¿Por qué el futuro no está perdido? Rebecca Solnit tiene la respuesta
En 'Elogio del camino inesperado', la escritora norteamericana incide nuevamente en la utilidad de la lucha por un mundo mejor y nos invita a comparar el presente con el pasado para ser conscientes de los avances que hemos hecho
- Rebecca Solnit
- Ángulo editorial / Lumen
- Traducción de Elisabet Ràfols Sagués
- 192 páginas / 19,90 euros
En junio de 2022, la estadounidense Rebecca Solnit (1961) no pudo venir a Barcelona, donde tenía que hablar en el CCCB, y tuvimos que conformarnos con verla y escucharla a través de una gran pantalla. Tres años después, este junio sí estuvo en persona, en este caso para compartir con nosotros su último libro publicado, Elogio del camino inesperado, que enlaza con Esperanza en la oscuridad, donde reflexionaba sobre el activismo y confirmaba su contribución en la consecución de resultados, más allá de los discursos –a menudo interesados– que invitan a la inacción.
Elogio del camino inesperado reúne, en tres partes, una veintena de artículos publicados en los últimos años en sitios como el New York Times, el Guardian y la London Review of Books. Como ya sabemos, la mirada de Solnit sobre lo que le rodea pasa por su preocupación por el cambio climático y por ser una férrea partidaria del decrecimiento, un término todavía no muy entendido. Igualmente, por negarse a aceptar lo inaceptable: "Considerar erróneamente inevitable o eterno lo destructivo que no es ni lo uno ni lo otro".
En esta recopilación de periodismo comprometido, incide nuevamente en la utilidad de la lucha por un mundo mejor y nos invita a comparar el presente con el pasado para ser conscientes de los avances y que no nos engañen con falsos discursos sobre la inutilidad de nuestras acciones. Habla de adoptar una mirada larga para ver cómo se dan los cambios y así poder hacer constar hasta qué punto el último medio siglo se ha dado una transformación de las mentalidades. ¿Quién podía pensar, por ejemplo, que el matrimonio entre las personas del mismo sexo sería posible? No, ya no somos la misma sociedad que éramos hace sólo medio siglo y esto es el resultado del trabajo de mucha gente, que ha luchado por valores como la igualdad de género y el respeto a las minorías.
Cartografiar los caminos hacia el cambio
Este libro hace hincapié en las rutas para conseguir llegar a un nuevo paradigma, que la desastrosa actualidad hace tan necesario cono urgente. La autora ha querido "cartografiar los caminos tortuosos que sigue el cambio, los caminos apartados y las carreteras secundarias a lo largo de las cuales se han construido movimientos y prosperado ideas, cuando no existe un camino por delante". Se refiere aquí a procedimientos indirectos, a menudo más exitosos que los directos.
Añade reflexiones tan lúcidas como necesarias de escuchar, como que no existe ninguna simetría entre la extrema izquierda y la extrema derecha, porque hoy por hoy la amenaza es la extrema derecha; que todo está conectado y que es precisamente el rechazo a esa interconexión ("la ideología del aislamiento") lo que hace que la derecha niegue el cambio climático con tanta ceguera; o que "la deferencia hacia la intolerancia alimenta la intolerancia", por lo que debemos ser completamente beligerantes con los intolerantes. También piensa, hablando de los nefastos combustibles fósiles, que "lo que impulsa nuestras máquinas no va a cambiar hasta que cambiemos lo que impulsa nuestras ideas".
Evidentemente, rechaza la inmovilidad, sea por derrotismo o por exceso de optimismo: "Si quieres creer que el futuro ya está escrito, no hace falta que hagas nada". Y nos dice repetidamente a lo largo del libro que somos nosotros quienes construimos el futuro: "Si podemos reconocer que no sabemos qué va a pasar, que el futuro todavía no existe pero le damos forma en el presente, entonces nos podremos motivar y participar en la creación de ese futuro". ¿Qué es el futuro? Pues lo que está por hacer. Como dice Rebecca Solnit: "El futuro todavía no está decidido, porque lo estamos decidiendo ahora".