Reportaje

Kafka y Milena: Una magnífica historia de amor por carta

Tres meses después de que los primeros libros de Quid Pro Quo llegaran a las librerías, la editorial mallorquina publica 'Cartes a Milena', de Franz Kafka, la relación epistolar entre el escritor y la periodista checa Milena Jesenská. El resultado se lee como una novela en la que la precisión, el sentido del humor y las angustias kafkianas aparecen en todo su esplendor

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Kafka y Milena: Una magnífica historia de amor por carta Libros sobre el kafka más íntimo

Barcelona“Amor es todo lo que eleva, amplía y enriquece nuestra vida”, dijo Franz Kafka a uno de sus mejores amigos, el poeta Gustav Janouch. En 1922, dos años antes de su muerte, el autor de El proceso reconocía a los Periódicos que nunca nadie le había dicho “Te quiero”. En la primera cita encontramos al Kafka que sedujo a la periodista Milena Jesenská durante unos meses de 1920. En la segunda, un balance vital pesimista, que se fue agravando a medida que la tuberculosis iba royendo los pulmones de aquel escritor que se había ganado la vida trabajando en el negocio de los seguros.

En 1919, cuando ella le preguntó si podía traducir al checo alguno de sus relatos, Kafka ya había publicado las recopilaciones Contemplación (1912) y En la colonia penitenciaria (1919), y también la novela corta La metamorfosis (1915) y el cuento largo El fogonero (1913), que más adelante se convertiría en el primer capítulo deAmérica, una de las novelas inacabadas que aparecieron a título póstumo, por culpa de -o más bien gracias a- Max Brod, que se resistió a quemar todos los papeles que su amigo le pidió que hiciera desaparecer una vez fuera muerte. A Kafka le pareció bien que Milena intentara trasladar su pulcro alemán al checo, y un año después de haberse visto fugazmente en un café de Praga se decidió a escribirle una carta desde Meran, donde hacía una cuidado de reposo. "Medio Europa Occidental tiene los pulmones más o menos defectuosos", le explicaba. Éste fue el inicio de una relación epistolar vibrante, literaria y tortuosa, recogida en un volumen espléndido -hasta ahora inédito en catalán-, Cartas en Milena, que acaba de publicar Quid Pro Quo, traducido por Clara Formosa Plans.

Un 'fuego vivo' y adúltero

Entre Kafka y Milena había una diferencia de trece años

“La Milena que Kafka conoció y amó cuando ella tenía 25 años y él 38 era «un fuego vivo, como nunca antes lo había visto, ya la vez extraordinariamente delicada, valiente, inteligente». Así la describe en Max Brod -recuerda a Feliu Formosa en el prólogo del libro-. Hay que tener en cuenta que Milena supo valorar la obra de Kafka en un momento en el que él todavía tardó en ser una de las primeras figuras de la literatura universal del siglo XX”. Kafka que se enamoró de Milena venía de una relación breve con Julie Wohryzek, hija de un fabricante de zapatos y administrador de una sinagoga que había conocido en 1919 en el Tirol italiano, tal y como detalla el profesor Nahum N. Glatzer a Los amores de Franz Kafka (Ediciones del Subsuelo, 2015). Un poco antes se había comprometido en dos ocasiones con Felice Bauer, con quien también mantuvo una extensa correspondencia entre 1912 y 1917. “Mientras la relación con Felice dejaba de ser una pasión y se convertía en una obligación, en un «proyecto», entre Kafka y Grete Bloch [una amiga que había hecho de intermediaria entre los dos amantes] se desarrollaba un metabolismo emocional que la joven probablemente malinterpretó como erótico”, asegura el historiador Reiner Stach en la monumental biografía sobre el escritor, Kafka (Acantilado, 2016).

Cartas en Milena es una recopilación de 132 cartas escritas entre Meran, Praga y Berlín -explica Formosa-. 126 de estas cartas son escritas entre principios de abril y finales de noviembre de 1920, seguidas de dos cartas de 1922, cuatro de 1923 escritas todavía desde Praga y dos del mismo año escritas desde Berlín, meses antes de la muerte de el autor”. El lector se encontrará sólo con la versión de Kafka, que trata a Milena de usted y se infiltra en su vida prácticamente a diario.

El miedo a encontrarse

Sólo se vieron dos veces desde que empezaron a escribirse

Casada con Ernst Pollak desde 1918 -Stach lo define como “su pequeño e infiel literato”-, Milena se adentró en el “bosque auténtico de detalles” de la prosa de aquel hombre con el que sólo se vería en dos ocasiones: pasarían juntos cuatro días en Viena en junio de 1920 y un día en Gmünd en agosto . Kafka definiría la aventura vienesa así: “El primero [día] fue el inseguro, el segundo fue el demasiado seguro, el tercero fue el del arrepentimiento, el cuarto fue el bueno”. Milena escribió a Max Brod que había conocido “su miedo antes de conocerle a él”. “Los cuatro días que Frank estuvo conmigo, la perdió -añadía-. Nos reímos. No era necesario hacer ni el menor esfuerzo, todo era fácil y claro, no tosió ni una sola vez, sencillamente tenía buena salud, y su enfermedad, durante aquellos días, fue como un pequeño resfriado”.

De vez en cuando, mientras la pareja se iba conociendo más, Kafka dejaba caer uno de sus temas estrella, la vida en la oficina de Praga donde trabajaba, narrada con un sentido del humor implacable. “Me gusto tan poco -le confesaba el 1 de agosto de 1920-. Estoy aquí sentado, frente a la puerta del despacho del director, el director no está, pero no me sorprendería si saliera y dijera: «A mí usted tampoco me gusta, por eso le despido». «Gracias», diría yo, «lo necesitaba con urgencia para realizar un viaje a Viena». «Vaya», diría él, «ahora usted vuelve a gustarme y retiro el despido». «Ah», diría yo, «pues ahora vuelvo a no poder ir de viaje». «Oh, sí», diría él, «porque ahora usted ya no vuelve a gustarme y le despido». Y ésta sería una historia sin fin”. Los encuentros entre Kafka y Milena fueron tan escasos no sólo por el “miedo” que él confesaba tener: debían ser a escondidas de Ernst Pollak, que había leído “algunos pasajes de las cartas de Kafka -dice Reiner Stach- y había llegado a la convicción de que la misma intensidad lingüística del flirteo no era, ni mucho menos, una ensoñación pasajer”.

Teniendo en cuenta que Kafka aseguraba que nunca se había sentido querido, ¿llegó a vivir el sexo de forma feliz? Stach considera que sí. “Lo que ocurre es que en la época en que vivió la sexualidad estaba marcada y envenenada por el miedo. Las mujeres tenían pánico en quedarse embarazadas, porque eso significaba el final de su vida social y laboral. También estaba el temor, compartido con los hombres, a contraer la sífilis, que en ese momento era una enfermedad con un alto porcentaje de mortalidad. Los chicos y chicas crecían con pánico del sexo”.

La relación entre Kafka y Milena se enfrió a finales de 1920. Después de un largo paréntesis, Kafka le escribió "por una casualidad" en marzo de 1922. "Toda la infelicidad de mi vida -y con esto no me quejo, sino que quiero hacer una constatación de interés general- viene, si así se quiere decir, de las cartas o de la posibilidad de escribir cartas”, admitía. Quizá por eso la siguiente y última amante fue fundamentalmente presencial: el escritor se enamoró de Dora Diamante, una cocinera de 25 años, y pronto se fueron a vivir juntos, hasta que Kafka murió el 3 de junio de 1924.

Milena ingresó en el Partido Comunista al inicio de los años 30 y lo va abandonar en 1936 a causa de las purgas estalinistas. En 1939 fue detenida por la Gestapo y terminó en el campo de concentración de Ravensbrück. No superó una operación de riñón que le hicieron, aún internada, el 17 de mayo de 1944.

La singular relación entre Kafka y su hermana

Aunque la 'Carta al padre' (1919) sigue siendo –por el impacto que supuso– la pieza epistolar más leída de Franz Kafka, el escritor tuvo cinco hermanos: teniendo en cuenta que dos de ellos murieron antes de los siete años y que, de sus hermanas, la preferida del autor era Ottla, la correspondencia más interesante es la que mantuvo con esta última. “Ottla le entendía como nadie en el mundo, valoraba su escritura y se compadecía de sus males –escribe Glatzer–. Las cartas de Kafka a su hermana están llenas de amor y ternura. Vivieron juntos en temporadas; a veces, mientras paseaban juntos, parecían una pareja de enamorados”. ¿Podría ser que el gran amor de Kafka fuera su hermana?

Libros sobre el kafka más íntimo

'Los amores de Franz Kafka'

'Los amores de Franz Kafka' Nahum N. Glatzer (Subsuelo, 2015)

El profesor de estudios judaicos de la Universidad de Boston hizo una aportación clave al currículo sentimental del autor en 1925, profundizando en las ocho mujeres más importantes en la vida del narrador.

'Cartas a Felice'

(Nórdica, 2013)

La correspondencia entre 1912 y 1917 con Felice Bauer recorre los altibajos de la relación más larga de Kafka. En junio de 1913 el escritor le decía que si lo aceptaba como pareja ganaría “un hombre débil, insociable, taciturno [...], cuya única virtud es que te quiere”.

'La grandeza de la vida'

Michael Kumpfmüller (Tusquets, 2015)

En verano de 1923, un Kafka cada vez más débil coincidió con la cocinera Dora Diamant, de 25 años. Vivirían juntos durante los once meses que le quedaban de vida. Kumpfmüller dedicó una buena novela.

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