Doctor Amat, ¿qué le ocurre a Barcelona?
El autor, pequeñoburgués maragalliano, publica el ensayo 'Las batallas culturales de Barcelona'
BarcelonaDoctor, ¿qué le ocurre a Barcelona? Jordi Amat, que no es doctor pero hace buenos diagnósticos, busca respuestas al sentimiento de pérdida que lleva años instalándose en la ciudad y que va cogiendo dimensiones de revuelta. Pérdida del derecho a la vivienda, pérdida de identidad y vitalidad cívica, pérdida de proyecto colectivo, en definitiva, pérdida democrática. Lo hace en el ensayo Las batallas de Barcelona (Edicions 62), un recorrido personal a través de los imaginarios culturales –literatura, cine, música...– por los últimos cincuenta años. En la presentación del libro en sociedad en la Academia de Buenas Letras, institución que le ha concedido su premio de ensayo humanístico, lo han apadrinado este jueves el historiador Borja de Riquer y el filósofo Josep Ramoneda.
Como "pequeñoburgués" del Eixample que vive en un piso de propiedad familiar y que se declara simbólicamente "hijo de Maragall", Amat se considera un privilegiado y al mismo tiempo un ciudadano consciente de la quiebra social y democrática que le rodea: algo falla si muchos barceloneses "ya no pueden vivir". Algo falla cuando en el WhatsApp de su edificio de la calle Consell de Cent los idiomas de uso son el castellano y el inglés. Esto no le lleva a apuntarse a la turismofobia o al blasmo de los expatos, ni tampoco a señalar los Juegos Olímpicos del 92 como origen de todos los males. No. "Los Juegos transformaron Barcelona porque antes toda una serie de personas habían pensado en cómo rehacer la ciudad gris y desigual de los años 60 y 70", entre las que cita como paradigma, claro, al arquitecto Oriol Bohigas.
¿Quién piensa hoy la ciudad?, le preguntan Riquer y Ramoneda. También se lo pregunta a sí mismo en un libro que tiene más interrogantes que respuestas. Un libro que pretendidamente bebe de la literatura, "la cual funciona muy bien para evaluar el malestar, pero no para dar soluciones políticas". Pero volvamos al tema. Si no fueron los Juegos, ¿cuándo empezó exactamente el malestar? ¿Cuál es el origen del mal? ¿Cuándo empezó a caer la ciudad en manos de los inversores extranjeros?
Pues el autor sitúa el punto de inflexión en el Fórum Universal de las Culturas del 2004 y en la imagen del alcalde de entonces, Joan Clos, bailando en el paseo de Gràcia al ritmo de Carlinhos Brown. Pocos años después (2008) se estrenaba Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen, el nonagenario cineasta que ahora acaba de cerrar un acuerdo para hacer lo propio en Madrid con el dinero de la señora Ayuso. Una operación que dice mucho de ese éxito mal digerido de la capital catalana. Pero mientras los madrileños aún quieren hacer la réplica, los barceloneses, con su bienestar herido, reniegan.
En la portada de la obra, otras dos fotos enmarcan el periodo cronológico: una manifestación de CCOO de 1976 con trabajadores desfilando al estilo Novecento por la calle Ferran, hoy epicentro del turismo adocenado (la foto es de Pilar Aymerich), y una imagen de las protestas para evitar el desahucio de la casa Orsola este 2025. Entre la adhesión sentimental inevitable y el malestar insostenible, la ciudad vuelve a latir para salvarse. Y Jordi Amat, hombre de orden, de erudición y de curiosidad mirón, hace la crónica. De las viejas y nuevas batallas, mientras esboza una salida de compromiso: "Extracción de rentas, sí, pero menos, muchas menos".