Crítica literaria

'Sau': una novela entre la inmediatez y lo inmemorial

El nuevo libro de Ferran Garcia es un fresco narrativo ambiciosamente abigarrado con frases sabias y fulgurantes

El escritor Ferran Garcia fotografiado esta semana en Barcelona
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Sau Ferran Garcia

  • Las Malas Hierbas
  • 389 páginas
  • 20,90 euros

No sé si la distinción es suya, pero fue Javier Marías quien, al menos por estas latitudes, popularizó la idea de que hay novelas de mapa y novelas de brújula. Las novelas de mapa son aquellas en las que el autor, cuando empieza a escribirlas, ya tiene claro dónde irá, qué temas tratará, cómo desplegará el argumento y cuáles serán los personajes que lo poblarán. Las de brújula, en cambio, son aquellas novelas que el autor las empieza sin saber muy bien hacia dónde irá, guiado sólo por unas pocas pulsiones, por unas intuiciones, por el hueso de una historia, por un personaje o por el tono, las inquietudes y las necesidades de una voz. Ferran Garcia, nacido en la Plana de Vic, se encuentra en las antípodas, literariamente, de Marías –todo lo que el madrileño lo tiene de sofisticación urbanita, el de Vic lo tiene de fuerza telúrica–, pero diría que su nueva novela la, Sau, la ha escrito tal y como el autor de Corazón tan blanco (Anagrama, 1992)escribía siempre las suyas: sin mapa, con brújula.

Sau es un fresco narrativo ambiciosamente abigarrado y panorámico que pide ser leído como una novela histórica, como un canto de resonancias líricas y con un cayendo poéticamente sobrenatural, como una épica del río caudaloso de la memoria (personal y comunitaria) y como una elegía heridas del olvido. "La memoria nos devuelve lo que hemos perdido, me dijo una vez la madre y, aunque sea mentira, es la única verdad. No importa que nos engañe, sólo la memoria sabe": esto dice la voz narradora justo en inicio de la novela. Es una frase que, con sus aires a la vez contradictorios y sapienciales, nos da pistas de las coordenadas por donde transitará la historia que estamos empezando a leer: unas coordenadas híbridas o fronterizas, digámoslo así, unas coordenadas donde lo que está vivo y lo muerto, lo inmediato y lo inmemorial, lo precioso y lo terrible, van juntos y conviven.

Un amor prohibido que termina mal

En la práctica, Sau funciona como dos novelas en una. O, mejor dicho, como un díptico en el que ambas partes –más allá de estar vinculadas por unos pocos personajes y, sobre todo, por un hilo de memoria– comparten textura verbal, escenarios, simbolismos e imaginario. Todo comienza, a finales del siglo XIX o principios del XX, en la entonces provincia española de Guinea, con un amor prohibido entre la hija de los dueños catalanes de una plantación de algodón, los Sala de Bruc, y uno de sus esclavos. Cuando el amor prohibido acaba (mal, que es como acaban todos los amores prohibidos), los Sala de Bruc regresan a Catalunya, y llevan con ellos dos esclavas y un fantasma. Por cómo trata el tema de la esclavitud y la relación entre los blancos propietarios y los negros sometidos y poseídos, y también por cómo aborda la dimensión más atávica de la concepción del mundo de unos y otros, Ferran Garcia se reconoce deudor de la literatura negra estadounidense: desde Toni Morrison hasta Jesmyn Ward, pasando por Alice Walker y Colson Whitehead. En la forma en que aborda, crispado pero también con poesía, la cuestión de la diferencia y de la extrañeza, a menudo castigadas con ostracismo y violencia, resuena el Tom Spanbauer de El hombre que se enamoró de la luna.

La segunda parte de la novela, o la segunda mesa del díptico, transcurre muchas décadas más tarde que la primera, pero incide en los mismos temas: el castigo y el amor, la memoria y las herencias, el odio y la compasión, la relación con los demás seres humanos y la relación con la naturaleza... Y lo hace con el mismo tono y el mismo estilo, entre legendarios y cuentos. A ratos trepidante y emotiva, a ratos demasiado prolija, quizá lo mejor de Sau son algunas frases sabias y fulgurantes. Tales como éste: "Un hogar es el lugar donde dejas de tener miedo".

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