Literatura

¿Cuál es la novela más radical de Mercè Rodoreda?

Neus Penalba propone una lectura a fondo de 'La muerte y la primavera' en el ensayo 'Hambre en los ojos, cemento en la boca', último premio Joan Fuster

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Mercè Rodoreda

BarcelonaA principios de los años sesenta, Mercè Rodoreda (1908-1983) trabajaba desde el exilio en Ginebra en dos novelas: una de ellas, Palomita, terminó siendo La plaza del Diamante (1962), que no tardó en convertirse en el libro más emblemático de la autora, y al cabo de los años también en uno de los más traducidos de la literatura catalana; la otra era un proyecto enigmático, extraño e inquietante que la autora retomaría al final de su vida, La muerte y la primavera (1986).

"Rodoreda escribió La muerte y la primavera empapada de la eclosión de las segundas vanguardias y del mejor cine y literatura europeos después de la Segunda Guerra Mundial", explica Neus Penalba (Tarragona, 1982) a punto de hacer las maletas para instalarse en Filadelfia, donde a partir del próximo curso enseñará literatura catalana en la universidad, después de haberlo hecho en Cambridge, París y Lyon. Licenciada en teoría de la literatura y literatura comparada por la Universidad de Barcelona, ​​Penalba ha dedicado los últimos años a estudiar en fondo "la novela más radical" de Rodoreda, y el resultado ha merecido la pena: Hambre en los ojos, cemento en la boca (3i4, 2024) ha merecido el último premio Joan Fuster de ensayo y permite seguir el accidentado periplo del libro hasta convertirse en una de las novelas indispensables de la autora, al tiempo que propone una triple lectura, llena de matices y deslumbrante.

"Acabé teoría de la literatura sin que ningún profesor hubiera mencionado nunca a Rodoreda –recuerda–. Parecía un pecado leerla en la universidad. Era una autora que quedaba relegada a la secundaria, en el mejor de los casos". Penalba, que había leído Espejo roto (1974) en el instituto, cuando ya era profesora asociada en la Universidad Rovira i Virgili quiso volver a la autora con La plaza del Diamante. "Es una novela más oscura de lo que nos han vendido, sobre todo a raíz de la adaptación cinematográfica protagonizada por Sílvia Munt", asegura. Descubrir la vida de Natalia, Colometa, en la Barcelona de posguerra le animó a continuar, leyendo La calle de las Camelias (1966) y el volumen que reúne todos sus cuentos. "En el 2011 encontré por azar en las estanterías de una biblioteca un libro de Rodoreda del que nunca había oído hablar antes y que llevaba por título La muerte y la primavera –explica–. La novela me produjo un enorme impacto emocional. Recuerdo la sensación de angustia, de falta de aire, mientras la leía. Una vez terminada me hice dos preguntas. La primera era: «¿Qué quieren decir todos los rituales que aparecen en el libro?». Y la segunda: «¿Cómo puede ser que este libro lo haya escrito Mercè Rodoreda?»"

Neus Penalba, en Barcelona.

Belleza y malestar

A partir de entonces, Neus Penalba emprendió un viaje hacia las raíces de aquella historia llena de belleza, pero también de malestar. El narrador de La muerte y la primavera es un chico de 14 años que cuenta la idiosincrasia del pueblo, situado en un lugar y tiempo indeterminados, donde vive acompañado de su padre y la marastra. La fuerza de las glicinas eleva las casas de los aldeanos, que viven pendientes de un señor encerrado en una casa "con el acantilado cubierto de hiedra que por las tardes de fin de verano parecía una ola de sangre", escribe Rodoreda . En las afueras del pueblo hay un bosque en el que cada árbol aloja a un difunto (antes de que muera se le abre la boca y se le echa un chorro de cemento); a las mujeres embarazadas se les venda los ojos para reprimir su deseo; cada cierto tiempo, después de un sorteo, uno de los aldeanos es forzado a atravesar el pueblo por debajo, arrastrado por el río, y cuando sale queda totalmente desfigurado o incluso pierde la vida.

"Releyendo el conjunto de la obra de Rodoreda te das cuenta de que La muerte y la primavera es su novela más radical, pero no es ninguna seta –afirma Neus Penalba–. La violencia explícita que encontramos conecta con la que también aparece en La calle de las Camelias, en algunos capítulos de Espejo roto o en cuentos como La salamandra y Una hoja de geranio blanco". Mercè Rodoreda presentó una primera versión de La muerte y la primavera al premio Sant Jordi a finales de 1961, y no lo ganó, al igual que había pasado anteriormente cuando había optado al mismo galardón (aunque entonces todavía llevaba el nombre de Joanot Martorell) con La plaza del Diamante en 1959 y Un poco de historia, una versión temprana de Jardín junto al mar, en 1958. Antes de tener fuerzas para volver a levantar novelas, durante los años 40 y principios de los 50 Rodoreda había escrito sobre todo cuentos y poemas, pero también había pintado cuadros, influidos por el expresionismo, el surrealismo y el primitivismo. Los tres elementos tienen una importancia reseñable a la hora de construir el mundo lírico y terrible de La muerte y la primavera.

Se publica el catálogo 'Mercè Rodoreda. Obra plástica'.

Una novela sobre la carne y los huesos

"Rodoreda continuó trabajando en La muerte y la primavera hasta, como mínimo, en 1963. Entonces la dejó estar, pero la reanudó en los años ochenta, poco antes de morir –hace memoria Neus Penalba–. Contrariamente a lo dicho, no es una novela concebida en una etapa final, sino que toma forma durante los años creativamente más importantes de la autora". Aun así, Rodoreda se dio cuenta pronto de que "un libro así no podía ser aceptado en la Catalunya de entonces". En la correspondencia con su editor, Joan Sales, se puede seguir el contraste entre la visión de uno y otra: "Salas le dice que lo que pretende hacer es una novela alejada de la realidad, que nada tiene que ver con la gente de carne y huesos, aunque sea un libro que va literalmente de carne y hueso". Cuando, en 1964, a los tres años de no comentar ningún detalle, Rodoreda vuelve, Sales le propone que escriba "otra Colometa", porque el éxito de La plaza del Diamante ya es abrumador. "Salas le estaba pidiendo que prostituyes su proyecto creador y Rodoreda, que era muy hábil, le acabó entregando La calle de las Camelias, en la que la protagonista, Cecília Ce, se acaba prostituyendo".

A Hambre en los ojos, cemento en la boca, Neus Penalba recuerda lo importante que era, para Rodoreda, el proyecto de La muerte y la primavera. En 1961 había escrito en Sales: "Os voy a dar una de las novelas más importantes que se habrán escrito en Europa". Mercè Rodoreda se comunicaba con su editor desde Ginebra, "con los ojos, cabeza y corazón llenos de una sensibilidad que como creadora ha construido en París la década anterior", escribe Penalba en el libro. Sales recibía las cartas en "aquella Barcelona gris que ya no es europea, que no sólo ha sido reprimida, sometida y humillada por el franquismo, sino que entre 1939 y 1949 ha vivido también un proceso de suplantación del sistema cultural catalán y de la su hegemonía intelectual".

Los tabúes del incesto y el suicidio

Entre las posibles influencias de Rodoreda mientras trabajaba en el libro estaba la del estructuralismo. "Una de las lecturas del libro que propongo es antropológica –dice Penalba–. Eran años en los que el estructuralismo tenía mucho peso en París, y una de las revistas de cabecera de Armand Obiols [entonces pareja de Rodoreda] era Las tiempos modernas, donde escribía a menudo Claude Lévi-Strauss". El influjo del autor de Tristes trópicos se manifiesta en La muerte y la primavera, en la que aparecen dos tabúes "que Lévi-Strauss estudió a fondo: el incesto y el suicidio". En el caso de Rodoreda, uno y otro punto son cruciales para entender la novela, aunque el incesto sea "lingüístico": la marastra del protagonista en realidad no tiene ningún vínculo familiar.

Joan Sales nunca editó La muerte y la primavera. Mercè Rodoreda murió el 13 de abril de 1983 y el autor deIncerta gloria el 12 de noviembre del mismo año. Fue Núria Folch quien configió, a partir del material que había dejado la autora, la versión de la novela que publicó por primera vez Club Editor en 1986. El texto pasó sin pena ni gloria, y además fue criticada por la familia de Rodoreda. Una década después, Carme Arnau presentó su primera edición crítica (1997) con la intención de fijar filológicamente el texto, pero fue enmendada por una nueva edición, hecha por Arnau misma y Jordi Cornudella, presentada en 2008, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Rodoreda.

Sticker de Mercè Rodoreda.

Inacabada pero no incompleta

"Es una novela inacabada, pero no incompleta –defiende Neus Penalba–. La versión de Núria Folch es la que ha tenido mayor impacto, la más llegidora y la más coherente narrativamente. Se ha traducido a varias lenguas [entre las que están la inglesa (2009), la sueca (2021) y la turca (2022)] y ha sido reeditada recientemente, por Club Editor [2017]". En ese momento, coincidiendo con la tensión creciente entre Cataluña y España provocada por el proceso de independencia, la editorial barcelonesa, dirigida por Maria Bohigas, presentó La muerte y la primavera como una novela sobre "la sedición".

"La palabra sedición no aparece en ninguna parte de la novela –comenta Penalba–. El epílogo que escribió Arnau Pons es brillante y estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dice, pero discrepo con que el pueblo del libro sea un lugar en el que no hay un cielo posible". Una de las lecturas de La muerte y la primavera que propone Penalba a Hambre en los ojos, cemento en la boca es lo espiritual. "Hay muchas referencias metafísicas en la obra de Rodoreda –continúa Penalba–. La Cecília Ce d'La calle de las Camelias colecciona ángeles y describe su primera experiencia sexual a partir de una serie de metáforas sobre las almas y la luna. Más tarde encontramos el fantasma de María en Espejo roto, y el cuento Parecía de seda [1978] nos explica la aparición de un ángel. Incluso al final de La plaza del Diamante, cuando Natalia ve que empieza a llover, imagina que se harán charcos y que en estos charcos se bañarán los pájaros y mezclarán el barro y el cielo". Para Penalba, la mixtura entre lo que es "material con lo más alto y espiritual" marca la narrativa de Mercè Rodoreda. "Hay tanta belleza como crueldad", añade.

Los lectores catalanes del 2017 estuvieron mucho más dispuestos a leer La muerte y la primavera, y el libro se convirtió en un pequeño fenómeno editorial. Su ritmo y el flirteo con los géneros fantásticos –o más bien con el folclore primigenio– también late en nuevas voces literarias como las de Irene Solà y Pol Guasch. "Rodoreda está mucho más de moda entre los jóvenes de 20 años que cuando yo tenía esa edad –dice Neus Penalba–. Hay multitud de memes y stickers de ella con gafas de sol postizas y frases como «Soy la reina de Cataluña y lo sabes». La cultura pop acaba fagocitando todo: lo hemos visto con multitud de escritores, desde Virginia Woolf a Franz Kafka. El problema es que convirtiendo a Rodoreda en una gracieta vuelve a hacerse una apropiación cursi de la autora. Ahora se pretende que las chicas menores de 30 años la lean a través de mensajes cuquis, sin tener en cuenta que es la escritora más seria y relevante de las letras catalanas. La operación que yo veo no es solo rejuvenecer la obra, sino un ejemplo más de machismo cultural".

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