Crítica de ficción

Un clásico inquietante de la literatura italiana

Angle Editorial publica la notable novela 'Gente en el tiempo' de Massimo Bontempelli

Massimo Bontempelli en una imagen de archivo.
2 min
  • Massimo Bontempelli
  • Ángulo Editorial
  • Traducción de Fina Figuerola y Garreta
  • 224 páginas / 18,90 euros

El primer capítulo, en realidad una sola escena, de Gente en el tiempo, la novela que Massimo Bontempelli (Como, 1878–Roma, 1960) publicó en 1937, es impresionante. Una mujer ya mayor, una matriarca "totpoderosa", "prepotente" y presumiblemente tiránica a la que todo el mundo llama la Gran Vieja —el nombre hace la mujer, en este caso—, está en la cama a punto de morir. Ella lo sabe y no sólo no le preocupa el desenlace inminente sino que le espera. Más conforme que resignada, sabe que debe morir y está preparada. Por eso no necesita ni al médico que tiene al lado para curarla, ni al notario que se ofrece para concretar el testamento, ni al sacerdote que quiere darle el viático. La Gran Vella lo ha dispuesto todo y ya sólo le queda una última cosa: anunciar a sus familiares -el hijo, la nuera y las dos limpias pequeñas- que ninguno de ellos "va a morir viejo". La profecía de la predifunta causa estupor y pánico.

Considerado el padre del realismo mágico italiano, una etiqueta que normalmente asociamos a los portentosos narradores latinoamericanos (García Márquez, Cortázar, Rulfo, Carpentier...) pero que también vale para describir las literaturas preciosas y extrañas de un Buzzati o de 'un Calvino, Massimo Bontempelli demuestra ser todo un maestro construyendo un argumento que se despliega de forma implacable, pero nunca rutinariamente previsible. Para ser exactos, deberíamos decir que se despliega con una previsibilidad llena de matices, más significativa cuanto más avanza. Porque la profecía de la Gran Vieja, en efecto, se va cumpliendo, y además lo hace siguiendo unas pautas, unos ritmos, a la vez misteriosos y evidentes. Lástima que en el tramo final todo decaiga: a la novela le habría convenido más brevedad y mayor concentración dramática, es decir, menos personajes y menos subtramas.

Sea como fuere, Bontempelli es habilísimo dosificando el suspense: el lector adivina qué pasará, pero la forma en que todo pasa la atrapa y la estira. También es muy diestro interfiriendo una novela de personajes y ambientes realistas con un hecho prodigioso o perturbadoramente sobrenatural, consiguiendo en todo momento que se mantenga el equilibrio entre la familiaridad y la extrañeza, entre lo normal y lo que es imposible. Lo que hace de Gente en el tiempo sin embargo, una novela notable no es la rareza imaginativa del argumento, sino el uso que el autor hace del lenguaje y la complejidad y la precisión con que explora y dice lo más profundo y atávico —el miedo de morir, las ganas de vivir, el terror de no ser dueño del propio destino, las mezquindades y los afectos que afloran cuando estamos desesperados, la cuestión de qué hacemos con el tiempo de vida que nos es dado— que caracteriza la condición humana.

¿Cómo resume Bontempelli el estado de choque en el que quedan los que están con la Gran Vella cuando muere? Diciéndonos esto sobre cómo salieron de la habitación de la muerta: "De esas siete personas, pequeños y mayores, ninguna se podrá recordar nunca de cómo salió de allí". Y, también, así expresa la incomodidad de dos adúlteros, a punto de cometer un acto que saben que no procede: "Un estorbo helada les rodeó". La traducción de Fina Figuerola y Garreta ayuda a apreciar este clásico inquietante de la literatura italiana moderna.

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