Jesús Pérez, el hermano gemelo de Ocaña: "Mi madre decía: «¿Qué he hecho para tener un hijo maricón y otro comunista?»"

Pérez recuerda al artista con motivo del espectáculo 'Ocaña, reina de las Ramblas' en el Teatre Condal

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Jesús Ocaña

BarcelonaJosé Pérez Ocaña (1947-1983), conocido como Ocaña en el firmamento de la Barcelona canalla de la Transición y los primeros años 80, ha pasado a la historia como un artista total. También como una figura transgresora y poderosa: verlo bajar la Rambla vestido de mujer del brazo de Nazario en el documental que le dedicó Ventura Pons tiene todavía más valor hoy, ahora que la extrema derecha y el odio a la diferencia hacen sonar más fuerte sus tambores.

Ocaña fue un hombre arraigado a su localidad natal, Cantillana (Sevilla), y a Andalucía, su "país", como decía él mismo en Ocaña retrato intermitente. En este documental él mismo explica que estaba "fascinado" por los cementerios, las tumbas con esculturas de ángeles y las mujeres que lloraban en los entierros, porque tienen una mezcla de "poesía, tradición y superstición". En cambio, lo frustraba que todo acabara dentro de un ataúd, así que seguro que disfrutaría sabiendo que lo estudian y lo reivindican los intelectuales de los museos de arte contemporáneo y la gente de teatro adicta a los géneros mal llamados menores como el cabaret y la revista. "Ell seguiría haciendo sus cosas, pero todo esto le gustaba, le gustaba que hablaran de él. Cuando hizo la película con Ventura Pons se lo pasó muy bien, pero le dijo que si no salían sus pinturas no hacían la película", recuerda su hermano gemelo Jesús, coincidiendo con que el montaje Ocaña, Reina de las Ramblas, el monólogo musical de Marc Rosich con Joan Vázquez y el guitarrista Marc Sambola, hace temporada en el Teatre Condal esta semana. "En la obra de teatro me emociono, por cómo Joan Vázquez representa a mi hermano", explica Jesús Pérez Ocaña, conocido popularmente como Sevilla.

Joan Vázquez en 'Ocaña, Reina de las Ramblas' en el Condal.

José y Jesús Pérez Ocaña eran gemelos no idénticos, pero cuando Jesús se quita la mascarilla para que le hagan la foto de este artículo, es evidente que se parecen. Jesús también tiene una energía tan imparable como la de su hermano: llegó por primera vez a Barcelona a finales de los años 60, se marchó un año después para ir a hacer el servicio militar a Cádiz, y volvió en 1971. "Entonces vivía en una comuna, cuatro años después conocí a mi mujer, Dorita, que no es mía sino de ella misma, y como era del PSUC y el partido estaba perseguido vivimos en seis pisos diferentes en el Carmel". Ocaña llegó a Barcelona el mismo 1971, después de que los dos hermanos hicieran el servicio militar juntos y de que se suicidara en Cantillana un gran amor de José.

"Mi madre decía: «¿Qué he hecho para tener un hijo maricón y otro comunista?», recuerda. Su hermano, que antes de venir a Barcelona trabajaba en Cantillana como pintor de paredes, no se dejaba acobardar ante los insultos por ser homosexual: "Tenía detractores, pero era un gran pintor de paredes y tenía mucho trabajo. Él decía que si en los pueblos todos los maricas tuvieran una lucecita, los pueblos estarían iluminados. Y cuando él murió, todo el pueblo fue a su entierro". A Ocaña el carácter fuerte le venía de familia: "Mi hermano era como la niñera que yo tenía, que era hermana de mi padre: le asesinaron el novio en 1939 porque era comunista y tenía suficientes ovarios como para insultar a los ricos del pueblo. Mi madre no entendía a mi hermano, tenía otra mentalidad". Ocaña encontró mucho apoyo en su hermana: "Mi hermana era nuestra reina. Cuando mi hermano era pequeño e iba al campo y se reían de él porque era afeminado, mi hermana le daba ánimos. Él orinaba dentro de los cántaros de los jornaleros para castigarlos".

Los dos hermanos vivieron juntos poco tiempo en un piso de la calle Sant Pau: "Un mes y medio después, los trastos volaban. Él ya no podía estar en ese piso porque tenía muchas ansias de salir y fue cuando empezó a conocer gente en la Plaça Reial". Los dos hermanos también tenían diferencias de carácter político: "Él era libertario y yo comunista", dice Jesús, pero esto no impidió que se dieran cuenta del aprecio que tenían el uno por el otro cuando Jesús cuidó de su hermano, enfermo de hepatitis. "Yo trabajaba como delegado de Telefónica, le compraba la comida en la Boqueria y se la traía, y entonces nos dimos cuenta de que éramos hermanos y de que nos queríamos".

Una muerte prematura

Ocaña murió prematuramente después de que una de las bengalas que se había puesto en el vestido de sol que se había hecho para la fiesta mayor de Cantillana se encendiera y de que el fuego le provocara quemaduras graves. Estuvo hospitalizado durante unas semanas y las quemaduras se iban curando, pero las secuelas de una hepatitis mal curada que resurgieron entonces le acabaron provocando la muerte. Después de morir, Jesús se hizo cargo de sus obras, que fueron la semilla del Centro de Interpretación Ocaña en la propia Cantillana. También encontró a un nuevo propietario en el legendario piso "de ocho balcones" del artista en la Plaça Reial, que fue Lluís Llach. "Cuando le hicieron una exposición en la Plaça Reial y pusieron sus obras en la calle, unos chicos a los que llamaban quinquis eran los que vigilaban las obras porque mi hermano los había sacado de la prisión con el dinero que tenía", concluye Jesús, al que le gustaría que se pudieran ver en Barcelona las últimas pinturas que Ocaña hizo en su localidad natal antes de morir. "Barcelona se merece que esta obra se exponga aquí", concluye.

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