Minucias

El vínculo más insólito y misterioso del festival Sónar

En el siglo XVIII, la gente alrededor de la tumba del clérigo François de Pâris entraban en un estado de tráfico, bramaban y tenían convulsiones

Público el primer día del festival Sónar
08/07/2025
2 min

BarcelonaAhora que el festival Sónar hace semanas que acabó es el momento de insinuar al lector la relación que puede establecerse entre los convulsionarios que florecieron en Francia a lo largo de todo el siglo XVIII y la actitud de los asistentes a ese festival, y otros, de música trepidante.

El fenómeno convulsionario derivó de la publicación de la bula Unigenitus, que atacó las ideas jansenistas sobre la gracia —en una acepción de la palabra que mucha gente desconoce en nuestros días— y la predestinación.

Pâris, que tenía muchos seguidores y había hecho más de un milagro, murió y fue enterrado con gran consternación de sus fieles en el cementerio de Saint-Ménard, en París. Los devotos empezaron a visitar la tumba en busca de salvación eterna y, en el mejor de los casos, curación de enfermedades seculares. Cuando la gente se curaba, el fenómeno era atribuido, como suele ocurrir en estos casos, a la intervención maravillosa y post mortem del diácono. (Lo maravilloso y sobrenatural siempre ha sido un ingrediente de las creencias humanas.)

A raíz de esta devoción nació el movimiento convulsionario: la gente, alrededor de la tumba del clérigo, o en casa, en la celda, donde quiera que estuviera, entraban en un estado de tráfico, bramaban, tenían convulsiones sin haber sido nunca epilépticos, se flagelaban, se acababan superando y se sometían a unas... practicando los gamberros sexuales más impropios de la santemonia: ha sido propio de muchas sectas a lo largo de la historia. Pascal, hombre de gran inteligencia vinculado a los jansenistas, nunca fue convulsionario —la racionalidad siempre hace buenos servicios—, pero su sobrina, sí. Desde siempre ha habido formas musicales que han movido a los oyentes a un "desenfreno de todos los sentidos" —la expresión es de Rimbaud.

Hablando de la formación del buen ciudadano, Platón rechazaba, en este sentido, los modos musicales que no procuraran (como lo hacían los modos dórico y frigio) el bello aseo de una sociedad y el buen orden político. Por el contrario, el Sónar es exponente de una forma contemporánea de música que invita a las convulsiones, el estremecimiento, el espasmo, el transporte, el éxtasis y la locura. Una sonata de Schubert con un auditorio silencioso, concentrado y quieto, parece encontrarse en el otro extremo. Pero todo son gustos y ya ninguna bula cambiará las preferencias musicales del personal.

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