La Noche del AHORA

El gran homenaje de la Sinfónica del Vallés a Puccini en La Noche del ARA

Las sopranos Maribel Ortega y Maria Miró y el tenor Alejandro Roy protagonizan el concierto del ARA en el Palau de la Música

La soprano Maribel Ortega y el director Julio García Vico con la OSV en el Palau de la Música en el concierto de La Noche del ARA.
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BarcelonaUn año más, y ya van dos, el repertorio operístico fue el protagonista del concierto de clausura de los actos de celebración del aniversario del ARA. la Orquesta Sinfónica del Vallès (OSV) y el Palau de la Música. El año pasado el hilo conductor de la velada fue la soprano Maria Callas, Divina, justo cuando hacía cien años de su nacimiento. Ahora se conmemoraba otro centenario, el de la muerte de Giacomo Puccini (1858-1924), el compositor de óperas como Tosca, Turandot, Manon Lescaut, La Bohème y Madama Butterfly. Por eso el concierto de ayer era un recorrido por algunas de sus arias más populares, con las sopranos Maribel Ortega y Maria Miró, el tenor Alejandro Roy y la OSV dirigida por Julio García Vico.

“Puccini merece ser reconocido como una figura profundamente moderna”, escribe la musicóloga Alexandra Wilson en el interesante ensayo El 'problema' Puccini, publicado aquí por Acantilado. Y seguramente es esta modernidad lo que hace que la obra del compositor italiano haya superado críticas de todo tipo y siga conquistando el corazón y la cabeza de público, músicos y críticos. Es el príncipe del melodrama que puso música al sentimiento más profundo de unas heroínas suicidas que amaban por encima de cualquier expectativa humana y divina. "Dentro de cinco minutos empezará a llorar y ya no parará hasta el final", dijo precisamente la directora del ARA, Esther Vera, en el breve parlamento de bienvenida, en el que también recordó que la celebración del 14º aniversario del diario sirve para "renovar el compromiso" con los suscriptores. “Sin vosotros, el trabajo de las 134 personas que hacemos el ARA no tendría sentido. Gracias por estar siempre”, añadió Vera.

Para asumir el repertorio pucciniano, la OSV tiene el aval de la experiencia, y aún más este año, en el que ha interpretado óperas como Tosca y Manon Lescaut dentro de la temporada de la Fundació Òpera Catalunya, y también en Festival de Ópera de Saaremaa (Estonia). De hecho, este viernes comienzan las funciones de Tosca en La Farándula de Sabadell.

Después de un preceptivo preludio sinfónico, el concierto en el Palau de la Música empezó con la soprano andaluza Maribel Ortega cantando In questa reggia de Turandot, el tenor asturiano Alejandro Roy haciendo Recondita armoníade Tosca y la soprano barcelonesa Maria Miró interpretando la melodía juguetona de Cuando me vo de La Bohème. Esta primera parte la cerró brillantemente Ortega adentrándose en la tragedia de Suor Angelica en Senza mamma. Ortega, muy acostumbrada en la emoción verista, logró una merecida ovación de un público que había mantenido un silencio solemne devoto durante todo el aria.

El programa de la noche combinaba arias de solistas con duetos, y arias enlazadas como Signora ascuta y Non piangere Liù, las dos que cierran el primer acto de Turandot y que ayer cantaron Miró y Roy. Más adelante, el tenor y Ortega supieron lucirse en los duetos de Cavaradossi y Tosca O dulce manio, que buena parte del público tenía muchas ganas de aplaudir antes de tiempo, y Cual occhio en el mondo, y la orquesta tomó el protagonismo antes de abordar la segunda parte de un programa bien pensado para el lucimiento de las voces. Así lo aprovechó Maria Miró para despegar las delicadas Chi il bel sogno di doretta de La rondine y sobre todo O mio babbino caro de Gianni Schicchi; Alejandro Roy por asumir una de las arias más populares del repertorio operístico, Y lucevan le stelle, recompensada con bravos, y Maria Ortega por dejar constancia de su categoría en Un beleno de vedremo de Madama Butterfly.

Los tres abordaron diferentes arias y dúos de La Bohème antes de un bis con inapelables de Tosca y Turandot. Por ejemplo, Ortega, que ya brilló como Tosca con la OSV en Estonia, regaló una magnífica Visa de arte y Roy la siempre emocionante Nessun duerme.

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