A pie de página

Semana del Libro en Catalán: pros y contras del cambio de ubicación

Ambiente en La Semana, este jueves por la tarde
27/09/2024
3 min

"Gracias por darme la oportunidad de retractarme, Anna! ¡Disculpad, gente de Catalunya Ràdio y gente de TV3, aquí estamos muy bien!" Son palabras del editor Miquel Adam, de La Segunda Periferia, uno de los primeros que veo cuando llego a la Semana del Libro en Catalán. Está muy contento, y eso que no lo esperaba: el día de la inauguración, hizo declaraciones en contra de la nueva ubicación de la Semana, desplazada del Muelle de la Madera al paseo Lluís Companys por la Copa América. De hecho, tal y como hace evidente en redes, diría que estaba más molesto por la Copa América que por la nueva ubicación, que nadie sabía cómo funcionaría. El primer sorprendido ha sido él: pasa mucha gente y ha aumentado mucho sus ventas.

Digo que es el primer sorprendido, pero no es el único: un par de horas en la Semana, y ya me doy cuenta de que el tema de este año es la ubicación. Me parece percibir una alegría general, porque hay gente y las ventas están bien. Incluso muy bien, en el caso de Xevi Cortacans, de la librería Montaña de Libros, que celebra lo que le parece un regreso a los orígenes: "Fuimos en la Ciutadella, y después en la plaza de la Catedral, que era un lugar más céntrico. Crecimos tanto que no pudimos quedarnos, pero creo que cumplía una función importante de la Semana, que es acercar la producción en catalán a la gente. que en el Moll éramos un festival, y eso es una feria, pero los festivales son para los fans y en las ferias pasa todo el mundo". La editora Ester Pujol tiene una opinión similar: "El Moll de la Fusta es un lugar imbatible una vez has llegado, pero tienes que llegar. Estamos un poco aislados, da la sensación de reserva. Llegan los superconvencidos y , en cambio, aquí tienes pasavolantes y un montón de medios de transporte, incluso Cercanías". Añade que, si llueve, no es un problema, porque hay tantos bares alrededor que la gente se refugia y vuelve cuando ya no se caen gotas.

También lo ha comprobado Paula Jarrín, de la librería Al·lots, que acaba de atender a una chica que trabaja en la zona y ha aprovechado la hora de comer para dar la vuelta por la feria. "Esto en el Moll de la Fusta no se da, es más un reducto. Aquí, la gente pasa antes o después de hacer encargos, de ir a casa, de hacer algo con los niños. Tenemos muchas escuelas alrededor, y para el público familiar esta situación es mucho mejor, más fácil. Aquí tenemos a los militantes, y también a aquellos que no tenían previsto pasar por la Semana, pero que se la encuentran y acaban comprando”.

La Semana, la gran fiesta del Libro en Catalán, Barcelona 2024

A la editora Laura Huerga, de Raig Verd, le ha ocurrido algo similar: ha vendido libros de Ursula K. Le Guin en catalán a gente que se les habría comprado en castellano, que se ha ferido cuando ha visto los suyos en catalán, preciosos. Reconoce que es un motivo para defender el paseo Lluís Companys, pero cree que los criterios económicos no pueden ser los únicos que determinen el sitio. "La Semana también es un espacio de encuentro, un festival de literatura, y una de las cosas bonitas es poder reunirse, y aquí no es fácil. Tenemos un formato de pasillo, mientras que en el Moll es más de plaza. Tiene un punto de ágora, esa idea que tanto amamos, de espacio donde las ideas se encuentran. Además, aquí los editores estamos de espaldas unos a otros, no vemos nada de lo que ocurre", dice Huerga. Marina Llompart, editora de La Otra Tribu, tiene la misma queja: "Llevamos cinco días viendo una carretera. En el Moll, ves a los que tienes delante, charlas con los de al lado, haces más vida en el bar. Aquí es mucho menor, no quedas con los amigos. Ocurre mucha gente, pero muchos son turistas que no saben ni qué hacemos. Me parece que vender un poco más no compensa, aquí falta calor".

"El espacio es más reducido, los stands son más pequeños, todo está muy apretado... tienes sensación dehorror vacui. Preferiría volver al Muelle, pero es verdad que tampoco me disgustaría quedarme". El editor de Adesiara, Jordi Raventós, es la última persona con la que hablo. Me voy a casa pensando que, aunque el tema de la ubicación no estaba sobre la mesa porque la intención original era volver al Muelle de la Madera, quizás algunos lo quieran replantear. ha favorecido. Diría que, a los organizadores, se les ha vuelto trabajo.

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