Siri Hustvedt trae buenas noticias

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Siri Hustvedt, en Barcelona, en 2019

BarcelonaConocí la Siri Hustvedt hace pocos años, cuando vino a presentar el libro de ensayos La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (Trad. Ferran Ràfols Gesa; Ediciones 62, 2017). Yo moderaba una conversación entre ella y otra escritora, y estaba nerviosa porque le admiro mucho: me parece una mujer brillante, que no sólo escribe novelas que me han gustado, sino que también tiene muchos conocimientos en materias como la neurociencia o el psicoanálisis y que siempre tiene una perspectiva feminista que me interesa. Ese día, me encontré con que no sólo yo estaba nerviosa, y, de hecho, me atrevería a decir que la otra escritora que participaba en la conversación aún lo estaba más. Es una autora respetada, que también me gusta mucho, y que ese día, también por admiración, no acababa de estar cómoda conversando desde su propia experiencia, de escritora a escritora; sólo conseguía adularla y hacerle preguntas. Hustvedt se dio cuenta, y tuvo una actitud muy generosa: le escuchaba con mucha atención, intentaba estirarle reflexiones propias, y celebraba cada aportación suya, añadiendo después su punto de vista. Lo hizo de una manera muy discreta y elegante, nada paternalista, poniendo en valor a la otra autora, que poco a poco se fue relajando y entrando en la conversación. Ni que decir tiene que, cuando acabó el encuentro, aún lo admiraba más.

Esta semana, Siri Hustvedt estuvo en Madrid, para recibir el Premio a la Trayectoria de los Premios Openbank de Literatura by Vanity Fair. Es una buena noticia que estuviera allí, porque, aunque sólo fue fuera de su casa durante 26 horas, pudo dejar a su marido, Paul Auster, que sufre un cáncer. De hecho, lo anunció ella en Instagram hace aproximadamente un año. En ese momento, explicó que había sido desaparecida una temporada de las redes porque había estado viviendo "en un lugar llamado Cancerland". Una tierra, también ha dicho alguna vez, mayor de lo imaginado. Hemos ido siguiendo la evolución de la enfermedad con los posts que Hustvedt ha realizado de vez en cuando, con actualizaciones. En alguno explicaba que habían vivido en estado de emergencia constante. Sin embargo, sabíamos que Auster había podido volver a casa, y que, aunque el tratamiento había sido durísimo, no había perdido el sentido del humor. En su visita a Madrid, Hustvedt ha traído mejores noticias: Auster todavía está en Cancerland, pero ahora está estable. De hecho, cuando le llamó desde Madrid, trabajaba, por primera vez después de mucho tiempo, en algo que está escribiendo.

Hustvedt agradeció el premio con emoción, y habló, con mucha humanidad, de los instantes de felicidad que han buscado mientras están en Cancerland, que se han esforzado en tener presentes. Bromas, un rayo de sol, la primavera, que, de repente, aparece en el jardín. Y el nacimiento, cómo no, de su nieto: dijo su nombre con una gran sonrisa, Miles Auster Hustvedt Ostrander. Fue un agradecimiento corto y bonito, lleno de humanidad, y no pude evitar pensar en Paul Auster, que, en una entrevista de hace cinco o seis años, cuando la gente todavía decía "Siri Hustvedt es la mujer de Paul Auster ", dejó muy claro que, si acaso, él era el marido de Siri Hustvedt.

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