Núria Cadenes: "El desprecio por la vida de los demás es muy crudo y terrible de constatar"
La escritora publica 'En carne y hueso', donde convierte en un cuento la detención de sus padres durante el franquismo, el desastre de la DANA o la vida de Artemisia Genstileschi


BarcelonaA Núria Cadenes (Barcelona, 1970) todavía le cuesta encontrar las palabras para sobreponerse a la incredulidad y rabia que le produce "la negligencia", dice, no dice tragedia, de la DANA. La escritora lleva más de veinticinco años viviendo en l'Horta Sud, en Torrent. Su casa quedó al límite de la zona cero que afectó a tantos vecinos, amigos y familiares. Esa pesadilla le ha convertido en el cuento que cierra su último libro, En carne y hueso (Ahora). Describe qué pasó durante las 20 horas y 11 minutos previos a la alarma que no sonó a tiempo. Cadenes contrapone la descripción notarial de lo que ocurría en los despachos con las situaciones dramáticas que se vivían a pie de calle, donde el agua reventaba casas, se llevaba a personas, ahogaba a niños y mayores con problemas de movilidad, mientras algunos se escapaban por pura suerte.
"Tenía necesidad de que quedara constancia de los hechos, de lo que vivimos. Porque ya ha pasado que tú te hayas mojado de pies a cabeza y salga el dirigente populista de turno y diga que hacía un solo alucinante, y que nos lo acabamos creyendo. Es muy peligroso que se reescriba". en nuestro pueblo, este desinterés por el bien común por parte de la gente que tenía las atribuciones; ese desprecio por la vida de los demás es muy crudo y terrible de constatar”.
En carne y hueso son doce relatos basados en hechos reales (y un decimotercer que es ficción) que se despliegan desde la edad media hasta el presente. Cadenas hace el ejercicio de coger pasajes de la historia en mayúsculas o personajes que han destacado por convertirlos en personas humanas que viven situaciones cotidianas, con el dolor y la tristeza de verdad y también con el amor y la ternura más sencillas. Es el caso del cuento dedicado a la última reina del casal catalán, Margarita de Prades, viuda de Martí l'Humà, que tuvo un hijo de un segundo matrimonio que mantuvo en secreto para no perder la condición de reina viuda, y que entregó a los monjes como si aquél tuviera que ser un lugar seguro. "El niño se enfrenta al poder absoluto y abrumador de la Iglesia, y recibe castigos físicos cuando no quiere ser monje. En esta imagen del niño afirmando "yo soy yo" hay parte de la grandeza humana", defiende Cadenes.
Uno de los elementos que ligan todos los cuentos es la rebeldía de los protagonistas, que chocan con las convenciones sociales o con el régimen político. "Reivindico la libertad y la dignidad humana frente al poder, que a menudo la niega. La confrontación del individuo frente al poder a veces muestra nuestra pequeñez pero otras también muestra la voluntad de resistencia, que a veces triunfa ya veces se rompe. El azar hace que de vez en cuando ganen los bonos", afirma Cadenes. No es casual que "no gane la fuerza sucia sino la astucia de una zorra" en el único cuento que se ha inventado por completo, un relato oscuro pero conmovedor sobre dos personas que viven aisladas, solas, a la intemperie, amenazadas.
La detención de los padres
El resto de cuentos nacen del ladrillo de la realidad, sean relatos sanguinarios sobre la edad media, retratos asépticos sobre cómo funciona la corrupción o historias llenas de justicia poética, como la del artista barroca Artemisia Gentileschi, que con su arte extraordinario se sobrepuso a la violación, la tortura y la humanidad. "Quería reivindicar la verdad de los hechos en un momento en el que los hechos se ponen en cuestión o son relativos", afirma Cadenes. En algunos casos ha utilizado testigos lejanos pero impactantes, como el caso de Iwao Hakamada, que tras pasar 45 años en prisión condenado a muerte fue absuelto gracias a la lucha de su hermana que, sin embargo, recuperó a una persona rota mentalmente. "Quería contar cosas como estas que nos hacemos los humanos a nosotros mismos. La injusticia de los aparatos de justicia se puede condensar en una persona concreta, porque dentro de una persona a veces estamos toda la humanidad", explica la autora.
En otros casos, se trata de situaciones tan cercanas como la detención de sus padres en 1969, recién casados. En el cuento describe la represión franquista y las torturas de Via Laietana pero a través del amor, en concreto de dos imágenes que sabe que pasaron: la del sereno que fue encendiendo las luces de todo el edificio para alertar discretamente de los registros policiales y la de la pareja que tampoco escapa corriendo sin dejarse de la mano y sin abandonarse de la mano. "Son imágenes poéticas y de solidaridad, cosas de apariencia sencilla pero que en realidad contienen fuerza y humanidad", dice Cadenes. Otro de los testimonios sobrecogedores es el relato de la nonagenaria Josefa Llàcer, que, con su valenciano llano, describe cómo se salvó cuando era niña del bombardeo de Xàtiva. "Cuando explica que había trozos de personas cayendo de los árboles aún se le rompe la voz, pasados tantos años sigue sufriendo por lo que vivió", expone Cadenes, quien confiesa "haber llorado como una magdalena" escuchando la grabación que habían hecho familiares.
Hay recuerdos y sensaciones que una persona nunca podrá olvidar, y es en esta cara oscura de la humanidad donde quiere indagar a Núria Cadenes. "Víctor Català decía que el corazón humano es como una casa a cuatro vientos; en tres toca ahora el sol, ahora la sombra, pero el cuarto está reservado a la sombra exclusivamente –recuerda Cadenes–, y ella cuando empezó a escribir quedó atraída por la cuarta banda. Cuando leí esto pensé que podía ir por el mundo diciendo: «¡Yo soy cuarto.