Ópera

El Liceo da cuerda a una Cenicienta perturbadora

Javier Camarena y Maria Kataeva protagonizan la ópera 'La Cenerentola' de Rossini

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El tenor Javier Camarena y la mezzosoprano Maria Kataeva en la carrosa de 'La Cenerentola', en el Liceu.

BarcelonaUna historia de marginación, abuso, crueldad, vanidad, deseo, reparación, perdón y final feliz... "Hay amor, pero también elementos perturbadores que pueden conducir a una pesadilla", dice la directora de escena italiana Emma Dante, que debuta en el Liceu con una producción de La Cenerentola, la ópera de Gioachino Rossini inspirada en el cuento de la Cenicienta, de Perrault. Estrenada en Roma en el 2016, ahora llega a Barcelona, donde se representará del 16 de mayo al 1 de junio con un doble reparto. En el primero, están, como Angelina/Cenicienta, la mezzosoprano rusa Maria Kataeva, que también debuta en el teatro de la Rambla, y el tenor mexicano Javier Camarena, uno de los grandes intérpretes del papel del príncipe Ramiro. "En Italia se considera un sueño venir al Liceu", asegura Dante.

La historia es suficientemente conocida, al menos en la versión de Perrault de finales del siglo XVII y en la posterior de Disney, porque en la de los hermanos Grimm del siglo XIX hay detalles menos pregonados que entran en el terreno del gore, como que "las hermanas se cortan los dedos y el talón del pie para que les entre el zapato", tal y como recuerda Camarena. En el cuento un hada intercede para sacar a Cenicienta del hollín y la opresión doméstica a la que la somete la familia adoptiva, sobre todo las hermanastras. Un príncipe queda deslumbrado por "la belleza y la dulzura" de la chica. Y un zapato perdido sellará el destino de todos. La mujer que encaje el pie se casará con él. La afortunada es Cenicienta, que en un acto de magnanimidad pide al príncipe que no castigue a la familia pese a los abusos que ha sufrido.

"Sí, la ópera de Rossini también tiene un final feliz, y no podía alterarlo del todo aunque piense que quien ha hecho el mal debería recibir un castigo", explica Dante. Sin embargo, la directora escénica ha encontrado la forma de señalar la parte perturbadora de la historia y destacar que La Cenerentola, pese a ser "una ópera bufa, una farsa", "esconde una relación de prepotencia y abuso". "Angelina está despojada de todo, relegada a la cocina, a ser criada, y sin la posibilidad de tener sueños. La violencia doméstica y la condición de opresión de muchas mujeres es un problema que no está resuelto. Todavía hay lugares, como el sur de Italia, donde quizás no hay cenicientas pero sí muchas mujeres que no tienen el derecho a soñar", dice Dante, nacida en Palermo (Sicilia). Giacomo Sagripanti, que dirigirá la Orquesta del Liceo en las once funciones, recuerda que la fuerza de la partitura de Rossini está en "la creación de las atmósferas" y que el personaje de Angelina "se presenta con una canción muy triste en re menor".

La denuncia de violencia doméstica, pues, es el trasfondo que Dante quiere situar en primer término mediante un curioso subterfugio escénico. Rossini eliminó los elementos fantásticos del cuento y sustituyó al hada protectora por el personaje de Alidoro, un preceptor del príncipe que actuará como deus ex machina para favorecer a Angelina. "Es el personaje que aporta el tono moral a la ópera, como el Sarastro de La flauta mágica, de Mozart", dice Sagripanti. Dante no recupera el hada, pero introduce una fantasía "perturbadora" con figurantes con una llave gigante en la espalda que se mueven como autómatas, una imagen que "nos habla de la manipulación" y que también sirve para reflejar "la soledad de Angelina, que solo puede charlar con los juguetes". Las llaves, por cierto, tienen también un papel relevante al final de esta producción que cuando se estrenó en Roma fue bien recibida, aunque algunas críticas hacían notar que la presencia de los autómatas era excesiva y afectaba a la fluidez de la trama.

Dante refuerza el tono inquietante de la fantasía con un vestuario y un maquillaje que conecta con el burlesque y, según cómo, con la melancolía de los juguetes de la película Blade runner. Pero la inspiración de la directora escénica es el surrealismo pop del artista digital británico Ray Caesar, autor de imágenes "barrocas perturbadoras".

Una imagen de la producción de 'La Cenerentola' dirigida por Emma Dante

Maria Kataeva y la administración de las energías

"Es una propuesta escénica muy interesante, con unos toques que la hacen mágica e invitan a la reflexión. Porque la ópera no solo debe ser entretenimiento, sino que también debe propiciar una reflexión sobre el mundo en el que vivimos", dice Javier Camarena. Igualmente animada se muestra Maria Kataeva, que debuta en el Liceu interpretando un papel "que no es fácil de cantar porque tiene un registro muy amplio". "Tienes que administrar la energía porque en la última parte tienes que darlo todo", dice la mezzosoprano. Además de Camarena y Kataeva, el primer reparto lo completan Erwin Schrott (Alidoro), Florian Sempey (Dandini), Paolo Bordogna (Don Magnifico) e Isabella Gaudí (Clorinda) y Marina Pinchuk (Tisbe), ambas presentes también en el segundo reparto, junto a Carol García (Angelina), Sunnyboy Dladla (Ramiro), Marko Mimica (Alidoro), Carlos Pachon (Dandini) y Pablo Ruiz (Don Magnifico).

La Cenerentola se estrenó en Roma en 1817 y al año siguiente se representó en el Teatro de la Santa Cruz de Barcelona. La última vez que se hizo en el Liceu fue en el 2018. Las funciones de estos días estarán dedicadas a la contralto polaca Ewa Podleś, fallecido el 19 de enero.

Una imagen de la producción de 'La Cenerentola' dirigida por Emma Dante.
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