una empresa de postales y guías turísticas.

En cierto modo, la muestra que el Museo Nacional de Arte de Cataluña dedicó a Campañà hace cuatro años contribuyó a esta, ya que cuando los herederos de Puig Ferran la vieron le recordaron a Monné que tenían unas mil placas de vidrio, a las que habían tenido acceso Cruanyes y el Observatorio de la Vida Qu Campañá. Entre estas placas faltan algunas de las imágenes más emblemáticas de Puig Ferran, pero el proyecto dio un giro cuando los comisarios encontraron unas quinientas fotografías suyas en los archivos de La Vanguardia. Por otra parte, coincidiendo con esta muestra también puede verse una gran antológica del fotógrafo estadounidense Edward Weston.

Niños mirando juguetes en los grandes almacenes Can Jorba de Barcelona, ​​en diciembre de 1934.
Hombres vestidos de mujer en el entierro del Carnaval en los Jardines de Salvador Espriu, Barcelona, ​​1935.

Además de dedicarse a un oficio excepcional hace un siglo, para Monné es absolutamente necesario reivindicar a Puig Farran por su mirada y su potencia. "Son muy pocos los que trabajaron en esa cantidad de medios [La Humanidad, Esplai, La Mañana, La Opinión, La Vanguardia...] y con la cantidad de material que llegaron a realizar. Mi abuelo tenía un estilo absolutamente diferente, tomaba fotografía artística, era un hombre muy inquieto, hiperactivo, su fotografía era muy rápida. Pero siempre decía que el mejor fotógrafo que había conocido era Puig Farran. Así, cuando su hijo, mi tío, que también es fotógrafo, se dedicó a la fotografía, le dijo que con quien tenía que ir a aprender estaba con él", explica. "Puig Farran tenía un ojo fotográfico envidiable, podía ver por dónde iría la perspectiva, cuál sería la mejor toma, dónde sería el mejor lugar para situarse para cogerla. En algunas de sus fotografías hay una escalera, que era la compañera inevitable de los fotoperiodistas de esa época para conseguir siempre la mejor toma", subraya Monné.

El acorazado 'Asama' de la marina imperial japonesa llega al puerto de Barcelona procedente de Marsella, el 27 de mayo de 1934.
Atleta participando en una de las pruebas organizadas por el club FAEGE, Barcelona, ​​1930-1936.

La Guerra Civil dejó una marca muy profunda en Puig Farran: pasó por los campos de concentración franceses y cuando se acogió al regreso de los exiliados le encerraron en el campo de Miranda de Ebro y le condenaron a muerte. Le conmutaron la pena gracias a la intervención de su cuñado, el arquitecto Manuel Casas. Más adelante Puig Farran, depurado y centrado en la fotografía publicitaria y turística, no quiso hablar de esos años ni del trabajo que había realizado durante la Segunda República. Las mil fotografías de la familia y las quinientas del archivo de La Vanguardia deben ser sólo una mínima parte de todo lo que hizo. "Con esta exposición asistimos a un momento histórico de recuperar uno de los grandes nombres del fotoperiodismo español", dice Monné.

Un recorrido por la exposición 'Joan Andreu Puig Farran: la década convulsa (1929-1939)'

Barcelona, ​​una gran ciudad vibrante como Chicago

De la formación y la trayectoria temprana de Puig Farran apenas se sabe que debió empezar en el mundo rural de Ponent. Más adelante vivió la explosión de la prensa gráfica en una Barcelona "convulsa, rica y plural", como dice Arnau González, que compara la capital catalana con ciudades como Viena, Berlín y Chicago. "En estas y otras capitales la vida no se detiene, y la fotografía puede recoger la vida religiosa y también la subversión de la moral", explica. Así, a lo largo del recorrido se pueden ver las fotografías de Puig Farran de la Exposición Universal de 1929, y más adelante las de los Hechos de Octubre. Y a raíz del golpe de estado de 1936, como tantos otros fotoperiodistas, tuvo que convertirse en reportero de guerra, y en la parte final del recorrido se puede ver cómo cambió la cámara de placas por una Leica. "En su relato de la Guerra Civil se pueden ver contradicciones como que la vida social sigue y la gente va a la playa, pero al mismo tiempo se producen los efectos de la guerra", dice González.

Puig Farran fue de los pocos reporteros que acudieron a la expedición republicana a Mallorca. "Son unas fotografías realmente fascinantes porque es una operación militar que se ha mitificado", explica González. "Su fotografía de guerra es más activa, más directa", dice Monné. "En algunos momentos recuerda a Capa, como cuando la imagen está ligeramente desenfocada, pero no dejó de tomar fotografía más estática. Cuando hace fotografías verticales, que las sigue haciendo con una cámara de placas, es que está buscando una portada para La Vanguardia", advierte Monné.

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